Religiosas y rebeldes: historias de mujeres que lucharon por el empoderamiento femenino dentro de la Iglesia

Desde los claustros y fuera de ellos, pelearon contra los prejuicios y las jerarquías católicas de cada época. Escribieron grandes obras, combatieron al racismo, la pobreza y las injusticias y hasta crearon un sindicato. Las historias de Sor Juana Inés de la Cruz, María Antonia de San José, Katherine Marie Drexel, Nazaria Ignacia March, la Hermana Dulce y María Teresa Porcile Santiso

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María Teresa Porcile Santiso, Sor Juana Inés de la Cruz, María Antonia de San José, Nazaria Ignacia March, la Hermana Dulce y Katherine Marie Drexel
María Teresa Porcile Santiso, Sor Juana Inés de la Cruz, María Antonia de San José, Nazaria Ignacia March, la Hermana Dulce y Katherine Marie Drexel

Cuando escuchamos la palabra “Santa”, “Beata” o “Laica Comprometida” automáticamente, nuestro inconsciente (católicos o no) vuela hacia mujeres con luengos hábitos, con sus ojos mirando al cielo, que no caminan sino que se deslizan a 10 cm del piso, sumisas a la Jerarquía católica y a los mandatos sociales de su época, silenciosas, casi imperceptibles, alejadas de las cuestiones cotidianas y mucho más de la política y de los problemas del mundo. Cumpliendo con los versos de Fray de León: “¡Qué descansada vida/la del que huye del mundanal ruido,/y sigue la escondida senda, por donde han ido/los pocos sabios que en el mundo han sido”.

Error, gravísimo error. En estos seis ejemplos de diferentes épocas veremos santas, beatas y laicas comprometidas que han fundado sindicatos, que han luchado contra la trata de blancas; que ha creado hospitales, y han puesto la intelectualidad teológica al servicio del empoderamiento femenino.

Sor Juana Inés de la Cruz (1648?–1695)

Una de las características menos conocidas de Sor Juana Inés de la Cruz: era gran cocinera y hasta escribió un libro de recetas.
Una de las características menos conocidas de Sor Juana Inés de la Cruz: era gran cocinera y hasta escribió un libro de recetas.

“...lee tantos libros y es tan ávida de conocimiento que en mujer asusta” dijeron de la mexicana Juana Inés de Asbaje Ramírez de Santillana, mejor conocida como Sor Juana Inés de la Cruz, monja jerónima mexicana, la Décima musa. Su obra se encuadra dentro del movimiento comúnmente llamado “Siglo de oro español”. Quedará siempre un enigma sobre Sor Juana, quiense han escrito ríos, mares, océanos de tinta: ¿ingresó al claustro por fe y devoción?, ¿o fue el único espacio relativamente libre, para expresar sus opiniones? Su rebeldía es por demás harto conocida y de fama mundial, quizá la monja más rebelde y feminista en el ámbito de la literatura. Aprendió a leer y escribir desde los tres años de edad mientras vivía con su abuelo materno en la hacienda Panoaya, allí los trabajadores indígenas le enseñaron Náhuatl, lengua en la que también escribió parte de su literatura. Al morir su abuelo en 1656, ella heredó su vasta biblioteca colmada de clásicos griegos, latinos y españoles, por lo que desde niña fue una asidua lectora.

A los 15 años de edad, Sor Juana fue aceptada en la corte del virrey Antonio de Toledo y Salazar tras un difícil examen hecho por 40 doctores en teología, filosofía y humanidades. Una vez aceptada, aprendió latín en solo 20 lecciones impartidas por Martín de Olivas. Cuando cumplió 17 años decidió que su vida debía ser Monacal. Ingresó al Carmelo, pero la exigencia de la orden era muy severa, enfermó y tuvo que salir del Claustro. Más luego fue al monasterio de las Jerónimas, de vida más relajada y con posibilidad de estudiar y componer. Se sabe que Sor Juana recibía pagos de la Iglesia y de la corte por componer obras y autos sacramentales. Es tan amplio su repertorio, que abarcó romances, sonetos, liras, endechas, redondillas, décimas, villancicos, obras de teatro y prosa y hasta un libro de cocina.

Todos conocemos su famosa redondilla de “Hombres necios que acusáis…” El tema principal del poema es la crítica a la postura del hombre ante la mujer; su actitud hipócrita, egoísta e impulsiva y deja muy claro su desacuerdo. Otro de sus poemas famosos es “Detente Sombra” pero ahí se confunde el amor místico con el humano, y cada uno podrá interpretar lo que desee: “Detente, sombra de mi bien esquivo /imagen del hechizo que más quiero, /bella ilusión por quien alegre muero, dulce ficción por quien penosa vivo.”

