La bióloga argentina Sandra Díaz, investigadora del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (IMBIV) del Conicet y la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) fue distinguida por la Sociedad Linneana de Londres, la organización de historia natural más antigua del mundo. El premio se otorga cada año a quienes investigan y brinda contribuciones a la real comprensión de la naturaleza.
La distinción es una de las más prestigiosas que pueden recibir biólogos, ecólogos, botánicos y zoólogos. El jurado otorgó la Medalla Linneana a la científica argentina por su trayectoria a nivel mundial, su legado a las ciencias naturales y por su trabajo sobre la biodiversidad funcional de plantas y cómo reaccionan ante cambios ambientales y afectan a otros organismos.
Díaz es investigadora superior del Conicet y docente investigadora en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la UNC. Ha recibido importantes distinciones como ser miembro de las Academias de Ciencias de Estados Unidos y de Francia y el premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica en 2019. Ese año también fue nombrada por la prestigiosa revista Nature como una de las “Diez personas que importan en la ciencia”. Además, en 2019 fue distingida con los premios científicos Fundación Bunge y Born.
“La historia natural aúna ciencias naturales, ciencias sociales, arte y mucha pasión. Ante los retos actuales, la historia natural es más relevante que nunca, hasta el punto de convertirse en indispensable. Me siento inmensamente honrada por este premio, y muy humilde, viendo la lista de premiados anteriores, que incluye a varios de mis científicos más admirados”, comentó Díaz en un comunicado de la UNC.
En cuanto a cómo ayuda la ecología funcional a entender los problemas ambientales actuales, Díaz señaló que sus investigaciones procuran “acercar a la gente la información técnica detallada que les permita entender mejor lo importante que son los organismos no humanos para el funcionamiento de nuestra vida como personas y sociedades. No es que nos sintamos en condiciones de decirles qué hacer, pero sí podemos acercar elementos técnicos que para los no especialistas no son obvios, para que las decisiones que tomen, cualquiera que estas sean, estén más informadas”.
Los hallazgos de sus investigaciones no se quedan sólo en el laboratorio, sino que se amplifican en un contexto de crisis ambiental: “Siempre tratamos de poner nuestro aporte en un contexto más amplio. Tenemos claro que, si bien la crisis de la biodiversidad tiene que ver con lo biológico, las causas de raíz son todas sociales, económicas, culturales, políticas. Por lo tanto, toda acción para tratar de solucionarla que sólo considere lo biológico está destinada al fracaso. Si las cosas cambian o no, depende de la voluntad y de los intereses de los actores implicados. No de los argumentos científicos. Pero el tenerlos sobre la mesa ayuda a entender algunas cosas y empodera a aquellos actores que sí quieren un cambio”, señaló.
La Sociedad Linneana fue fundada en 1788 y en su auditorio se escuchó por primera vez la teoría de la evolución por selección natural de Charles Darwin, en 1858. Debe su nombre a Carl Linnaeus (Carlos Linneo), naturalista sueco responsable de la actual clasificación de los seres vivos con la nomenclatura binominal en latín. Por ejemplo: Homo sapiens para los humanos.
“Este año tuvimos muchos nominados, lo que da una idea alentadora del increíble trabajo que se está realizando en el campo y en el laboratorio. Nuestros ganadores de 2023 representan el pensamiento innovador, los avances inspiradores y simplemente una vibrante pasión por la comprensión de la naturaleza y su protección”, aseguró Anjali Goswami, la presidenta de La Sociedad Linneana.
El trabajo científico de Díaz engloba el impacto del cambio ambiental sobre la biodiversidad de los ecosistemas. También, ha investigado sobre la biodiversidad funcional de plantas, identificando qué síndromes funcionales existen y cómo se integran y reaccionan ante cambios ambientales y también cómo afectan a otros organismos. Otra línea de investigación que lleva adelante es la interacción interdisciplinaria; entendiendo que la ecología, otras ciencias naturales, las ciencias sociales y las humanidades pueden buscar soluciones en conjunto a problemáticas complejas.
La bióloga argentina ha sido reconocida con diversas distinciones, entre ellas el Premio Cozzarelli, el premio Senckenberg para la Investigación de la Naturaleza, el Premio Gunnerus en Ciencias de la Sostenibilidad, el Premio Princesa de Asturias en Investigación Científica y Técnica, y el Premio Fronteras del Conocimiento en Ecología y Conservación de la Fundación BBVA.
Además, en 2019 fue reconocida por la revista Nature como una de las científicas más influyentes a nivel mundial y se encuentra dentro del 1% de científicos más citados y referidos del planeta dentro de su especialidad. Este año, en el contexto del Día Internacional de la Mujer, la revista Nature volvió a elegirla junto a otras cinco investigadores, como fuente de inspiración de las mujeres en las ciencias.
Seguir leyendo: