
La muerte súbita es responsable de casi la mitad de los fallecimientos por enfermedades cardiovasculares en Argentina, considerada un evento trágico e inesperado que ocurre con frecuencia fuera del ámbito hospitalario, afecta a personas aparentemente sanas y sin síntomas previos.
Es tan frecuente que se estima que ocurre una muerte súbita cada 15 minutos en nuestro país, según advierten especialistas de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC) y su brazo comunitario, la Fundación Cardiológica Argentina (FCA).
En un esfuerzo por sensibilizar a la población sobre esta realidad y promover la prevención, la Semana de la Muerte Súbita, instaurada por la Fundación Cardiológica Argentina, se celebra del 21 al 27 de agosto. Durante esta semana, se busca destacar la importancia de la educación en técnicas de reanimación cardiopulmonar (RCP) y la necesidad de contar con desfibriladores automáticos externos (DEAs) en lugares públicos con alta afluencia de personas.
La muerte súbita en Argentina

De acuerdo con el último reporte de Estadísticas Vitales de la Dirección de Estadísticas e Información de Salud (DEIS) del Ministerio de Salud de la Nación, correspondiente al año 2022, una de cada tres personas fallece anualmente en Argentina debido a enfermedades cardiovasculares, lo que equivale a 110.062 muertes.
Esta cifra posiciona a las enfermedades cardiovasculares como la principal causa de muerte tanto en hombres como en mujeres.
El doctor Mario Fitz Maurice, médico cardiólogo, director de comunicación científica de la SAC y exdirector del Consejo de Arritmias de la institución, explica que “la muerte súbita es aquella que sucede de manera inesperada, dentro de la primera hora desde el inicio de los síntomas, en gente aparentemente sana y casi sin ningún síntoma previo”. Este tipo de eventos representa un grave problema de salud pública, especialmente en personas mayores de 35 años.
Cómo prevenir el riesgo de muerte súbita
Aunque en los últimos 20 años se han implementado medidas preventivas y terapéuticas para reducir la carga de enfermedades como la cardiopatía isquémica y la insuficiencia cardíaca en los países desarrollados, la muerte súbita sigue siendo un desafío importante.

La doctora Karen Waisten, directora del Consejo de Cardiología Clínica de la SAC, subraya la importancia de “sumar también estrategias farmacológicas y quirúrgicas en aquellas personas con enfermedad cardiovascular ya establecida”, además de las medidas higiénico-dietéticas y el control de factores de riesgo como la hipertensión, el colesterol elevado, el tabaquismo, la obesidad y el sedentarismo.
RCP y desfibriladores: claves para salvar vidas
Ante un episodio de muerte súbita, el corazón se detiene abruptamente, por lo que deja de bombear sangre a los tejidos, lo que pone en grave riesgo al cerebro, el órgano más vulnerable. En estas situaciones, cada segundo cuenta.
La doctora Ana Salvati, presidenta de la Fundación Cardiológica Argentina, enfatiza que “solo la Resucitación Cardiopulmonar (RCP) iniciada de forma inmediata y el acceso a un desfibrilador externo automático (DEA) pueden cambiar el pronóstico”.
Si la asistencia se brinda durante el primer minuto, entre el 70% y el 80% de las víctimas pueden llegar con vida al hospital. Sin embargo, con cada minuto que pasa sin realizar RCP, las posibilidades de supervivencia disminuyen un 10%, y a partir de los tres minutos, la falta de oxígeno en el cerebro puede causar daños irreversibles.

Dada la importancia de la intervención temprana, los especialistas insisten en la necesidad de desarrollar programas de salud pública que capaciten a la población general en la realización de técnicas de RCP y en el uso de desfibriladores.
“Es fundamental que como sociedad sepamos qué significa y cómo se hace RCP y cómo usar un DEA”, sostiene la doctora Teresa García Botta, médica cardióloga electrofisióloga. La capacitación masiva podría traducirse en un aumento significativo de la sobrevida sin secuelas en las víctimas de muerte súbita.
Un claro ejemplo de la efectividad de estos programas es la experiencia de la instalación de DEAs en 137 clubes de rugby en Argentina. Según un estudio publicado en la Revista Argentina de Cardiología, durante un período de cinco años (2012-2017), la adecuada implementación de RCP salvó la vida de 7 de 8 personas que sufrieron muerte súbita, sin secuelas físicas.
“La actividad física de alta intensidad requiere una preparación y un entrenamiento que no sólo implica entrenar y hacer actividad en forma regular y planificada, sino que también cumplir con los controles médicos en forma periódica”, explica la doctora García Botta, quien también es especialista en medicina del deporte e integra el Consejo de Cardiología del Ejercicio de la SAC.
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