Además de escritora, Sor Juana Inés de la Cruz tocaba la lira. La pintura es una de la serie sobre ella del artista Jorge Sánchez Hernández
Además de escritora, Sor Juana Inés de la Cruz tocaba la lira. La pintura es una de la serie sobre ella del artista Jorge Sánchez Hernández

Sin embargo, se sabe que mucha de su obra se perdió, sobre todo al final de su vida, cuando fue “invitada” a dejar de escribir y se le obligó a cumplir lo que las autoridades eclesiásticas consideraban las tareas apropiadas de una monja. Esto ocurrió alrededor de 1693. También algunos afirman que en 1694, cuando renovó sus votos, tuvo mayor dedicación al trato con Dios y con su fe, considerando todo lo demás superfluo.

En 1695, la ciudad de México fue azotada por una gran epidemia, no queda claro si fue fiebre amarilla o tifus. Sor Juana será víctima de esta por quedarse a cuidar a sus hermanas enfermas del claustro de San Jerónimo: de cada 10 hermanas fallecieron 9. El 17 de abril, a las 4:00 muere Sor Juana. Es enterrada en el Coro bajo de la capilla ese mismo día, con una plaza en ese lugar que reza: “En este recinto que es el coro bajo y entierro de las monjas de San Jerónimo fue sepultada Sor Juana Inés de la Cruz el 17 de abril de 1695.” En unas excavaciones arqueológicas en dicho espacio hallaron unos restos. Todo apuntaría que pertenecen a Sor Juana. El cuerpo hallado fue sepultado con un hábito de gala, acompañado de un medallón de carey en forma oval y un rosario de 2,80 metros de longitud. Su vestimenta, así como su disposición entre el resto de sepulturas, indican que se trataba de una persona con “prestigio en la comunidad religiosa”, pero al no contar con ADN, se presume que son sus restos. Poco importa, porque Sor Juana vive en su lucha de las mujeres por ser reconocidas como iguales.

María Antonia de San José (1730-1799)

María Antonia de San José caminó desde Santiago del Estero a Buenos Aires virreinal, donde se enfrentó a los poderes e impuso el legado de los Jesuitas, entonces prohibidos
María Antonia de San José caminó desde Santiago del Estero a Buenos Aires virreinal, donde se enfrentó a los poderes e impuso el legado de los Jesuitas, entonces prohibidos

La Beata rebelde, contumaz y andariega María Antonia de San José (popularmente conocida como “Mamá Antula”) nace en Santiago del Estero, Virreinato del Rio de la Plata, en 1730, de familia “noble y principal” como se decía en aquel entonces. Desde muy joven comenzó a trabajar con los jesuitas ayudando a organizar los ejercicios espirituales. Realizará votos “sobre el Altar” es decir que consagró su vida a Dios, pero viviendo en su casa como “Beata”. Hoy sería conocida como “laica Consagrada”.

Cuando se produjo la expulsión de los jesuitas en 1767, María Antonia tomó la tarea de los ejercicios espirituales dejada por los “expulsos” y buscará a religiosos y sacerdotes para que asumieran las labores propias de la predicación y la confesión, mientras que ella se ocuparía del alojamiento y las provisiones para continuar la obra. Aprenderá el idioma quechua para poder predicar a los pueblos originarios en su propia lengua.

Primer muestra de desobediencia: la Compañía de Jesús había sido disuelta por el Papa y todos los Jesuitas encarcelados por orden del Rey, ni siquiera la memoria de San Ignacio de Loyola se podía celebrar, pero ella obedeciendo solo a su conciencia, llevará a cabo su obra aún en contra de los decretos papales y reales. Organizará los ejercicios espirituales en Santiago del Estero, Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, y Córdoba. En 1795 llegará a la ciudad de la Santa Trinidad (más tarde el nombre del puerto -Buenos Aires- se transformará en el nombre de la ciudad toda). No le fue fácil; al ingresar a la ciudad fue apedreada, la acusaron de loca y fanática. El obispo de Buenos Aires Mons. Malvar y Pinto y el Virrey Pedro Melo de Portugal y Villena, ambos totalmente anti-jesuíticos, la trataban de “jesuita disfrazado”. Durante nueves meses, todos los días fue al obispado y al fuerte para lograr la autorización de construir una casa de ejercicios espirituales, (Hoy la “Santa Casa de Ejercicios Espirituales” de la ciudad de Bs. As.) y a fuerza de tenacidad, lo logra, a tal punto que ningún sacerdote era ordenado sin el visto bueno de la Mama Antula, dándole a una mujer un papel significativo en la Iglesia de entonces.

