Tucumán está convulsionada. A un día de que se celebren los 200 años de la independencia argentina, la provincia recibió durante toda la semana la visita de miles de turistas que quieren vivir el Bicentenario argentino en el sitio que alberga el símbolo más importante de aquel suceso ocurrido el 9 de julio de 1816.
La Casa de Tucumán, construida en 1760 por Diego Bazán y Figueroa, recibió a los congresistas que proclamaron la autodeterminación de las Provincias Unidas del Río de la Plata tras extensas sesiones en una vivienda que fue convertida en un museo histórico luego de varias remodelaciones.
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Infobae visitó Tucumán y recorrió el interior y los alrededores de la casa histórica para ser testigo de cómo sobreviven en ella pequeños y grandes detalles que permiten viajar en el tiempo en 360°, vestirse de época y ser parte de uno de los grandes momentos en la historia nacional.
El historiador Daniel Balmaceda recordó junto a Infobae que "la casa perteneció a Miguel Laguna y Francisca Bazán, que se casaron en 1762 y recibieron la propiedad por la familia de ella. Tras la muerte de ambos, pasó a manos de sus hijos, que se la alquilaron al gobierno tucumano. Tuvo distintos usos: en 1812 fue el cuartel de ejército de oficiales durante la Batalla de Tucumán. En 1874, la sede del Edificio de Correos y Telégrafos Nacionales y del Juzgado Federal". Este suceso en particular hizo que la casa fuera reformada y que su frente adquiriera el estilo neorrenacentista vigente en la época. El Salón de la Jura fue preservado.
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Respecto a por qué se eligió esta casa para que se desarrolle el Congreso General Constituyente, Balmaceda contó que "fue el lugar más apropiado por estar cerca de la plaza central. Además, los propietarios permitieron que se tire abajo una pared para lograr un ambiente más amplio que pueda reunir a todos los invitados que se esperaban. Muchos pupitres y ocho candelabros hicieron que las sesiones también logren desarrollarse de noche".
Al entrar, la casa conserva una tranquilidad envidiable. El silencio de sus ambientes contagia y todo se desarrolla de manera pausada. No hay gritos y los diálogos son murmullos. Un primer patio interno con su césped impecable embellece el panorama bajo un sol cálido y un viento que lo hace ameno. "Lo único que conserva la casa de su arquitectura original es el salón en donde se proclamó la independencia. El resto fue reconstruido", dijo Balmaceda.
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La casita tucumana cuenta con ocho salas destinadas a exposiciones permanentes, archivos documentales y de noticias, una biblioteca y una fototeca. En la reinauguración de 1943, la casa sólo contaba con algunos retratos de los congresistas de 1816, la mesa de la jura y el sillón de la Presidencia del Congreso. Donaciones del Estado y de particulares la dotaron de un variado patrimonio: cuadros (de temática religiosa y retratos), vajilla, armas y diversas piezas que abarcan cronológicamente los siglos XVIII y XIX completaron una vivienda repleta de objetos históricos, sobre todo del período posrevolucionario.
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En 1903, el presidente Julio Argentino Roca ordenó su demolición por el mal estado de su estructura, pero dio la expresa orden de que se conservara el salón que reunió al Congreso. El 12 de agosto de 1941 se convirtió en Monumento Histórico Nacional y recién dos años más tarde se terminaron los trabajos de conservación y remodelación.
"Los planos que encontraron fueron claves para chequearlos con las bases de la casa y curiosamente coincidían. Respecto del frente, fueron esenciales las imagenes que tomó Ángel Paganelli en 1869, dueño de los dos retratos más antiguos que se conocen de la casa", explicó el historiador.
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El primer patio tiene comunicación con otro espacio abierto en el fondo. Allí, el sector en donde dormía la servidumbre. A los costados, diferentes salones atesoran objetos de aquella época y carteles en donde se explica la historia del emblemático acontecimiento.
"Suele decirse que las rejas son las originales. La puerta, en la inauguración, no era la misma de aquella época. El color que ahora se observa en la puerta de ingreso y en las interiores sí es el mismo tono que el que llevaba la casa en 1816″, sostuvo Balmaceda.
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El personal que trabaja en la casa es bastante amplio y sus tareas son diferentes: mantener el césped, preservar la pintura y conservar permanentemente los objetos históricos del lugar.
De las más de 650 piezas que conforman el patrimonio del Museo, sólo unas 50 tienen directa vinculación con el Congreso de 1816. En la década de 1980 se incorporó la Biblioteca Tucumana (colección de fuentes de la historia de Tucumán), que dio origen a la Biblioteca del Museo. Luego se crearon el Archivo de Documentos, la Fototeca y el Archivo Periodístico.
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"El diputado Tiburcio Padilla, representante de Tucumán, fue uno de los personajes más importantes en lo que respecta a la historia de la casa. En 1869 -mismo año que Paganelli tomó las fotos- sugirió que el Estado comprara esa casa por el valor histórico que tenía para el país. Fue en la primera presidencia de Sarmiento y es un hecho más que importante. La casa se podría haber demolido y hoy, en su lugar, habría un edificio", concluyó Balmaceda.