Uso de plaguicidas en frutas y verduras: mitos y realidades

¿Qué son realmente estos insumos y por qué han sido utilizados durante tanto tiempo en la agricultura?

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En el melocotón se detectó
En el melocotón se detectó Chlorpyrifos, un plaguicida que no está autorizado para su uso en el Perú. Foto: Adobe Stock

Los plaguicidas son herramientas fundamentales para proteger los cultivos frente a insectos, enfermedades y malezas que amenazan la producción agrícola. Su uso forma parte del manejo agrícola moderno desde la década de 1950, tras la Segunda Guerra Mundial.

A raíz del creciente debate sobre el uso de plaguicidas en los alimentos, surge aclarar esta pregunta ¿qué son realmente estos insumos y por qué han sido utilizados durante tanto tiempo en la agricultura?

Tanto la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) como la Organización Mundial de la Salud (OMS) coinciden en que estos insumos cumplen un rol decisivo para que los alimentos lleguen a los mercados en buen estado y en cantidades suficientes. Según estimaciones de estos organismos, el promedio de pérdidas debido a las plagas va de 10 a 28%, a nivel mundial.

En ese sentido, ¿qué riesgos genera la prohibición de los plaguicidas de uso agrícola? Sin un fundamento técnico y socioeconómico traería consigo la reducción significativa en los rendimientos de los cultivos, ocasionando pérdidas económicas para los agricultores y escasez de alimentos. A escala económica, el impacto sería aún mayor: la agroexportación peruana —uno de los principales motores de crecimiento— podría ser perjudicada debido a la falta de herramientas eficaces para el control de las plagas.

Cabe precisar que los plaguicidas son un componente esencial de los programas de Manejo Integrado de Plagas y, utilizados apropiadamente, traen beneficios a la producción agrícola. Los plaguicidas autorizados por el SENASA y regulados bajo los estándares del Codex Alimentarius son seguros, siempre que los agricultores respeten dosis, intervalos de reingreso y periodos de carencia.

Por ello, es importante aclarar una serie de mitos en torno al uso de plaguicidas.

Uno de los mitos más comunes es que el exceso de residuos en los alimentos es algo normal. Estos se producen principalmente por el uso indebido del plaguicida, asociado a la falta de capacitación y fiscalización. El problema no es el plaguicida, sino su mal uso.

Otro mito es que los plaguicidas son riesgosos para la salud. Como toda sustancia química, su uso inadecuado puede generar riesgos. Sin embargo, cuando se aplican de manera racional, siguiendo las Buenas Prácticas Agrícolas, su peligrosidad se reduce significativamente.

Existe también la idea de que, sin plaguicidas, los alimentos serían más sanos. La evidencia indica que su eliminación provocaría una fuerte caída en la producción agrícola, generando escasez de alimentos, además de mayor incertidumbre entre los productores.

El uso seguro de plaguicidas depende de la capacitación técnica y vigilancia de autoridades. Cuando los agricultores son capacitados en buenas prácticas agrícolas, las probabilidades de contaminación o mala aplicación se reducen drásticamente.

Lo cierto también es que hoy las empresas formales de protección de cultivos en el Perú trabajan bajo estándares internacionales, desarrollan productos seguros (incluyendo alternativas biológicas) y colaboran activamente con productores y autoridades.

El verdadero desafío ahora es combatir la informalidad, mejorar la capacitación y fiscalización en el campo y promover el Manejo Integrado de Plagas. También es esencial seguir educando a los agricultores. Si un plaguicida se usa sin control técnico, en dosis equivocadas o fuera de norma, puede generar residuos elevados o riesgos evitables.