La doctora Adriana Mendia en pleno análisis de los restos de Mamá Antula antes de su beatificación
La doctora Adriana Mendia en pleno análisis de los restos de Mamá Antula antes de su beatificación

“La paciencia es buena, pero mejor es la perseverancia…” escribirá en una de sus cartas. Pero fue más lejos; enseñó a leer y a escribir a las mujeres de su época, luchó denodadamente contra la prostitución y muchas de las mujeres rescatada de la trata de blancas fueron luego “beatas” en su casa. En las tandas de retiros espirituales las señoras de las familias acaudaladas cocinaban y servían la mesa a los más desposeídos de la sociedad y dormían en las mismas habitaciones sin distinción de clases alguna. Viajó a Colonia del Sacramento y luego a Montevideo llevando su ideario de realizar ejercicios espirituales. En una carta que le escribe el Obispo de Córdoba del Tucumán José Antonio de San Alberto Campos y Julián en 1782, le indica: “en virtud de Santa Obediencia, le observo que venga a dar los ejercicios en esta ciudad” a lo que ella le responde: “…Lo pensaré y luego le responderé” y en más de una oportunidad, dejó al Virrey con la palabra en la boca dando medio vuelta y yéndose en alguna conversación. Murió el 7 de marzo de 1799 en la “Casa de ejercicios Espirituales” ¿Se pueden imaginar ustedes una mujer en el S. XVIII que dejó todo, para continuar las tareas de una Orden religiosa prohibida por el Papa y por el Rey, siendo laica, sola y solo escuchando a su conciencia? Pues bien, existió. Fue Beatificada por el Papa Francisco por su delegado el Cardenal Ángelo Amato en Santiago del Estero el 27 de agosto de 2016.

Katherine Marie Drexel (1858 -1955)

La Madre Katherine Drexel desechó vivir con la fortuna heredada de su padre, un accionista del JP Morgan, para luchar contra el racismo en los Estados Unidos
La Madre Katherine Drexel desechó vivir con la fortuna heredada de su padre, un accionista del JP Morgan, para luchar contra el racismo en los Estados Unidos

Millonaria, monja y defensora de los Pueblo originarios. Katharine Marie Drexel nace el 26 de noviembre de 1858 en Filadelfia, Pensilvania, Estados Unidos. Katherine es la segunda hija de Hannah y Francis Anthony Drexel, socio de JP Morgan. La madre de Katerine murió poco después de su nacimiento. Su padre se casó con Emma Bouvier, una devota católica que las educó en la fe a ella y a su hermana mayor. Al pertenecer a lo más alto de la sociedad estadounidense, no le faltaron pretendientes; la concurrencia a fiestas y convites era lo suyo, pero también poseía una gran caridad para con los más necesitados. En 1885, fallece su padre y la deja a ella -de solo 27 años- y a sus hermanas con una renta anual en utilidades de las empresas de 14 millones de dólares (de aquella época), pero no se marea con el flujo de dinero inagotable.

Su avidez por los libros la llevará a leer “La centuria del Deshonor”, escrito por Helen Hunt Jackson y esa fue su revelación. Comienza a ver la necesidad de ayuda a las personas de los pueblos originarios y afroamericanos de los Estados Unidos. Una mujer hermosa, joven y billonaria, ¿piensa en ayudar a los pueblos originarios y a los afroamericanos a rescatar su entidad y pertenencia? Es obvio el comentario general de la sociedad: Katherine había enloquecido. Pero no, irá a Roma y conseguirá hablar con el Papa León XII, durante una audiencia en 1887, y le solicita al Papa que envie más misioneros al estado de Wyoming el Papa le respondió: “¿Misioneros? ¿Y por qué tú no te haces misionera?”. Esas palabras cambiaron el curso para el resto de su vida. Y dará vuelta el sueño americano “de la pobreza a la riqueza” a “de la riqueza a la pobreza”, fundando la congregación de las “Hermanas del Smo. Sacramento”, dedicándose a los más pobres y más olvidados de sus hermanos en América, los pueblos originarios y Afroamericanos .

la madre Katherine Drexel con un grupo de niños afroamericanos. Ella sufrió los ataques del Ku Klux Klan
la madre Katherine Drexel con un grupo de niños afroamericanos. Ella sufrió los ataques del Ku Klux Klan

