
A comienzos de los 90, los integrantes de Mötley Crüe sumaban más horas en centros de rehabilitación que arriba del escenario. Venían de una década intensa, por los éxitos cosechados y los excesos que había traído la fama, las cosas iban bien… pero no tan bien. El 29 de febrero de 1992 Vince Neil, cantante del grupo, pegó un portazo y se fue. En su lugar entró John Corabi, un personaje que le dio su toque a la banda y que grabó el que para algunos de sus fanáticos es el mejor disco del grupo y para muchos otros, un paréntesis raro en su historia.
Aunque sigue de gira con nuevos proyectos, es como si no importara lo que Corabi genere con su música hoy, pasará a la historia como el hombre que reemplazó a Vince Neil como cantante de Mötley Crüe. El cambio de década fue letal para el glam rock, los peinados empezaban a perder grandilocuencia, ni hablar de los pantalones de cuero y el maquillaje en los varones, el grunge empezaba a hacerse presente, con Nirvana a la cabeza y el grupo de California necesitaba reinventarse. Con o sin Neil.
John Corabi no era un fan, él mismo se encargó de aclarar que no sabía tocar los temas de Mötley Crüe cuando llegó por primera vez a la sala. Lo cierto es que Corabi buscó ponerse en contacto con Nikki Sixx para ofrecerle una colaboración en un disco que estaba grabando. Así, llegó al manager de la banda, Doug Thaler, quien le pidió sus datos, prometiendo que se iban a poner en contacto más tarde con él. Pasó poco tiempo hasta que Sixx y Tommy Lee lo llamaran para contarle que Vince Neil ya no estaba en la banda y para invitarlo a audicionar para ellos. Corabi aceptó y después de varios encuentros empezó a formar parte de Mötley Crüe.
“Smoke The Sky”, Motley Crue
Mientras bandas como Poison y Skid Row iban perdiendo popularidad, en manos de la nueva generación de músicos, Mötley Crüe luchaba por mantenerse a flote y los nuevos aires que trajo Corabi le vinieron bien para renovarse. Ese renacimiento quedó plasmado en su sexto álbum de estudio, homónimo, publicado a comienzos de 1994. En conversación con el medio especializado The Rockpit, el año pasado, Corabi comentó: “… Me preguntó una periodista qué aprendí de estar en Mötley Crüe. Y una de las cosas fue hacer sugerencias y simplemente asumir que el éxito que tuvieron era porque obviamente sabían lo que estaban haciendo. Pero ahora, en retrospectiva, me doy cuenta de que tal vez debería haber presionado un poco más. (…) Si realmente crees en tu corazón, tienes un punto o tienes una visión de algo, a veces tienes que empujar hasta el punto de que quizás estés siendo un poco abrasivo con otras personas”.
El sonido de Mötley Crüe cambió radicalmente, no solamente por la voz, sino también por el sonido que se tornó más oscuro, por acercarse más al grunge y alejarse del hard rock con el que la habían pegado, incluso cambió el sentido de las letras firmadas por el nuevo dúo Corabi - Sixx. Mötley Crüe, el disco, no funcionó como debiera, y la banda volvió a tocar en clubs, cuando ya estaba acostumbrada a tocar en estadios enormes. También bajaron las ventas de discos, pasaron de estar durante meses entre los más vendidos del ranking de Billboard (superando los 6 millones de copias) con Dr. Feelgood (1989) a sobrevolar de manera efímera por el top ten.
“Dr. Feelgood”, Mötley Crüe
Aunque Corabi tenía un perfil mucho más bajo que su antecesor, sus días en Mötley Crüe tampoco fueron tan tranquilos. En “The Dirt”, la biografía que inspiró a la película sobre el grupo, Mick Mars cuenta una situación complicada que vivió junto al cantante. John y Mick habían salido con un par de chicas strippers a practicar tiro en el desierto. En un determinado momento, Mick disparó a una lámina de acero y parte del casquillo se escapó y llegó a lastimar a una de las chicas que los acompañaban. Mars lo explica así en el libro: “Le retiré la mano del estómago y salió un chorro de sangre. Le limpié la herida, que solo era un corte superficial de unos dos milímetros. El trozo de metralla tenía el tamaño de una uña, pero ya tenía suficiente experiencia con personas como ella como para saber que, si no me ocupaba de todo, me pondría una demanda que me dejaría pelado”.
