Un sacerdote, una denuncia y diez años de dolor

Desde 2006, un joven correntino vivió reiteradas situaciones que ya no lo dejarían dormir en paz: “El cura entró detrás de mí, apagó la luz y me violó”, asegura. La Justicia había absuelto al acusado, pero ahora el fallo se declaró nulo y deberá dictarse una nueva sentencia

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El sacerdote Domingo Pacheco fue denunciado por abuso sexual (El Litoral)
El sacerdote Domingo Pacheco fue denunciado por abuso sexual (El Litoral)

"Ya pasó mucho tiempo, pero cada vez me hace peor", lamenta Osvaldo Ramírez. Hoy tiene 25 años, pero su calvario comenzó diez años atrás. En el medio, idas y vueltas judiciales que obligaron a Osvaldo a relatar la denuncia de un hecho traumático una y otra vez. El joven correntino asegura que el sacerdote, ahora suspendido, Domingo Pacheco, abusó sexualmente de él en reiteradas oportunidades.

"A vos no te van a creer porque sos un loquito que toma pastillas", cuenta Osvaldo que le advertía el sacerdote cuando el joven, ya abusado, logró tomar valor para hacer la denuncia. No fue fácil dejar de esconder el dolor: "Me amenazaba y me decía que si hablaba, iba a ser peor", recuerda.

La denuncia judicial comenzó en 2011, bajo la carátula de abuso sexual con acceso carnal. Pero el trauma de Osvaldo había comenzado mucho antes, desde 2006. El joven contó que bajo la excusa de un proyecto para digitalizar la Biblia, él y su familia confiaron en el sacerdote de la parroquia de Esquina, su pueblo: "Nunca imaginamos que detrás de esa sotana había un monstruo. Es un psicópata", lamenta el correntino. Es que, con ese pretexto, un día Domingo Pacheco invitó a Osvaldo a trabajar "en la pieza de arriba, con una computadora más rápida". Pero no había ninguna computadora. "Trabó la puerta, apagó la luz, me agarró por detrás y desde entonces sus abusos se repitieron", relató el joven.

Osvaldo Ramírez (25), denunció por abuso sexual a un sacerdote (Actualidad Esquina)
Osvaldo Ramírez (25), denunció por abuso sexual a un sacerdote (Actualidad Esquina)

A pesar de los exámenes médicos y un visible estrés postraumático que Osvaldo sigue intentando controlar bajo tratamiento psicológico, en 2013 la Justicia le dio un cachetazo: Domingo Pacheco fue absuelto. "Cuando lo liberaron lloré todo el día", cuenta el muchacho que, paradójicamente, nunca perdió la fe: "No me enojé con Dios", sostiene.

De aquel juicio Osvaldo tiene los peores recuerdos: "Esos jueces se reían de mí. El presidente del tribunal hacía gestos, se burlaba de nosotros. Cuando Pacheco o su defensa hablaban, ellos asentían y parecía que hasta se ponían contentos con lo que decía; no fueron imparciales".

El joven agregó a Infobae que "un testigo de ellos, supuesto psicólogo, decía que yo tenía secuelas por una elección personal y no por una violación, pero en mis exámenes médicos se arrojó que tenía cicatrices correspondientes a un abuso en un lapso de tiempo que coincidía con los hechos que estoy denunciando".

Mientras, el tiempo pasaba, el dolor no sanaba y también debía cargar con la impotencia de saber que el presunto abusador goza de la libertad.

El sacerdote Pacheco, al celebrar su libertad en 2013 (El Libertador)
El sacerdote Pacheco, al celebrar su libertad en 2013 (El Libertador)

Pero ahora, Osvaldo tiene una nueva esperanza. El Superior Tribunal de Justicia de Corrientes declaró nulo el fallo que absolvió a Pacheco en 2013 y la causa se reenvió al Tribunal Oral Penal de Goya: se deberá dictar una nueva sentencia. Los argumentos de la Corte para esa decisión respaldan el relato de Osvaldo: "El fallo está plagado de descalificaciones personales hacia la víctima, su hermano y los profesionales médicos intervinientes, tomando posición adelantada en relación a la víctima, esbozando preconceptos sobre ésta y en forma general sobre la labor médica de quienes asisten a las víctimas en estos casos", indicaron.

Osvaldo celebra la nueva chance que tiene en la Justicia pero, diez años después, toda la pesadilla volverá a estar más presente en su cabeza: "Por las noches todavía me despierto llorando porque siento que lo tengo encima mío. Pasaron diez años, pero me sigo meando en la cama por miedo", se sinceró el joven a este medio.

Finalmente, el denunciante se animó a afirmar que en Esquina, su pueblo, hay un silencio incómodo: "Yo sé que acá hay más chicos que pasaron por lo mismo que yo en manos de este sujeto, pero este es un pueblo chico y por miedo no quieren hablar". Por eso Osvaldo cierra: "Pido a Dios todos los días que esta persona no vaya nunca más a una iglesia".