Una es bisexual, la otra lesbiana: una historia de amor y deseo entre dos chicas que nació en una iglesia católica

Carla tiene 19 años, Sofía 17. Se conocieron en catequesis, mientras estudiaban para tomar la confirmación. "Iglesia y amor, asuntos separados", sostienen.

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A la izquierda, Sofía; a la derecha, Carla, su novia (Fotos: Lihue Althabe).
A la izquierda, Sofía; a la derecha, Carla, su novia (Fotos: Lihue Althabe).

La religión católica había sido alimento desde el origen. Su mamá es religiosa -su abuela, dos de sus tías y su madrina son catequistas– y la infancia de Carla tiene domingos iguales: domingos de misa. 

Fue después, mucho después, ya entrando en la adolescencia y precisamente en una iglesia, que Carla vio a Sofía por primera vez. Carla tenía 14 años y ya había dejado de creer que ser bisexual era "un estado de indecisión". Sofía tenía 12: faltaba poco para que le anunciara a sus padres que le gustaban las mujeres.

"De chica tenía sospechas pero no entendía muy bien. Ya en la secundaria empecé a charlar con una de mis mejores amigas sobre lo que nos pasaba. Ahí miré para atrás y repasé lo que había sentido hasta ese momento: había tenido acercamientos con amigas y después había sentido que me gustaban, que era más que una amistad. Lo mismo me había pasado con varones: una cosa no anulaba a la otra".

“Me enamoré de varones y también de mujeres”, cuenta Carla (Lihue Althabe)
“Me enamoré de varones y también de mujeres”, cuenta Carla (Lihue Althabe)

Quien habla con Infobae es Carla Chaves: tiene 19 años, está estudiando para ser acompañante terapéutica y se define como bisexual: la identidad política contenida en la letra B de la sigla LGBTI+. A su lado está Sofía Piercamilli: tiene 17 años, está en el secundario, quiere ser arquitecta y se define como lesbiana, la identidad política contenida en la letra L de la sigla.

Hace un año y medio que están de novias y se les nota el amor en gestos mundanos: no se interrumpen, ninguna siente que tiene que sobreexplicar lo que está contando la otra, se celebran los chistes, sonríen con vergüenza cuando recuerdan cómo se enamoraron.

Cuenta Carla que creció escuchando comentarios homofóbicos -"mirá a ese puto"- y bajadas de línea sobre la importancia de "la familia convencional". Que su primer beso fue con un chico y cuando tenía 12 años. Y que la primera vez que besó a una chica tenía 14. Que salió con varones, que se enamoró. Y que ahora está enamorada de una mujer.

“No pienso en el género cuando me enamoro, pienso en la persona” (Lihue Althabe)
“No pienso en el género cuando me enamoro, pienso en la persona” (Lihue Althabe)

"Es que yo no estoy pensando en el género cuando me enamoro de alguien, estoy pensando en lo que me pasa con esa persona", explica Carla. Sofía, por su parte, se dio cuenta a los 9 años que no sentía atracción hacia los varones.

"Me parecían lindas mis compañeritas del colegio pero no entendía bien qué me pasaba así que erradiqué ese pensamiento de mi cabeza. Recién a los 12 o 13 años pensé 'si también me gustan las chicas tal vez soy bisexual'", suponiendo que tenían que gustarle los hombres por default. "La verdad es que nunca estuve con un varón, a los 14 entendí que no me gustaban ni ahí", recuerda, y frunce la cara.

La iglesia en la que se vieron por primera vez

En catequesis, en 2014. Sofía con camisa blanca de mangas cortas. Carla es la de vestido azul.
En catequesis, en 2014. Sofía con camisa blanca de mangas cortas. Carla es la de vestido azul.

Carla y Sofía iban al mismo colegio -el Roberto Arlt, en Tortuguitas- pero nunca se habían visto. Fueron sus familias las que, sin saberlo, propiciaron el encuentro. Unos y otros mandaron a sus hijas a catequesis a la iglesia Nuestra señora de Fátima, también en Tortuguitas.

"Ahí teníamos catequesis y misa, todo junto. La idea era que tomáramos la confirmación, nada más", sonríe Carla. Fue bajo un Cristo de madera que cruzaron las primeras miradas que, enseguida, se extendieron a los recreos del colegio. Era el año 2014, Carla tenía 14 años, iba a tercer año; Sofía tenía 12, recién había terminado la primaria.

“Yo no pienso en el género, pienso en la persona”, dice Carla Chaves a Infobae (Lihue Althabe)
“Yo no pienso en el género, pienso en la persona”, dice Carla Chaves a Infobae (Lihue Althabe)

Fueron, al comienzo, sólo miradas, porque Carla estaba saliendo con un varón. Carla y Sofía se besaron por primera vez en un cumpleaños, frente al resto de los invitados. "No fue a escondidas", recuerda. "Había varias chicas besándose con chicas en el mismo cumpleaños".

Carla se separó del adolescente con el que salía pero, durante los años que siguieron, mantuvo una relación de amistad con Sofía. El 7 de diciembre de 2017 fue su fiesta de egresados. Podía llevar una invitada y eligió ir con la chica que ahora le acaricia la mano. Se pusieron de novias en la madrugada del 8 de diciembre, mientras los católicos del mundo conmemoran el día de la Inmaculada Concepción de la Virgen María.

Se pusieron oficialmente de novias hace un año y medio (Lihue Althabe)
Se pusieron oficialmente de novias hace un año y medio (Lihue Althabe)

Sofía ya había salido del clóset un año antes, cuando le mandó un mensaje de texto a sus padres desde el colegio para decirles que quería compartir con ellos "algo bueno" que le estaba pasando. La salida del clóset de Carla fue más explosiva, después de que su mamá le dijera: "Esa chica con la que ahora te juntás tiene actitudes raras, parece lesbiana".

Dicen las dos que esperaban que sus madres fueran más abiertas que sus padres pero ocurrió lo contrario. Creer que las mujeres y las madres tienen que ser siempre más sensibles y comprensivas también es un "estereotipo de género" (según la definición de la ONU, "una opinión o un prejuicio acerca de atributos o características que hombres y mujeres poseen o deberían poseer o de las funciones sociales que ambos desempeñan o deberían desempeñar").

(Lihue Althabe)
(Lihue Althabe)

Pasó el tiempo, los padres entendieron que insistirles para que fueran a terapia era un modo de patologizar lo que sentían. Hoy todos respetan sus decisiones de vida, "tanto una de mis tías, que es militante feminista como la otra, que es muy religiosa", se alegra Carla.

Así como ellas -y muchos de su generación- ya no creen que están obligados a definirse dentro de otro sistema binario ("o te gustan los hombres o te gustan las mujeres"), Carla y Sofía tampoco creen que la exclusividad sexual y afectiva es la única forma posible de pensar una pareja. Eligieron tener una relación monogámica pero no consideran que la otra es una propiedad.

 

"Yo no siento la necesidad de estar con otra persona hoy, pero sabemos que si alguna tiene el deseo de estar con otra persona, mientras lo hablemos está todo bien", revela Sofía. "Si la otra sabe y es consentido, no hay mentira y no hay infidelidad", cierra Carla.

Después se despiden. Sofía se para y se adelanta. Tiene dos pañuelos atados en la mochila: el verde, símbolo del aborto legal, seguro y gratuito y el naranja, para que Iglesia y Estado sean asuntos separados. Iglesia y amor, también.

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