“Queremos que terminen los servicios aquí”, declaraba el aviso clavado en una iglesia católica en Beaumont, Texas, en 1922, para ser entregado a la Madre Katherine. “No nos quedaremos sin hacer nada mientras sacerdotes blancos celebran misas con negros y monjas les enseñan a leer frente a nuestras familias. Desistan de hacer esto en una semana o azotes seguidos por alquitrán y plumas es lo que les espera” esta amenaza no fue la primera que Katherine Drexel recibió del Ku Klux Klan y grupos similares, y tampoco sería la última. En una de sus cartas escribe: “A veces, en mi deseo de trabajar por otros siento mis manos atadas, algo ataja mis deseos de caridad, influencias hostiles me hacen sentir sin poder. Mis oraciones parecen no conseguir nada, mis actos de bondad son rechazados, parece que hago lo equivocado cuando trato de hacer lo mejor que puedo. En esos casos no debo sufrir; estoy convencida que voy detrás de la búsqueda de justicia, como lo hizo el Señor…”

Los ajados zapatos de la Madre Katherine Drexel
Los ajados zapatos de la Madre Katherine Drexel

Ella y sus hermanas de la orden sufrirán calumnias y persecuciones de todo tipo, pero seguirán adelante con su tarea de empoderamiento en los Estados más segregacionistas de USA. Por ejemplo, en 1913, la legislatura del estado de Georgia intentó impedir a las Hermanas del Santísimo Sacramento enseñar a los niños negros en la ciudad de Macon. ¿Por qué? Simplemente porque las hermanas eran blancas y los niños eran negros. La Madre Katherine ganó esa batalla. Dos años más tarde, cuando ella compró un edificio abandonado en New Orleans para empezar la Universidad Xavier, la cual sería la primera universidad en los Estados Unidos para los afroamericanos, vándalos rompieron cada una de sus ventanas y puertas. Pero ninguno de estos incidentes desalentó a la Madre Katherine. Ella quería ser “la madre y sierva de los pueblos originarios y de los afroamericanos”. Agotada y trabajadora hasta sus últimos días de su casi centenaria vida, (aunque estuvo retirada por un largo tiempo por una afección cardíaca) murió́ el 3 de marzo de 1955 a la edad de 96 años. Fue canonizada el 1ro. De octubre del año 2000, por Juan Pablo II.

Nazaria Ignacia March Mesa (1889-1943)

La Madre Ignacia Nazaria March Mesa, creadora de un sindicato de mujeres en Bolivia
La Madre Ignacia Nazaria March Mesa, creadora de un sindicato de mujeres en Bolivia

Santa sindicalista y luchadora por los derechos laborales de las mujeres. Nazaria Ignacia March Mesa nace en Madrid (España) el 10 de enero de 1889, en el seno de una familia obrera con la que, debido a los problemas económicos que atravesaban, se trasladó a México. Allí inició su vida religiosa: pronto ingresó a la Congregación de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados y tomó el nombre de Nazaria de Santa Teresa. En 1912, como primera misión, fue enviada a Oruro (Bolivia) lugar en el que permaneció 12 años, los que dedicó al cuidado de ancianos y pudo observar el maltrato hacia las mujeres obreras. Algo maduraba en su interior. Tiempo después, en 1920, durante sus ejercicios espirituales Nazaria sintió un llamado interior que la llevó a fundar una nueva congregación religiosa que portaría el estandarte de la Cruz. Y funda la Congregación de las “Hermanas Misioneras de las cruzadas Pontificias”.

Ella escribirá sobre el nuevo instituto: “...Este es nuestro espíritu; guerrero, fiel, nada de cobardías; repartirse entre los pobres, animar a los tristes; dar la mano a los caídos, enseñar a los hijos del pueblo; partir su pan con ellos…” Y ahí comenzó la nueva historia. Ella no era una mujer dócil y sumisa ante las injusticias de su época y más con las obreras de Bolivia. En 1933 organizó a las mujeres de los mercados y comercios de Oruro para formar el primer sindicato obrero femenino de Bolivia. Una mujer, una monja ¿empoderando a las mujeres bolivianas a principios del S. XX? Sí, así fue. Obviamente sus ideales radicales no fueron recibidos con agrado por las autoridades civiles y eclesiásticas. Pero ella insistió y lo logró.

