Pamela David habló con Melina Vicario sobre el biohacking: “El cerebro ama lo familiar pero aprende de lo diferente”

En una nueva edición de PamLive, la especialista en programación neurolingüistica explica cómo nuestra mente puede cambiar nuestra vida

Compartir
Compartir articulo
Pamela David con Melina Vicario, en "PamLive" (Instagram: @Pamedavid)

¿Qué es el biohacking y por qué lo están adoptando cada vez más personas en el mundo? En este nuevo capítulo de PamLive (que se emite por la cuenta de Instagram @Pamedavid), Pamela David conversa con Melina Vicario sobre esta novedosa terapia que busca reprogramar el software de tu mente. “Si cambio lo que pienso, cambia lo que siento y cambia lo que puedo hacer con eso”, anuncia la especialista.

—¿Qué significa biohacking?

—Es una actitud mental que tiene que ver con que nosotros podemos sentarnos en el asiento del conductor de nuestra biología, de nuestro cerebro y nuestra mentalidad. Y requiere tener una mente abierta y una actitud proactiva para encontrar qué es lo que funciona para mi bio o neuroindividualidad, partiendo de la base de que todos somos humanos y tenemos muchas cosas en común, y también nuestra biología es particular, y nuestra mentalidad también. Cuando empezamos a usar ciencia y tecnología para medir diferentes variables biológicas o psicológicas podemos aplicar unas intervenciones, o biohacks, y ver cómo impacta eso en nosotros.

—Dame un ejemplo de la ciencia y la tecnología que miden eso, que tenga repercusión en nosotros.

—Una forma que usamos los biohackers para medir que no es indispensable, y se popularizó mucho y en especial acá en nuestro país, es un anillo con unos sensores por adentro, que se lo conoce como “el anillo de Ginóbili”. Se lo hemos visto al Príncipe Harry, a Will Smith, y en nuestro país, a Manu Ginóbili. Lo que hace es medir cómo estamos durmiendo, cómo está nuestra actividad. Pero también mide como está la variabilidad de nuestro ritmo cardíaco, esto es, cuánta coherencia hay entre el ritmo cardíaco y la respiración. Se llama coherencia cardíaca, y tiene mucha base científica. Cuanto más coordinado está nuestro ritmo cardíaco con nuestra respiración, más alto es este número.

—¿Cómo hace el anillo para medir nuestra coherencia cardíaca?

—A través de unos sensores. Pensémoslo de esta manera: cuando nosotros tomamos aire el ritmo cardíaco va más rápido. Imaginemos una curva: cuando exhalamos va más lento, y cuando tomamos aire va más rápido. Eso es una variabilidad de ritmo cardíaco ideal, cuando estamos relajados, cuando estamos pensando a propósito algo que nos hace sentir bien, cuando estamos evocando un recuerdo que nos trae felicidad, como el abrazo a un ser amado o el juego con una mascota, y también es la anticipación positiva del futuro. Es crear a futuro una línea de tiempo donde vemos, sentimos, oímos, olemos y degustamos un futuro maravilloso. Podemos programar esto en nuestra línea de tiempo. Cuando nosotros hacemos esto, sube nuestra variabilidad de ritmo cardíaco, y estamos generando en nuestro cerebro neuroquímicos positivos que son los que nos permiten hacer que ese futuro que estamos anticipando positivamente, suceda. Podemos hacer el seguimiento en un diario donde podemos identificar mirándonos a nosotros mismos, cómo está nuestra energía, cómo está nuestro corazón, cómo están nuestras emociones.

—¿Es una especie de escaneo de nosotros mismos?

—Sí. Al hacerlo de manera metódica podemos identificar qué es lo que hace subir esos números.

La neuroplasticidad es la habilidad del futuro: poder desconectar redes neurales que no nos sirven y conectar nuevas redes, que nos ayudan a acercarnos a esos propósitos de vida más grande que nosotros mismos

—¿Cuáles son los biohacks que podemos empezar a poner en práctica?

