La explosiva interna radical que desencadenó en el crimen de un gobernador

Sucedió durante el gobierno de Hipólito Yrigoyen. Amable Jones, el candidato oficialista de la Unión Cívica Radical, ganó la gobernación de San Juan en 1921 y un grupo disidente organizó un atentado y lo mató. Tras la condena, el ideólogo lideró un nuevo movimiento político y ganaría varias veces las elecciones. La venganza del ex Presidente y la trama oculta en la UCR

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 Hipólito Yrigoyen se sentía perturbado por los "populismos radicales" gestados en las provincias de San Juan y Mendoza
Hipólito Yrigoyen se sentía perturbado por los "populismos radicales" gestados en las provincias de San Juan y Mendoza

Los “populismos radicales”, gestados en las provincias San Juan y Mendoza, perturbaron las dos presidencias de Hipólito Yrigoyen en la década del ‘20.

Fueron los enemigos que irrumpieron desde su propio partido.

Los populismos radicales —con características de un partido de masas— no pretendían avanzar sobre el poder nacional, pero exigieron un margen de autonomía que Yrigoyen no les concedió.

Frente a su negativa, los populismos buscaron protección en los sectores más conservadores de la UCR, reunidos en el “antipersonalismo”, quienes también desafiaban el liderazgo del jefe radical.

El enfrentamiento de los populistas con Yrigoyen afectó la paz partidaria, luego alteraría la estabilidad de su segundo gobierno, que sería interrumpido por el golpe militar de 1930.

Ahogar los populismos

Apenas asumió, en 1916, Yrigoyen comenzó a restarles fuerzas a las oligarquías provinciales ancladas en el poder, con el uso de las intervenciones federales. Consideraba que él, como presidente, tenía la obligación de conferir a los pueblos “el gobierno verdadero”, la restauración cívica que había sido quebrantada por el régimen conservador. La “regeneración política” que Yrigoyen tanto había buscado por la vía armada ahora se consumaba con un decreto del Ejecutivo o la sanción de una ley parlamentartia.

Después, bastaba el envío de un comisionado para controlar la provincia.

Yrigoyen ejecutó diecinueve intervenciones —quince por decreto, cuatro por ley— en su primer gobierno. Una de ellas fue en la provincia de Buenos Aires, en 1917, por la que destituyó al conservador Ugarte. Pero este mecanismo también fue una herramienta contra los populismos radicales que habían accedido al poder mediante el voto, y a los que, en algún caso, lo unía cierta tradición partidaria: los populismos habían acompañado a Yrigoyen a sangre y fuego en los tiempos de la violencia revolucionaria.

Hipólito Yrigoyen presidente, jura 12 octubre de 1916
Hipólito Yrigoyen presidente, jura 12 octubre de 1916

La región cuyana fue la zona más turbulenta del radicalismo. Entre 1917 y 1930, Mendoza y San Juan llegaron a ser intervenidas ocho y cinco veces cada una.

Durante toda la década de 1920, San Juan complicó al poder yrigoyenista.

En la provincia había dos facciones radicales en pugna: la intransigente, de tono populista, hermanada al lencinismo mendocino -también populista-, y la nacionalista, adscripta a la línea oficialista de la UCR, de Yrigoyen.

Hasta 1919 la provincia de San Juan estaba gobernada por los conservadores. Fue ese año en el Presidente envió la intervención federal, con el argumento de la “reparación institucional”, pero este acto no contribuyó a la unidad partidaria. Yrigoyen comprendió que ir a elecciones con listas separadas ponía en riesgo la gobernación, de modo que impuso a un candidato que no estaba comprometido con ninguna de las dos facciones, y promovió la fusión obligada.

El candidato de Yrigoyen

Amable Jones era un psiquiatra respetado pero sin experiencia política ni conocimiento cabal de la provincia. Desde hacía un tiempo, un viaje de perfeccionamiento profesional lo había llevado a vivir en el exterior. Pero la intuición de Yrigoyen dio resultado: Jones regresó nueve días antes de la contienda electoral y obtuvo la victoria a mediados de 1920.

