18 allanamientos en la Villa 1-11-14: buscan los celulares de las víctimas del triple femicidio de Florencio Varela

La mayoría de los operativos, organizados en coordinación entre la Policía de la Ciudad y la Bonaerense, se realizaron en casas de venta de teléfonos

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Las autoridades realizaron nuevos allanamientos en la villa 1-11-14 en el marco de la investigación por el triple femicidio de Florencio Varela

La investigación por el triple femicidio de Morena Verdi (20), Brenda del Castillo (20) y Lara Gutiérrez (15) avanzó este miércoles con una serie de allanamientos en la Villa 1-11-14 de la Ciudad de Buenos Aires.

Fuentes del caso comunicaron a este medio que los 18 procedimientos tuvieron como objetivos, en su mayoría, a casas de venta de celulares. Los investigadores fueron hasta allí en busca de los teléfonos de las víctimas, considerados clave para los investigadores.

Los operativos comenzaron en horas del mediodía, con la participación de agentes de la Policía de la Ciudad y con la supervisión de la Policía Bonaerense, por una cuestión de jurisdicción. Como resultado de los procedimientos, secuestraron cinco celulares.

Este miércoles, la Fiscalía indagó a una de las detenidas del caso, Celeste Magalí González Guerrero. Se trata de la mujer que alquilaba la casa donde ocurrió el horror.

En total, fueron 18 los procedimientos realizados en el Bajo Flores

Ante el fiscal Carlos Arribas, la acusada confesó su participación en el hecho, contó que ella estaba cuando llegaron las chicas y por qué las mataron: dijo que “le robaron 30 kilos de cocaína" a Víctor Sotacuro, el detenido en Bolivia que asegura ser solo un remisero.

De acuerdo con su relato, Brenda, Morena y Lara llegaron en la Chevrolet Tracker blanca junto a Sotacuro, Tony Valverde Victoriano -conocido como “Pequeño J”- y un tercer hombre desconocido.

En ese momento, según afirmó, en la casa ya había seis hombres más: Matías Ozorio, David Gustavo Morales Huamaní -alias “El Loco” David- y otros cuatro. Aseguró que tres de ellos llevaban puestos guantes de látex, algo que le llamó la atención. La detenida cree que fue uno de estos últimos quien, tras el crimen, se llevó los celulares de las víctimas.

Tal como precisó en su testimonio, su pareja, Miguel Ángel Villanueva Silva, fue uno de los ejecutores materiales del triple femicidio. “Me dijo que una de las chicas quiso salir corriendo como para escaparse y, ante eso, él agarró un destornillador que estaba a mano y un vidrio y le clavó el destornillador en el cuello. Como seguía viva, fue al fondo a buscar un fierro y se lo aplastó en la cara”, declaró.

La mayoría de los lugares allanados fueron casas de celulares: los policías buscaban los teléfonos de las víctimas

La arrepentida, además, esclareció los roles de la banda narco que estuvo detrás de los asesinatos. En este sentido, dejó en claro que "Pequeño J" no era el máximo líder de la estructura, sino que él respondía órdenes de Sotacuro.

Según la declaración de Celeste, en la cúspide de la estructura hay dos personas que en la jerga se los llama “abuelo” y “papá”. El primero es el productor, responsable de la fabricación de la droga y de coordinar la cadena de abastecimiento. “Papá” es quien recibe sus órdenes directas y el encargado de bajar grandes toneladas de estupefacientes.

Sobre estos dos eslabones superiores, la detenida aseguró que nunca conoció sus identidades reales, ya que “solo se movían en los escalones más altos, lejos del contacto habitual con los miembros de la base”.

El cargo que le sigue a esos dos es el del “Tío”. Según Celeste, ese rol lo ocupaba Sotacuro, apodado “Duro”, quien ejercía el liderazgo sobre la operación local. Era quien gestionaba la relación directa con los encargados intermedios y disponía la distribución de tareas.

“Duro” recibía instrucciones de “Papá” y estaba a cargo de la logística de acopio, reparto y comercialización en la zona. Pero también tenía una responsabilidad clave para la investigación: era quien decidía castigos y autorizaba movimientos sensibles y organizados de la banda.

“Todo lo importante debía pasar primero por las manos de ”Duro". Nadie podía actuar por fuera sin su visto bueno”, manifestó la detenida.

Después de “Abuelo”, “Papá” y “Tío” vienen los “pequeños”, la siguiente jerarquía. Este era el rol asignado a “Pequeño J”, mencionado por Celeste en su declaración como Julio. Su función central era manejar cantidades menores de droga, entre 7 y 10 kilogramos, controlar distintos puntos de venta y gestionar un grupo de vendedores de nivel bajo, llamados “Bebés” o “Mulos”.

La mujer dijo que integraba este último grupo, junto a Villanueva Silva, y a Matías Ozorio, entre otros. Así, aclaró que ella se dedicaba solamente a la venta de droga en la calle.

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