Al despertar, exponerse a la luz natural antes que exponernos a una pantalla. Crear un puente entre la sabiduría de la madre naturaleza y la vida antinatural de la ciudad. Las personas que viven en la naturaleza no necesitan biohacks porque lo hacen naturalmente y tampoco necesitan el anillo para andar midiendo porque están en conexión con la naturaleza. Nosotros, que vivimos en la ciudad, lo hacemos porque tiene beneficios culturales, laborales, artísticos… Las personas que queremos seguir viviendo en la ciudad y nos preguntamos si podemos tener una vida saludable o nivelada, podemos aprender estos atajos para generar ese puente. La luz que sale del televisor y del celular tiene demasiada luz azul, que hoy se llama luz chatarra. ¿Cómo podemos hacer diferentes ajustes? Por ejemplo, usando anteojos que bloqueen la luz chatarra. La luz azul tiene un exceso que cuando estamos en contacto con la naturaleza no nos exponemos a esas frecuencias, y menos todo el tiempo. Leés de una forma antinatural a nuestra biología, entonces nuestras mitocondrias, que son la fuente de nuestra energía y están en nuestras células, no es natural y utiliza energía extra para filtrarlo. Esa es la energía que luego nos falta porque nuestras mitocondrias están cansadas. Sentimos nubladez mental, falta de foco y concentración, malhumor, irritabilidad, y a cuántos de nosotros nos sucede esto. ¿Como lo podemos hackear? Exponiéndonos primero a la luz natural que a la de la pantalla para que nuestras mitocondrias se expongan primero a algo que no le es extraño y es natural. Existen aplicaciones gratuitas en nuestros dispositivos para filtrar la luz chatarra. En su defecto podes usar unos tipos de anteojos que durante el día filtran un poco la luz azul. Cuando leemos pantallas a la noche, la luz artificial le manda una señal de alerta a nuestro cerebro, y de repente apagamos la pantalla y no nos podemos dormir. Podemos usar estas aplicaciones o colocarnos unos anteojos especiales que quitan ese alerta. Cuando nos exponemos a información externa que no sale de nuestro pensar a propósito o de nuestra mentalidad, mi propuesta es que al despertarnos no solo mirar la luz natural si no pensar en instalar en nuestra mentalidad, nuestros pensamientos a propósito que nos acercan a nuestro destino deseado con un propósito de vida más grande que nosotros mismos. Instalarlos en el mundo mental antes de exponernos a cualquier tipo de información.

—Trabajamos un montón en meditar, ¿pero cómo lo hacemos si inconscientemente nos ingresa información externa?

—Tenemos la ilusión de que vivimos en el mundo, pero vivimos en nuestro mundo mental. Lo que nosotros llamamos el mundo tiene tantos miles de bits de información que no lo podemos captar; entonces nuestro cerebro genera procesos para crear mapas mentales: generalización, distorsión y suspensión. Esto lo hacemos constantemente, y mayormente, de manera inconsciente. Pensemos que este mundo mental nosotros lo representamos con representaciones visuales, imágenes, sonidos, películas, escuchamos música, nos decimos cosas, tenemos sensaciones sobre el mundo creando este mapa mental y hasta sentimos aromas y sabores. Estos recuerdos los representamos en lo que llamamos un holograma de la mente donde ponemos diferentes cosas. Se hizo un estudio donde se juntó a un grupo de personas que vivían una vida plena, sin traumas, felices, con buenas relaciones. Se investigó a las personas felices, no tristes. Después de analizarlos, la conclusión fue que las personas felices tienen tres cosas en común: un propósito de vida más grande que ellos mismos, un destino deseado donde no se benefician solo a ellos mismos sino también a los demás; lo siguen de manera tenaz e implacable, todos los días se peguntan cómo pueden prender su foco mental y encontrar ese propósito; y lo hacen de manera flexible. Por eso es tan importante tener mentes flexibles, mentes abiertas a lo diverso: el cerebro ama lo familiar pero aprende de lo diferente. Esta es una de las bases para abrir la puerta a la neuroplasticidad, que es la habilidad del futuro: poder desconectar redes neurales que no nos sirven y conectar nuevas redes neurales que nos ayudan a acercarnos a esos propósitos de vida más grande que nosotros mismos. Si cambio lo que pienso, cambia lo que siento, y cambia lo que puedo hacer con eso.

Si pensamos el mundo como una unidad conectada, entonces no vamos a insultar al otro que opina distinto, no vamos a maltratar

—¿Qué pasa cuando la realidad y el contexto no ayudan?

—Los pensamientos determinan lo que yo hago, las acciones determinan mis hábitos; de ahí sale mi identidad y mi destino. Hago una ingeniera inversa y pienso y tengo claro mi destino deseado, ¿qué tengo que pensar a propósito todos los días para acercarme cada vez más a ese destino deseado más grande que yo mismo? Escriban cinco pensamientos a propósito que te acerquen al mundo. Lo que elegís filtrar. Si me pregunto qué está mal en el mundo voy a prender el foco de lo que está mal. Los pensamientos a propósito cambian según tu contexto, en el acá y en el ahora, según lo que te esté pasando.

—¿La forma en que los escribís, importa?

—Hay que escribirlos en positivo. Opino que es mejor que sean galácticos. Por ejemplo: “Yo soy una imparable del poder”, “Vine acá a traer luz”, “Amo a mi vida y a mis personas”. Chequear que nos acerquen a nuestro destino deseado. Todos salimos del mismo polvo de estrellas y estamos conectados, por lo tanto si nosotros nos hacemos bien a nosotros mismos le estamos haciendo bien al mundo, y si le hacemos bien al mundo nos estamos haciendo bien a nosotros. Si pensamos como una unidad conectada entonces no vamos a insultar al otro que opina distinto, no vamos a maltratar. Vamos a ser más abiertos, respetuosos y amorosos para crear el tipo de humanidad que queremos vivir.

