La otra cara de la toma: los estudiantes que eligieron protestar mejorando su escuela

Se trata de la Escuela Técnica Fernando Fader, donde los estudiantes aprovecharon la toma para refaccionar aulas de un edificio histórico, pero que desde hace años vive en peligro de derrumbe. Una estudiante dialogó con Infobae y explicó los diferentes aspectos de su iniciativa

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En el pasaje La Porteña al 50, en el barrio porteño de Flores, se esconde un pintoresco edificio antiguo donde funciona un colegio público: la Escuela Técnica Fernando Fader. Se trata del único técnico en Latinoamérica especializado en Publicidad, Diseño de Interiores y Artesanías Aplicadas y del 8 al 26 de septiembre permaneció tomado por los estudiantes.

Desde que el Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires hizo público el planeamiento de la llamada "Secundaria del Futuro" -que podría ser aplicada en marzo del año que viene- la polémica no cesó. La reforma busca, entre otras cosas, transformar al docente en un "facilitador", eliminar el sistema de calificación numérica, transformar las doce asignaturas en cuatro áreas y aplicar un plan según el cual los estudiantes del último año dividirán su tiempo escolar entre el colegio y prácticas profesionales en empresas, de cara a su egreso de la secundaria.

Rápidamente diversos actores de la comunidad educativa se manifestaron en contra de esta transformación paradigmática y empezaron a plantear que muchos de los puntos de la reforma tienen una importante falta de profundidad, que la reforma fue "inconsulta" e "improvisada" y que no se dio lugar para que participen docentes y estudiantes. Fue así que se instaló el debate y el Fader y otros 30 colegios porteños fueron tomados. Los estudiantes pasaron sus noches en las instituciones educativas, convivieron con sus compañeros y pasaron su tiempo discutiendo y tratando de visibilizar su posición sobre el tema que los preocupa y los afecta directamente: la inminente reforma educativa.

"Durante todos estos días de toma, la idea era llenarla de contenido, de talleres, actividades y charlas. Llenar de contenido para demostrar que estábamos ahí en defensa de nuestra educación, que no estábamos ahí haciendo nada porque no teníamos nada mejor que hacer, o porque somos 'nenes tomadores de colegios', como nos dijeron". Quien manifestó esto a Infobae fue Catalina Distefano, una estudiante de quinto año en el Fader y vocera del centro de estudiantes.

Además de las cuestiones académicas, mucho de los colegios porteños tomados hace tiempo que también luchan por solucionar otros problemas edilicios. Este es el caso del edificio donde funciona el Fernando Fader desde 1927, que es parte del casco histórico del barrio. Se trata de una casa antigua, que data de fines del siglo XIX, donde aparentemente vivió el pintor franco argentino que da nombre al colegio.

Desde 2004 que el Palacio Las Lilas (ese es su otro nombre) y la comunidad del colegio esperan la implementación de un plan de obra que nunca llegó a concretarse. Es por eso que cada ciclo lectivo de la última década los alumnos y docentes pasan sus días en un edificio con peligro de derrumbe, que tuvo espacios inhabilitados, aulas provisorias y problemas de calefacción. A partir de entonces, y después de no haber sido escuchados, prácticamente todos los años los estudiantes tomaron el colegio como medida de fuerza hasta que -recién en 2011 y gracias a su insistencia- lograron la renovación del taller escolar, fundamental para una escuela técnica.

En el marco de la toma, entonces, y con la intención estudiantil de colmar de contenido el tiempo que permanecieron allí, se dieron charlas sobre violencia institucional, violencia de género, ESI (Educación Sexual Integral), entre otros temas, y se realizaron múltiples y diversas actividades que iban desde yoga, hasta la realización de murales y jornadas de limpieza.

Los alumnos del Fernando Fader lijaron las paredes, pintaron y limpiaron las aulas (@CEFF)
Los alumnos del Fernando Fader lijaron las paredes, pintaron y limpiaron las aulas (@CEFF)

"Nosotros desde el centro de estudiantes hacemos por lo menos una vez al año una jornada de limpieza. Nos encargamos de limpiar bancos y arreglar cosas chiquitas, más superficiales. Siempre pedimos, unas semanas antes, que traigan a los pibes una botella de lavandina, detergente, lo que sea y así conseguimos los materiales", contó Catalina.

Pero esta vez, los estudiantes quisieron llevarlo más allá. "Un día en la toma se nos ocurrió hacer una jornada de limpieza y cómo nosotros podíamos decidir qué hacer esta vez y vimos el estado en el que estaba el aula 1, se puso como objetivo arreglarla lo máximo que podamos", detalló. "Así que por donaciones de los padres de pintura, cemento y ayuda también de toda la comunidad educativa los chicos fueron arreglándola en el transcurso de los días".

Pasaron los días y por redes sociales se viralizó la comparativa entre dos fotos panóramicas del antes y el después que tomaron los estudiantes. La famosa aula 1 tenía otra cara: pintura, orden, pizarrones inmaculados, paredes sanas, sillas y mesas limpias. En esa y en otras aulas a las que tenían acceso los alumnos del Fader aplicaron sus conocimientos -además de seguir el consejo de padres y docentes- haciendo tareas de revoque, poniendo enduido, lijando las paredes y cambiando vidrios rotos.

Su iniciativa fue celebrada y aplaudida por una gran cantidad de usuarios y sirvió como símbolo de la productividad de una toma que también puso en agenda la discusión académica en los colegios de la ciudad. "Lo hicimos para dejar el colegio un poco más lindo, igualmente siempre denunciando que no es nuestro trabajo estar haciendo esto y que no es que nosotros queríamos estar ahí pintando las paredes y haciendo cemento, sino para demostrar un poco la ausencia del Estado en la educación pública".

Hubo también quienes los criticaron, tildando de "contradictorio" su accionar. "Se nos dijo mucho esto de que estábamos en contra de una práctica profesionalizante que implica trabajar gratis y estábamos haciendo trabajo gratis arreglando las aulas", destacó Catalina, que tiene 17 años. Pero inmediatamente se dispone a desactivar el argumento: "Primero aclarar que lo que tienen las prácticas es que son obligatorias y además gratuitas, que sin esa práctica no podrías aprobar el año, no podrías recibirte en la secundaria. Esto fue un trabajo que lo impulsaron los pibes, que ellos querían hacer y no era una obligación sino que era algo que se hacía porque nos nacían las ganas. Esa es la diferencia principal que encontramos con la práctica. Y además que lo estamos haciendo, como decía antes, para denunciar la ausencia del Estado".

Las tomas ya fueron levantadas, la polémica por la reforma sigue y el edificio todavía está en peligro de derrumbe. De hecho, en plena época electoral, en el Fader no se vota. "Pero nosotros vamos todos los días del año ahí", disparó Catalina.

"Y se ve ese abandono, se puede ver en la escuela, mismo en esas aulas que arreglamos nosotros, los techos tienen humedad y agujeros. Y este plan de obra no es que está abandonado sino que nunca se inició". Con las clases reiniciadas, las autoridades dieron constancia de que recibieron el edificio en mejores condiciones luego de la medida de fuerza y los alumnos del Fader tienen, al menos en algunas aulas, un mejor espacio de discusión y aprendizaje.

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