En ese momento, la mujer herida le juró que no le iniciaría acciones legales, pero después cambió de parecer y comenzó a culpar a esa cicatriz de haber truncado su carrera. “Cuando se filtró la historia de la demanda, los periódicos informaron que le había pegado un tiro a mi novia a propósito. Por eso nunca me fío de lo que leo”, dijo Mars tiempo después. El guitarrista no tuvo empacho en confesar: “Acabé pagándole una cifra cercana a los diez mil dólares para no llegar a juicio, prácticamente todo lo que me quedaba a mi nombre. Probablemente utilizó el dinero para operarse las tetas o algo así”. Es probable que este tipo de experiencias hayan sido un shock para Corabi, que venía de una vida más tranquila, aunque no era tampoco un monje. Pero cuando se estaba acostumbrando a ser un verdadero Mötley Crüe, su suerte cambió.
Pese a que la mayoría de los seguidores soñaban con que Vince Neil regresaría en algún momento a la banda, Corabi no se lo esperaba. El músico no tuvo vergüenza en admitir que se sorprendió cuando -después de cinco años en el grupo y como quien cubre una licencia por enfermedad- lo despidieron para recibir nuevamente a su viejo amigo. El ex y futuro líder, en ese momento, atravesaba un duro momento ya que, en 1997, cuando volvió a ocupar su lugar en el micrófono, apenas si habían pasado un par de años de la muerte de su pequeña hija. Víctima de una enfermedad terminal, la nena falleció dejando a su padre sumido en un infierno de drogas y autodestrucción. Con el tiempo, Neil levantó cabeza y su grupo de siempre era el lugar en el que sentía que tenía que estar.
Para Corabi fue un baldazo de agua fría, Mötley Crüe (1994) había sido un gran disco y él sentía que esa formación podía tener futuro, pero los años lo ayudaron a bajar la espuma y a entender que su paso por ahí no fue en vano. “No me afecta. A cada uno lo suyo, pero al final del día estoy muy orgulloso del disco que hice con los chicos. Me divertí mucho haciéndolo y hasta cierto punto, creo que estar en Mötley Crüe ayudó un poco a la longevidad de mi carrera. Siempre seré el ‘otro tipo’, pero la vida es buena”, le dijo a un periodista de la revista australiana Heavy hace unos meses, en medio de su última gira por ese país.
Aunque él insiste en ser amable, se puede notar la brusquedad con la que sucedió todo cuando recuerda ciertos momentos en esa entrevista con la publicación musical: “Se habló de que Vince volvería y luego pasó. Un día fui al ensayo y cuando entré y vi a los managers y los abogados, quedé como ‘oh, esto no va a ser bueno’, y fue entonces cuando me lo dijeron. Mucha gente no se daba cuenta de que yo había estado en la banda por cinco años y básicamente dijeron ‘hola, gracias por todos tus esfuerzos’. Sencillamente soltaron ‘los amamos, pero el sello discográfico no va a apoyar esta versión de la banda’. Entonces, solo dije que estaba bien, genial, y salí por la puerta. Fue repentino, pero en realidad no lo fue porque ya había muchos rumores”.

El último concierto que dieron juntos en vivo Vince Neil, Nikki Sixx, Mick Mars y Tommy Lee, fue el 31 de diciembre de 2015. Recién se volvieron a reunir tres años después para participar en la realización de The Dirt, el film producido por Netflix, que fue el primer paso para este renacer en 2020. El parate tuvo un motivo más que justificado, ya que, en 2014, la banda había anunciado su gira despedida poniendo en foco la enfermedad de Mars, que sufre de espondilitis anquilosante desde los 17 años (una condición ósea degenerativa que va deteriorando su cuerpo de forma lenta y progresiva).
Los rumores y las especulaciones son el combustible de Mötley Crüe. Que si Nikki Sixx no se habla con Tommy Lee, que si dejan de tocar para siempre, que si Mick Mars está tan enfermo que realmente no va a tocar nunca más… o que si vuelve en la siguiente gira. Lo que está claro, hasta ahora, es que resurgen en junio junto a Poison, Def Leppard y Joan Jett and The Blackhearts, en una gira que durará, por lo menos, hasta septiembre de este año. Corabi no se fue bien, ya que resentido por lo brusquedad con que lo despidieron y disconforme con los créditos del disco en el que participó, demandó a sus ex compañeros por unos millones de dólares y se encargó de decir que no volvería a tocar con ellos. No vale la pena ser tan drásticos, el rock business tiene sus misterios y sus puertas suelen quedar entreabiertas.
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