En su gobierno, Jones se manejó de manera independiente del partido. Empleó a funcionarios de otras provincias y no actuó con la prolijidad institucional que los radicales exigían a los gobiernos conservadores. Jones designó a los miembros de la Corte Suprema sin que hubiesen logrado el acuerdo del Senado, y los hizo asumir con el apoyo de la fuerza pública.

Hacia fines de 1920, el sector intransigente del radicalismo intentó frenar su avance y pidieron el juicio político de Jones. Para evitar su suspensión, el gobernador cerró la Legislatura por decreto y ordenó la detención del líder del bloque intransigente, Federico Cantoni, junto a otros legisladores que se disponían a “sesionar” en un domicilio privado.

Amable Jones, el candidato de HIrigoyen
Amable Jones, el candidato de HIrigoyen

La crisis institucional en la provincia se trasladó a Buenos Aires. Yrigoyen aceptó una intervención federal sancionada por el Congreso, pero pronto la interrumpió para sostener el gobierno de su ahijado político, Amable Jones, quien ya había delegado su protección física al Regimiento 15º de Infantería.

Yrigoyen, que no se sentía cómodo con la imposición de plazos, hizo una silenciosa defensa del gobernador, en la creencia de que, si la estabilidad de Jones se ponía en riesgo, su propia autoridad presidencial quedaría desteñida.

Durante casi todo 1921, Jones y la Legislatura sanjuanina se reconocieron actores legítimos del ejercicio del poder provincial y designaban ministros, jueces y camaristas en forma simultánea.

En tanto, mientras Yrigoyen postergaba el cumplimiento de una nueva intervención federal en San Juan, el odio político hacia Amable Jones y la apelación a la violencia física iban en aumento en la UCR.

Federico Cantoni
Federico Cantoni

El radical intransigente Federico Cantoni, que ya se había declarado capaz de “regar las calles de sangre” para terminar con el gobierno de Jones, tuvo palabras más explícitas para el gobernador en la tribuna pública, en octubre de 1921.

Cantoni ordenó que había que sacarlo vivo o muerto de la Casa de Gobierno.

Dijo: “Cada hombre debe tener listo un Mausser y el que no lo tenga, un Winchester, y al que le falte, una escopeta (…) y el que no pueda tener un arma de fuego debe buscar un palo, un cortapluma (…) pero hay que sacarlo vivo o muerto”.

El atentado

Un mes después, el 20 de noviembre de 1921, un grupo comando emboscó el auto oficial de Amable Jones en La Rinconada, en las afueras de la ciudad de San Juan, y lo mató. Para asegurar la operación, le lanzaron una bomba de mano que le calcinó parte del cuerpo, y le cortaron una oreja, que llevaron como botín de guerra.

Los ejecutores eran miembros de familias reconocidas de la sociedad sanjuanina. Y aunque Federico Cantoni no participó del hecho, la Justicia probó que fue el instigador.

Los cuerpos de Amable Jones y del industrial Juan Migliano, instantes después del atentado (Archivo General de la Nación)
Los cuerpos de Amable Jones y del industrial Juan Migliano, instantes después del atentado (Archivo General de la Nación)

El crimen constituyó el mayor desafío contra la autoridad de Yrigoyen desde el interior del radicalismo: Jones era el hombre que él había elegido y Cantoni había resuelto matarlo.

Se suponía que la eliminación física del gobernador sanjuanino sería una mácula, pero terminó significando un impulso para la trayectoria política de Federico Cantoni.

La cárcel como el lanzamiento político

El crimen le hizo ganar popularidad. Por un lado, Cantoni demostraba que no era un hombre que se quedara en promesas. Había sido respetuoso de sus palabras. Lo que decía, lo cumplía. Sus adherentes interpretaron la muerte violenta de Jones como un acto de “patriotismo” para librarse del “forastero”.

Pero además, y en el mismo sentido, Cantoni recibió palabras de comprensión por parte de los diarios La Nación, La Prensa, Crítica y Los Andes, que entendieron el crimen como una “señal de malestar” contra la obstinación de Yrigoyen, de quienes esos medios se declaraban opositores.