—Hay un camino hermoso que hoy te permite estar en el camino que querés. Pero cuando no podés creer que todo es maravilloso, ¿te mentís?

—En el mundo externo está todo. Nosotros elegimos qué suprimir, qué generalizar, y qué distorsionar y cambiar. ¿Cuántas veces hemos visto personas que lo tienen todo y no están contentas? Conocí a gente con mucho dinero que está insatisfecha, y otras personas sin desafíos económicos que están en la lucha, o no tienen privilegios en todos los ámbitos de la vida, y que pueden ver lo maravilloso. Algunos de los dos casos, ¿se mienten o filtran la realidad de una manera diferente? Nuestro contexto no es lo que determina nuestra felicidad o cómo nos sentimos sino lo que nosotros hacemos con nuestra mente. Tener un propósito de vida más grande que nosotros mismos es algo que el dinero no puede comprar. Lo podemos desarrollar todos con tenacidad, de una manera implacable y seguirlo de manera flexible.

—¿Cómo podemos programar y gestionar nuestro mundo virtual?

—Si nos pasa algo que nos hace sentir mal, que pase una sola vez: no repetirlo en el mundo mental. Cuando lo repetimos es como si lo volviéramos a vivir. ¿A cuántos nos pasa que pensamos un recuerdo negativo y que no quisiéramos pensarlo? Nacemos con una maquina súper poderosa y nadie nos enseña a usarla. Si nosotros llegáramos a nuestra casa y la pared está pintada de una representación negativa, nosotros lo que haríamos es pintar esa pared; pero sí lo dejamos en nuestro mundo mental. Para quitarlo, quiero desafiar paradigmas que tienen que ver con el cambio mental y el desarrollo personal. Si yo tengo un problema, por ejemplo, soy tímida, ese problema está asociado a una red neural, a un caminito en el cerebro. Cada vez que hablo o explico mi problema recorro ese camino en el cerebro y hago de ese problema algo más fuerte. Eso presupone que mi historia determina mi destino: tu historia no determina tu destino; tu mentalidad sí. Dejemos el porqué de un problema de lado y pensemos cómo. Cuando empezamos a pensar en el cómo, las personas se dan cuenta qué están representando en su mundo mental. Para bajarle la intensidad a esa representación podemos identificar dónde está, le ponemos un borde del color que te guste, identificar cómo pienso y no por qué. Lo muevo al lado contrario en mi mundo mental.

Nuestro contexto no es lo que determina nuestra felicidad o cómo nos sentimos sino lo que nosotros hacemos con nuestra mente

—Por ejemplo, cuando los chicos escuchan decir a sus padres que uno es más inteligente que el otro, en uno de los chicos queda instalado que su hermano es más activo. Cuando crecen, lo siguen repitiendo.

—En ese caso hay que identificar primero de dónde lo escuchamos, de qué lado de nuestra cabeza viene. Si viene del lado derecho lo pasamos al izquierdo, y viceversa. Eso ya le baja la intensidad a menos de la mitad. Estás cambiando la forma que eso está programado en tu mundo mental. El siguiente paso es que a ese pensamiento o frase que no te gusta o es negativa, lo cambies de lado y luego le cambies la voz. Si la frase que no te gusta la escuchás con un tono severo, de repente le ponés una voz infantil y fíjate cómo te impacta, cuánto le baja la intensidad. Generalmente la gente busca sus recuerdos mirando hacia arriba a la izquierda, porque ahí es donde solemos tener el visual recordado. Cuando pensás en algo que te hace mal y tus ojos miran hacia un costado, automáticamente tenes que dirigirlos hacia el otro lado.

—Para terminar: el contexto no nos define, sí nos define lo que hacemos con eso.

—Absolutamente. Todo lo que sucede es una gran oportunidad para crecer como seres humanos, para crecer como humanidad y seguir aprendiendo. Podemos sentarnos en el asiento del conductor de nuestra biología, de nuestra mentalidad, de nuestro destino, del futuro de la humanidad. Podemos seguir construyendo desde el amor y podemos programar e instalar en nuestro mundo mental lo que nos acerca nuestro propósito de vida. Seguir estos pasos nos mejora la salud, nos cambia la neuroquímica, nos llena de serotonina, que es la base para el aprendizaje. El cerebro funciona mejor con serotonina, eso está comprobado. Funcionamos mejor cuando nos conectamos con más respeto con otras personas.

SEGUÍ LEYENDO