Una representación de la Madre Nazaria Ignacia March Mesa junto a obreras de Oruro, Bolivia
Una representación de la Madre Nazaria Ignacia March Mesa junto a obreras de Oruro, Bolivia

Pero no termina allí su camino de lucha, partirá para España y en 1936 se detona la Guerra Civil. Fue apresada junto a varias de sus compañeras e iban a ser ejecutadas por su condición de religiosas. Obviamente no se amedrentó y reclamó ante las autoridades de la República. Fueron los cónsules de Argentina y Uruguay quienes la salvaron de la muerte. Llegará a Argentina y fallecerá en el Hospital Rivadavia en Buenos Aires el 6 de julio de 1943. Su cuerpo fue trasladado a Oruro en 1972. Fue Canonizada en Roma por el Papa Francisco el 14 de octubre de 2018.

María Rita de Sousa Brito Lopes (1914–1992)

La "Hermana Dulce" de Brasil junto a su inspiradora, la Madre Teresa de Calcuta
La "Hermana Dulce" de Brasil junto a su inspiradora, la Madre Teresa de Calcuta

La “Madre Teresa” de Brasil nace en San Salvador de Bahía. También llamada la Hermana Dulce (Irmã Dulce) lamentablemente no es muy conocida en la Argentina, pero su obra lo amerita. En este pequeño listado de mujeres consagradas luchadoras de la América Latina, no la podemos dejar de lado, sobre todo siendo contemporánea nuestra. Desde pequeña manifestó su deseo de ayudar y de buscar justicia por los más necesitados. Nacida en el barrio Barbalho, concurría a la parroquia de Santo Antônio Além do Carmo. La niña María Rita era llena de alegría y le fascinaba realmente jugar al fútbol. Era una fan de Esporte Clube Ypiranga. A la edad de 13 años, ya atendía a enfermos en la puerta de su casa. Es en este momento su casa es conocida como “Portería de San Francisco”, tal la aglomeración de personas pobres que ella asistía.

En 1933, la joven ingresó a la Congregación de las Hermanas Misioneras de la Inmaculada Concepción de la Madre de Dios en el Convento de Nuestra Señor del Carmen, en San Cristóbal (Sergipe). El mismo año recibió el hábito y adoptó el nombre de Hermana Dulce (Irmã Dulce) en honor a su madre, Dulce María de Souza Brito Lopes Pontes, que había fallecido muy joven. El abandono y la miseria de mucha gente que vivía en las afueras de la ciudad de San Salvador era un constante golpeteo en su corazón. La primera misión de la hermana Dulce como religiosa fue enseñar en una escuela mantenida por su congregación, en el barrio de Massaranduba, en Cidade Baixa, en Salvador.

Su pensamiento, al igual que la Madre Teresa de Calcuta, se centró en trabajar con los pobres. En 1939, Irmã Dulce tomó cinco casas abandonadas en Ilha dos Ratos, para albergar a los enfermos que recogía en las calles de Salvador. Expulsada del lugar, peregrinó durante una década, llevando a sus pacientes a varios puntos de la ciudad. Dicho acto casi la lleva a la exclaustración de la congregación, que no veía con buenos ojos el accionar de Irmã Dulce. Pero su lucha contra las injusticias para con las clases más desposeídas es cada vez mayor. Cierto día se acercó a su convento de San Antonio con 70 enfermos y desamparados ante el horror de la madre superiora, y tomó el gallinero (sí, el corral de las gallinas del convento) para convertirlo en “Salita de primeros auxilios” y dar albergue a los desposeídos. A partir de ahí defendió con tenacidad su compromiso y no se amedrentó. No sin luchas logró que le den el lugar: ese gallinero será los cimientos de la obra social más importante y más grande de San Salvador de Bahía hasta nuestros días.

En su lecho de enferma, la Hermana Dulce recibió la visita del Papa Juan Pablo II. Poco después, falleció
En su lecho de enferma, la Hermana Dulce recibió la visita del Papa Juan Pablo II. Poco después, falleció

Es famoso el episodio, relatado por el periodista Jorge Gauthier en su libro-reportaje “Hermana Dulce: los milagros por la fe”, en el que un comerciante le escupió en la palma de la mano que la monja le extendía para demostrar el rechazo a su pedido que hiciera una donación. Como respuesta, la Hermana Dulce le extendió la mano limpia, diciéndole que la mano escupida era para ella y que la otra palma seguía libre para recibir ayuda para los pobres. En 1960, gracias a sus esfuerzos, se inaugura el Hospital San Antonio. Y quien fuera despreciada, humillada y perseguida por su obra de caridad, en 1988 fue nominada por el entonces Presidente de la República, José Sarney, con el apoyo de la Reina Silvia de Suecia para el Premio Nobel de la Paz.

