Instrucciones para abollar una democracia

Argentina es apenas una democracia frágil y muchas veces malversada, formal, escenográfica

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Police and security forces stand outside the house of Argentina's Vice President and former president Cristina Fernandez de Kirchner, after a failed assassination attempt on her, in Buenos Aires, Argentina September 2, 2022. REUTERS/Matias Baglietto
Police and security forces stand outside the house of Argentina's Vice President and former president Cristina Fernandez de Kirchner, after a failed assassination attempt on her, in Buenos Aires, Argentina September 2, 2022. REUTERS/Matias Baglietto

El observador curtido caminó las calles de Buenos Aires, vio mucha televisión y recorrió redes. Curioso, o por asuntos del trabajo, aventurero, donde el mundo ocurre sin la tiranía de la especialización (necesaria para enfocar y matizar, tal ve se haya dicho, pero la bomba de cada minuto en la información del tiempo se forma a la fuerza de manera masiva, un fenómeno siglo XXl), vagabundo.

Pongamos a medias intelectual y caminador sediento, no toma partido, ni parroquia, ni religión, ni gremio, ni dogma. No hace falta llamarse esto o aquello: lo que cuenta es ver.

Ver cómo se ha abollado sin responsabilidad la posibilidad de una democracia. Ninguna es perfecta: una que respete la mayoría en el triunfo y en la minoría, austera, con representantes honorables y con mérito, sin servirse a la mesa del Estado en provecho de sus miembros, es para dar con el hecho de que la Argentina es apenas una democracia frágil y muchas veces malversada, formal, escenográfica.

Podría pensar también- se dijo- que muchos argentinos no son democráticos y no ocultan la preferencia por caudillos y ungidos por las alturas y desde la pobreza, pero seguros de una legitimidad invulnerable. Lo prefieren. Cómo César, en carta a un amigo que había arrebatado al galope de las manos germánicas que lo habían torturado y amputado: “¿De qué se quejan en los grafitis romanos que veo en las paredes cuando salgo en la noche embozado para ver qué dicen de mí? ¿Acaso de que les he quitado la libertad pero he asumido toda la responsabilidad por ellos?”. Se piensa así. A un lado, aparte de la democracia, donde nació junto con los filósofos, el diálogo, la creación del concepto: Occidente.

Sí, las cabezas y los corazones antidemocráticos la consideran- tres poderes independientes, voto- vieja , burguesa. No con la intención de modificarla y mejorarla donde haya falta: dilapidación, engaño, desconocidos encaramados en lugares con sueldos y presupuestos gigantes. Lo prefieren, lo justifican como premios que alumbrarán un parto redentor: enriquecimientos descomunales de los que se sirven a gusto como propios, porque es el camino de los se tienen por seres elegidos para una vanguardia que modificará todo. Un objetivo en el que la política se hace religión fundamentalista y siempre opresión.

Es verdad- se dijo el observador curtido-, está entre los argentinos desde hace mucho. Y no dejó de decirse: es un pueblo con una fortísima tentación cainita. Si, de Caín. La historia está disponible. La democracia abollada y desperdiciada es el fruto de la semilla que prosperó en tierra muchas veces ensangrentada y siempre en el vértigo de la ruptura amenazante de una sociedad.

Ahora, con una inflación destructiva en todos los órdenes -en fin, siempre algo gana en cualquier circunstancia-, la pobreza, las elecciones en la provincias manejadas por hordas de resultado puesto-, el desorden en la orillas de la anarquía, la criminalidad sin freno, dos puntos de partida sacudieron la vida local: el pedido de 12 años del fiscal Luciani- la resolución y decisión como veredicto está lejana, es solo la acusación y presentación de pruebas- y el atentado contra Cristina, la vicepresidenta y presidente del Senado, tan grave, tan terrible como posibilidad, que no resulta posible entender al ver las imágenes después, minutos después del hecho. Una y otra vez lucen psicodélicas: no fue protegida, se quedó rodeada de seguidores mientras firmaba ejemplares de su libro “Sinceramente”. La custodia no se arrojó sobre ella con cuerpos y escudos. No, sonrió una y otra vez, tocó manos extendidas hasta entrar por fin. El observador curtido supo, por andar el camino, que iba a aprovecharse en la política con los ojos puestos en 2023. Resulta extraño que en la escena aparece el tirador frustrado a centímetros, que haya trotado hacia el fondo del foco y los que velaban y cuidaban general jóvenes cultores de su líder fueron por quienes fue detenido. Es incluso que fuera, sin haberlo golpeado, atacado por todo lo anterior y en un clima muy caliente y emocional.

Sin saberlo, el observador curtido ve: es su oficio solitario, que ocurre una gran asociación entre el alegato del fiscal en el juicio, el feriado inmediato y la conversión de un llamado pacificador en acto de muchedumbre perfilado, la inauguración del traje nuevo del discurso de odio: “Si quieren paz social hay que terminar el juicio”, no se privó de decir el senador presidente del bloque oficial señor Mayans. La oposición no ofrecía la claridad que podía ofrecer una unidad y un programa, no una tierra prometida, sino la posibilidad ética y realista en toda su extensión como cambio en unidad. Se quedó un paso detrás en el huracán.

¿Se puede llamar democracia lo que sucede? Bueno, se dijo el observador curtido, pero una democracia vulnerable. Unir la opinión adversa al Gobierno y el alegato más el pedido del ministerio fiscal- cuando aún no se abría en su tarea la defensa a cargo de hombres de prestigio y recursos admitidos y general-, y sumarle como causa directa del atentado una manera oblicua de limitar la libertad de expresión, pone la realidad argentina en peligro. Sobre todo cuando desde el poder están al alcance de cualquiera expresiones como fusilar en la Plaza de Mayo, atacar a hijos de opositores, frases que es mejor dejar como ejemplos de una antología de miedo.

Desde su ventana y en un día lluvioso, el observador curtido, mientras a su espalda el televisor difundía la muerte de Isabel ll, supo que son días minados. Llegará el Mundial y una tregua, pero después volverán las oscuras golondrinas aún sin la victoria anhelada por el buen equipo que llevará al desierto y la riqueza en una península de Asia.

Es fácil abrir la jaula para que dejar salir el tigre. Volver a entrar otra vez, imposible.

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