
Tener un reloj que en lugar de dar la hora o tener funciones inteligentes permita saber el tiempo estimado de vida que le resta a una persona, es posible. Aunque todavía son desarrollos científicos, su concepto podría ser clave para anticipar enfermedades y estimar el fin de la vida humana.
Estos dispositivos se conocen como relojes biológicos y tienen la capacidad de analizar el estado en que se encuentra una persona y calcular desde ahí el tiempo de vida que le podría quedar.
Qué son los relojes biológicos
A diferencia de los smartwatches convencionales, orientados al seguimiento de la actividad diaria o la monitorización básica de la salud, los relojes biológicos se fundamentan en el análisis profundo de marcadores moleculares y celulares.
Estos dispositivos no ofrecen una hora exacta, ni muestran la edad cronológica, sino que se centran en calcular la probabilidad de que la vida de un individuo llegue a su fin.

La clave radica en la medición de parámetros vinculados al envejecimiento: oxidación de grasas, proteínas y ADN; activación o desactivación de genes a partir de la epigenética; y la protección de los cromosomas mediante la extensión de los telómeros, esos capuchones que determinan la resistencia al deterioro genético.
A este conjunto de variables se suman otros factores biológicos, como la disminución en la eficacia del sistema inmunológico y la acumulación de células senescentes (relacionadas con el desgaste celular).
Todos estos elementos permiten a los relojes biológicos ofrecer una suerte de diagnóstico sobre cuán “envejecido” se encuentra el organismo respecto al promedio de la población. El resultado: una estimación precisa, aunque aun en desarrollo, sobre el riesgo de enfermedades asociadas a la edad y el tiempo de vida restante.
Cómo funcionan los relojes biológicos para saber el tiempo de vida
Lejos de un simple mecanismo de engranajes, los relojes biológicos son el resultado de sofisticadas investigaciones y procesos de laboratorio. Los científicos han dedicado años a diseñar modelos capaces de predecir con exactitud la aparición de afecciones y calcular la edad biológica del individuo, que puede diferir sustancialmente de la edad cronológica.

Para el desarrollo de estos relojes es fundamental identificar marcadores que varían de manera significativa a lo largo del tiempo. La obtención de muestras se realiza, en la mayoría de los casos, mediante raspados del interior de la boca o pequeñas extracciones sanguíneas.
A partir de estos tejidos y líquidos, los expertos analizan la presencia de moléculas y células clave para determinar el estado real del organismo. Así, cada marcador se integra como “una parte” del engranaje biológico, y la combinación de todos ellos arroja un diagnóstico de la edad real del cuerpo, que puede diferir drásticamente de los datos del calendario.
Uno de los objetivos principales del desarrollo científico en este campo es encontrar marcadores sencillos de obtener y que se acumulen de manera progresiva con el envejecimiento. Recientes investigaciones han puesto el foco en los glicanos (azúcares vinculados al sistema inmune) como nuevos indicadores.
Un artículo publicado en la revista Engineering destaca cómo la medición de glicanos ligados a inmunoglobulinas, junto con el análisis del transcriptoma (genes activos en las células de defensa), permite aumentar la precisión de la edad biológica calculada. Integrar estos resultados con los relojes más avanzados podría revolucionar la forma en que se predice la longevidad.

Qué relojes biológicos existen actualmente
Dentro de los relojes biológicos desarrollados en laboratorios, uno existe que sobresale por encima del resto: el GrimAge, creación del científico Steve Horvath y Altos Labs. Este reloj epigenético es reconocido por expertos en genética y medicina como uno de los hallazgos más precisos en la predicción de esperanza de vida.
Este dispositivo se basa en la evaluación exhaustiva de las modificaciones en el ADN a lo largo de los años y logra determinar, con una precisión del 96%, cuánto tiempo de vida le queda a una persona.
Esta herramienta va más allá del simple envejecimiento visual y permite personalizar la longevidad de los individuos, así como evaluar la efectividad de tratamientos anti-envejecimiento e intervenciones nutricionales.
Los profesionales de la salud han comprobado que es posible reducir el ritmo del envejecimiento y prevenir el deterioro genético prematuro actuando sobre determinadas variables detectadas por este tipo de relojes.
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