La reconstrucción del crimen de Amable Jones que hizo la revista Caras y Caretas
La reconstrucción del crimen de Amable Jones que hizo la revista Caras y Caretas

Buena parte de la sociedad sanjuanina también avaló el procedimiento: cinco meses después del atentado en La Rinconada, en abril de 1922, la Unión Cívica Radical Bloquista, liderada por Cantoni, venció a los radicales yrigoyenistas y conservadores en las elecciones legislativas.

En el plano judicial, el fiscal pidió prisión perpetua para Cantoni por su responsabilidad “moral” en la planificación del atentado. Pero el líder bloquista aprovechó la cárcel para convertirlo en un centro de resistencia política.

En parte, lo benefició la nueva coyuntura.

En octubre de 1922, Yrigoyen abandonó el poder y la “persecución” en su contra cesó.

Ursulina de Cantoni con Aldo, Federico y Elio
Ursulina de Cantoni con Aldo, Federico y Elio

Con la asunción de Marcelo T. de Alvear, la intervención federal de San Juan quedó a cargo del jefe de la Liga Patriótica, Manuel Carlés, quien fue más permisivo con el populismo radical que el propio Yrigoyen.

Del mismo modo que con el lencinismo en Mendoza, en San Juan se producía una paradoja política: en el orden nacional, los populistas radicales apoyaban a los antipersonalistas, quienes representaban a los sectores conservadores del radicalismo, reticentes a la “causa de los desprotegidos” del yrigoyenismo, que los populismos radicales, a su vez, también promocionaban en sus provincias.

El resentimiento hacia Yrigoyen obligaba a ambos sectores a matizar criterios políticos e ideológicos.

El crimen, la prisión y el gobierno

Desde la cárcel, Cantoni presentó su candidatura a gobernador. La propuesta más llamativa de su programa fue la amnistía para los “presos políticos” (es decir, libertad a los homicidas del gobernador Amable Jones), y el planteo de un programa social que se ajustaba al del lencinismo mendocino: salario mínimo para los trabajadores, seguro social para jubilados e intervención del Estado en reformas progresivas que le valieron la acusación de “comunista”.

El impacto en la región cuyana del lencinismo y el bloquismo era considerable porque hasta entones, en la tradición política conservadora de las dos provincias, los humildes sólo habían tenido derecho a la obediencia.

Cantoni pudo revertir la percepción de los hechos entre los trabajadores: más que un criminal, logró ser considerado un médico preocupado por la salud y el futuro de los pobres, a quienes atendía gratis en su consultorio.

El prisma conservador, en cambio, proyectaba otro dictamen: Federico Cantoni, junto a sus hermanos Aldo y Elio, conformaba un clan que promovía el odio de clases y la anarquía, y representaban una amenaza a las jerarquías.

La Rinconada, el lugar del atentado
La Rinconada, el lugar del atentado

Con el enfrentamiento instalado entre “pueblo” y “oligarquía”, y la abstención de los radicales yrigoyenistas, Cantoni ganó las elecciones por el sesenta por ciento de los votos en enero de 1923.

De inmediato, un miembro de la Corte Suprema -el único que había sido designado de acuerdo con la ley- decretó su libertad por defectos procesales en su detención.

Y la Legislatura, con mayoría bloquista, sancionó la Ley de Amnistía para los homicidas de Jones.

No se arrepintieron. En lugar de presentar la ley como un acto de perdón, dijeron que era un acto de “perfecta justicia para quienes expusieron hasta su propia vida para arrancar a San Juan de las garras de la tiranía”.

Cantoni asumió el poder del modo que quiso: el 12 de mayo de 1923 irrumpió en la Casa de Gobierno con las masas en la calle, en contra de la voluntad del vicegobernador en ejercicio, que había fijado la fecha para el 9 de julio, tres años después de la asunción de Jones, como indicaba el calendario institucional.

A fines de 1924, aún en contra de la opinión de Marcelo T de Alvear, el Congreso volvió a intervenir Mendoza y San Juan con la intención de detener las experiencias populistas de Carlos Washington Lencinas y de Federico Cantoni, que sembraban “el odio de clases, la disolución social en el espíritu de las gentes humildes”, según las reflexiones mas apesadumbradas.