Ocho años antes, el 7 de julio de 1980, la Hermana Dulce escuchó al Papa Juan Pablo II en su primera visita al país, el aliciente para continuar con su trabajo. El 20 de octubre de 1991, en una nueva visita a Brasil, el Papa Juan Pablo II, fuera de la agenda, pide de ver a Irmã Dulce, el “Ángel de Bahía”, la cual estaba ya muy enferma y concurre al Convento de San Antonio para charlar con ella en su lecho de enfermedad. Morirá el 13 de marzo de 1992, poco antes de cumplir 78 años. La fragilidad con la que vivió los últimos 30 años de su vida -tenía comprometida el 70% de su capacidad respiratoria- no le impidió construir y mantener una de las instituciones filantrópicas más grandes y respetadas del país. El Papa Francisco la canonizó el 13 de octubre del 2019, en Roma.

María Teresa Porcile Santiso (1943–2001)

María Teresa Porcile Santiso se dedicó a estudiar el empoderamiento femenino desde una visión cristiana.
María Teresa Porcile Santiso se dedicó a estudiar el empoderamiento femenino desde una visión cristiana.

La mujer que como pocas encarnó la visión cristiana del empoderamiento femenino -María Teresa Porcile Santiso- nace en Uruguay. Desde joven se interesó por la vida monástica y la intelectualidad de la mujer en la Iglesia. Ingresará al monasterio Benedictino de Montevideo, pero deberá dejar la clausura monacal para encarar su lucha. Dictará una famosa conferencia: “Ser teóloga desde América Latina: urgencia y desafío de ver la salvación desde la mujer” y comenzará su arduo camino de relaciones interreligiosas entre el cristianismo y los otros cultos. En 1991 escribirá su tesis doctoral: ""La Mujer, Espacio de Salvación. Misión de la mujer en la Iglesia, una perspectiva antropológica" el cual es un aporte muy significativo para la propia disciplina teológica y para el pensamiento eclesial.

Leemos en esta ponencia en el capítulo 4: “El movimiento de mujeres comienza en una sociedad en transformación, en mutación y desde ella ‘llega’ a la Iglesia. Es comprensible, entonces, que determinadas esferas de la Iglesia manifiesten una cierta desconfianza frente a algo que tuvo un origen histórico secular. Se expresan reservas y temores. De ahí que sea urgente el diálogo en profundidad, en apertura al Espíritu desde una identidad del ‘ser’. Es necesario salir del monólogo y del ‘impasse’ del conflicto social y abrirse a un encuentro de identidades en reciprocidad antropológica. Empezar a reflejar unidos - varón y mujer, masculino y femenino - una única imagen de Dios. Este es, posiblemente, el desafío más global del tercer milenio: empezar a escribir la historia, a ‘decirla’ desde la mutualidad y la equivalencia antropológica, en un esfuerzo por reequilibrar milenios de historia.”

Su tesis doctoral se transformó en uno de los libros más aclamados de María Teresa Porcile Santiso
Su tesis doctoral se transformó en uno de los libros más aclamados de María Teresa Porcile Santiso

Fue delegada en 1995 en la Conferencia Internacional de la Mujer en Beijing. Y poseía una de las más grandes bibliotecas particulares de Montevideo sobre teología y humanidades. Trabajo incansablemente por una vocación universalista; por los temas sociales, por el cultivo de la honestidad intelectual y de una visión desde la perspectiva del género. Escribió infinidad de artículos, presentaciones, libros los cuales fueron traducidos en diversas lenguas y participó en muchos coloquios y conferencias por el mundo. En 1998, quien estas líneas escribe; tuvo la oportunidad, junto a D. Héctor Adrián Suarez, de participar en una serie de coloquios en Montevideo auspiciados por la “Asociación de estudiantes y Profesionales Católicos”. Desde ese momento nos unió un gran vínculo de amistad y articulamos las dos orillas del Río de la Plata para aportar cada cual desde su perspectiva; temas diversos en libros del CELAM tales como “Laicos y Santos. Testimonios en américa”. Y en otras editoriales. Su temprana muerte causó un gran impacto no sólo en la intelectualidad de Uruguay, sino en todo el continente. Es considerada una de las más grandes y prolíferas escritoras católicas en temas de diálogos interreligiosos y de empoderamiento femenino en temas de religión.

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