
El cuerpo humano no solo regula su temperatura a través de la transpiración, sino que también comunica el estado físico y emocional mediante este proceso. Se reconocen dos tipos principales: sudor caliente y frío.
Aunque ambos responden a fenómenos naturales del organismo, sus causas, mecanismos y efectos difieren de modo considerable. Comprender estas diferencias permite interpretar mejor las señales del cuerpo y puede alertar sobre posibles problemas de salud, explicaron Amanda Meyer, Profesora titular de Anatomía y Patología en la Facultad de Medicina y Odontología de la Universidad James Cook; y Monika Zimanyi, Profesora adjunta de Anatomía en la Universidad James Cook, a The Conversation.
El rol de la transpiración caliente y su función en la termorregulación
La transpiración caliente, también llamada transpiración termorreguladora, aparece cuando la temperatura corporal aumenta, ya sea por el ejercicio físico o por calor ambiental. En esas circunstancias, el cuerpo activa su sistema de enfriamiento.
El hipotálamo, una región fundamental del cerebro encargada de mantener la temperatura interna óptima, detecta el incremento térmico y emite señales a través de la médula espinal y los nervios periféricos, estimulando la secreción por parte de las glándulas sudoríparas ecrinas, que se distribuyen en millones por toda la piel, con una concentración especialmente elevada en las palmas de las manos y las plantas de los pies (entre 250 y 550 glándulas por centímetro cuadrado).

El líquido producido por este sistema contiene principalmente agua y sal, y su evaporación sobre la piel permite disipar el exceso de calor, evitando el sobrecalentamiento. Desde The Conversation puntualizaron que la producción de transpiración caliente resulta normal y constituye una forma eficaz de regular la temperatura corporal.
Sudor frío: una respuesta de alarma ante el estrés
En contraste, el sudor frío, conocido también como transpiración psicológica, surge frente a situaciones de estrés, ansiedad, miedo o dolor. Este proceso implica una interacción entre el cerebro y el sistema hormonal. Cuando la persona experimenta una emoción intensa, la amígdala cerebral se activa y estimula al hipotálamo.
Este, además de activar las glándulas ecrinas, transmite señales a las glándulas suprarrenales, ubicadas sobre los riñones, para que liberen hormonas como la adrenalina y la noradrenalina. Estas hormonas viajan por el torrente sanguíneo y estimulan otro tipo de glándulas sudoríparas: las apocrinas.
Las glándulas apocrinas se localizan principalmente en las axilas, el rostro, el perineo y la zona mamaria, y generan un líquido con una mezcla rica en lípidos, proteínas, azúcares y amoníaco. La transpiración fría, al activar tanto las glándulas ecrinas como las apocrinas, puede presentarse en diferentes partes del cuerpo al mismo tiempo.

La diferencia entre ambos tipos no solo reside en su origen y función, sino también en sus implicaciones sensoriales y sociales. La transpiración caliente cumple una función básica en la regulación térmica, mientras que la transpiración fría actúa como una señal de alarma para el entorno. Las expertas citadas por The Conversation señalan que la transpiración fría evidencia ante los demás el estado de angustia de una persona.
Un aspecto que genera curiosidad es cuál de los dos tipos produce un olor corporal más intenso. La transpiración, ya sea caliente o fría, carece de olor al salir de las glándulas. El mal olor aparece cuando las bacterias presentes en la piel, como Corynebacterium, Staphylococcus y Cutibacterium, degradan los componentes del líquido, originando compuestos volátiles responsables de ese aroma.
Los estudios citados en The Conversation indican que el estrés, más que el ejercicio, desencadena olores desagradables, incluso en personas que normalmente no los presentan. Esto ocurre porque las bacterias prefieren la transpiración con mayor concentración de grasas y proteínas que producen las glándulas apocrinas durante emociones intensas como miedo o ansiedad.
Así, la transpiración fría, vinculada a estas emociones, suele producir un olor más fuerte y característico, capaz de advertir a los demás sobre el estado emocional de quien lo emite.

Distinguir entre transpiración caliente y transpiración fría resulta útil para identificar señales de estrés o afectaciones en la salud.
Si bien ambas son respuestas fisiológicas normales, cambios bruscos o inusuales en la cantidad, distribución o características de la transpiración pueden requerir atención médica.
Las expertas citadas por The Conversation sugieren observar con detalle si la transpiración aumenta, disminuye o se presenta de forma asimétrica sin causa aparente, ya que esto podría anunciar un trastorno subyacente.
Ante cualquier inquietud sobre la transpiración, la consulta con un profesional de la salud es esencial para descartar posibles trastornos y recibir el tratamiento adecuado.
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