Luego de la intervención federal, el bloquismo volvió a ganar en San Juan en 1926 con la candidatura de Aldo Cantoni, que tenía una formación doctrinaria de izquierda, de la que carecía su hermano Federico.

Luego de la intervención federal, el bloquismo volvió a ganar en San Juan en 1926 con la candidatura de Aldo Cantoni
Luego de la intervención federal, el bloquismo volvió a ganar en San Juan en 1926 con la candidatura de Aldo Cantoni

A la espera de la asunción, el gobernador electo sufrió un atentado contra su vida que derivó en al muerte de su chofer. En represalia, uno de los atacantes que escapó hacia la montaña fue perseguido por los cantonistas.

Cuando lo detuvieron, antes que llevarlo a los tribunales, lo mataron.

Este tipo de respuestas emocionales conducía a sus adversarios a definir al bloquismo como una “banda de asesinos que tiraniza la provincia” y a justificar la popularidad de Federico Cantoni en las tribunas del antipersonalismo durante la campaña presidencial de 1928 sólo por la supuesta atracción que genera un “asesino famoso”, como lo calificaban, para no dejar que su figura se alejara demasiado de la eliminación física de Jones.

La venganza de Yrigoyen

Yrigoyen mantuvo aferrado el partido entre los años 1922 y 1928. No perdió la popularidad. Buscó el consenso en las clases medias profesionales y las dependientes del Estado, con programas de asistencia para los más humildes, como base de su proselitismo.

En las elecciones de abril de 1928 Yrigoyen casi duplicó los votos de la fórmula antipersonalista Leopoldo Melo-Vicente Gallo. Asumió el 12 de agosto.

Yrigoyen recordó todo cuando inició su segundo mandato. Recordó a Cantoni,y se ocupó de reprimir a la escisión radical.

Bajo el auspicio de la “moral política”, Yrigoyen intervino San Juan, desalojó a los bloquistas e inició una persecución contra ellos.

Esta vez no hubo moderación ni cautela, como en anteriores intervenciones.

A sus 76 años, Yrigoyen mantenía aquel espíritu revolucionario con el que había enfrentado al régimen conservador, pero ahora encauzado hacia la represión estatal de dos escisiones radicales con liderazgos tan personales como el suyo, más reformadores que él incluso: San Juan fue la primera provincia que incorporó el sufragio femenino, Mendoza, la primera que sancionó la ley del salario mínimo. Pero el jefe del Ejecutivo juzgaba a los populismos provinciales apartados de los “principios cívicos y republicanos”, pese a que la elección popular había avalado en repetidas ocasiones a los dos movimientos, el lencinismo de Mendoza, y el bloquismo sanjuanino.

El voto femenino por primera vez en la Argentina fue en San Juan en 1927, una propuesta del bloquismo de la UCR
El voto femenino por primera vez en la Argentina fue en San Juan en 1927, una propuesta del bloquismo de la UCR

La venganza se inició en el Senado. La Cámara alta rechazó el diploma de Federico Cantoni, que intentó defender sus principios políticos y sociales durante cinco sesiones del recinto.

“No hay un solo argentino capaz de decir que Lencinas no sea un ladrón o que Cantoni no sea un asesino”, argumentó un yrigoyenista para impedir el ingreso de ambos lideres populistas al cuerpo legislativo.

Cantoni volvió a San Juan, y regresaría al gobierno en las elecciones de 1931. Lencinas, en cambio, a quien también le rechazaron su diploma en el Senado, tendría menos fortuna: lo mataron el día que regresó a Mendoza, mientras la multitud lo aclamaba.

El bloquismo, que nació como escisión radical y tuvo su bautismo político fundacional con el crimen de Amable Jones, pudo perdurar como movimiento de masas provincial. El lencinismo mendocino se fue apagando con la muerte de su líder.

Marcelo Larraquy es periodista e historiador (UBA). Su último libro publicado es “Fuimos Soldados. Historia secreta de la Contraofensiva montonera”. Ed. Sudamericana, 2021

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