
Un análisis de datos de más de 4 millones de adultos reveló que quienes consumen cannabis presentan un riesgo casi cuatro veces mayor de desarrollar diabetes tipo 2 en comparación con quienes no lo hacen.
Este hallazgo, presentado en la Reunión Anual de la Asociación Europea para el Estudio de la Diabetes (EASD) en Viena, Austria, expone una posible relación entre el uso de cannabis y la aparición de esta enfermedad metabólica, en un contexto donde el consumo de la sustancia aumenta a nivel global.
El estudio, dirigido por el doctor Ibrahim Kamel y su equipo del Boston Medical Center, se basó en el análisis retrospectivo de registros electrónicos de salud provenientes de 54 organizaciones sanitarias de Estados Unidos y Europa, integradas en la TriNetX Research Network.
La muestra incluyó a 96.795 pacientes ambulatorios, de entre 18 y 50 años, con diagnósticos relacionados con el consumo de cannabis —desde uso ocasional hasta dependencia, abarcando casos de intoxicación y abstinencia— registrados entre 2010 y 2018.
Los datos de estos participantes se compararon con 4.160.998 individuos sin antecedentes de consumo de sustancias ni enfermedades crónicas importantes, igualados por edad, sexo y condiciones de salud preexistentes al inicio del seguimiento, que se extendió durante cinco años.

Según los hallazgos del análisis, el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 resultó casi cuatro veces mayor en el grupo de consumidores de cannabis.
El equipo investigador controló una amplia variedad de factores de riesgo para aislar la asociación entre el consumo de cannabis y la aparición de diabetes tipo 2. Entre las variables se incluyeron antecedentes de enfermedades cardiovasculares, consumo de otras sustancias y condiciones metabólicas previas, con el objetivo de reducir al máximo el sesgo de confusión y fortalecer la validez de los resultados.
El doctor Kamel subrayó la importancia de estos hallazgos para la salud pública ante un escenario en que el cannabis resulta cada vez más accesible y socialmente aceptado en diferentes jurisdicciones.
“A medida que el cannabis se vuelve más disponible, aceptado y legalizado en varias jurisdicciones, es esencial comprender sus posibles riesgos para la salud”, afirmó el especialista.
Además, remarcó la necesidad de que los profesionales sanitarios incluyan la concienciación sobre el riesgo de diabetes en el tratamiento y la orientación de personas con trastornos por consumo de sustancias, y que aborden de forma rutinaria el tema del cannabis con sus pacientes para evaluar el riesgo global de diabetes y la posible necesidad de monitoreo metabólico.
A nivel global se percibe un crecimiento sostenido en el consumo de cannabis, con una estimación de 219 millones de usuarios —el 4,3% de la población adulta mundial— en 2021, según indicaron los autores del estudio.

Los efectos metabólicos a largo plazo de la sustancia permanecen poco claros.
Mientras algunos estudios previos sugieren que el cannabis podría tener propiedades antiinflamatorias o contribuir al control del peso, otros advierten sobre posibles alteraciones en el metabolismo de la glucosa y la resistencia a la insulina. Hasta ahora, la magnitud del riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 asociada al consumo de cannabis no se había definido con precisión.
Pese a la solidez de la muestra y el ajuste por múltiples variables, los autores reconocieron varias limitaciones en su investigación.
Como se trata de un estudio retrospectivo, no es posible establecer una relación causal directa entre el consumo de cannabis y la aparición de diabetes tipo 2.
Además, la falta de información detallada sobre la cantidad y la forma de consumo, así como la posible clasificación errónea de los participantes, podría influir en los resultados. Los registros médicos electrónicos, base del análisis, dependen de la precisión y consistencia de los informes de los pacientes, lo que introduce un margen de error adicional, especialmente en contextos donde el cannabis sigue siendo ilegal.
Ante estas limitaciones, los investigadores insisten en la necesidad de realizar estudios adicionales que exploren los efectos endocrinos a largo plazo del cannabis y determinen si el riesgo de diabetes se asocia únicamente a productos inhalados o también a otras formas de consumo, como los comestibles.
Por todo esto, recomiendan interpretar los resultados con cautela y no asumir una relación causal definitiva a partir de estos datos.
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