El modelo ondulante en las nuevas escuelas

Modelo híbrido es un concepto inadecuado para aplicar a la educación. Prefiero llamarle ondulante, donde se plantea un interjuego entre lo sincrónico y lo asincrónico, entre la presencia y la virtualidad

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La escuela escuela fue del encierro a las burbujas, poniendo en jaque a la larga historia de la escolarización (Foto NA)
La escuela escuela fue del encierro a las burbujas, poniendo en jaque a la larga historia de la escolarización (Foto NA)

La reapertura de las escuelas se inicia en un contexto sanitario aún incierto. Incluso no sabemos si la dinámica escolar será propicia para la propagación de las nuevas variantes del COVID-19. Además, venimos de casi un año y medio de una escuela atípica que fue del encierro a las burbujas, poniendo en jaque a la larga historia de la escolarización. Vivimos, durante un largo tiempo, un estado de excepción.

Agamben habló del estado de excepción hace unas décadas, y lo retomó en abril 2020. Él lo definió como un espacio anómico, en que está en juego una fuerza-de-ley sin ley. Su tesis consiste en que los derechos constitucionales pueden ser disminuidos, reemplazados y revocados en el proceso de extensión de poderes especiales por parte del ejecutivo. El estado de excepción concede a un gobierno el poder y la autoridad sobre los ciudadanos, mucho más allá de donde la ley lo ha permitido hasta ese momento. Según el pensador italiano, el estado de excepción es una paradoja porque es la fórmula legal a la que un gobierno se acoge para actuar fuera de la ley; aunque señala que, en una democracia saludable, el estado de excepción está regulado y, además, es transitorio, donde existen emergencias difíciles de resolver sin utilizar ese recurso.

En ese marco, todos los ciudadanos abandonamos la presencialidad social durante un tiempo y no pudimos elegir si lo queríamos o no. A su vez, esto llevó a graves consecuencias porque a la crisis estructural que ya teníamos, se le sumó la crisis de la pandemia, dejándonos a la intemperie, a cielo abierto.

La escuela, tal como la conocimos, también se suspendió; ese espacio de vínculos pedagógicos, juegos y socialización. Se redujo a enseñar y aprender, en el mejor de los casos, a través de internet, de un teléfono o a de actividades que una docente enviaba por WhatsApp. Pero la enseñanza es vínculo; vínculo subjetivo, afectivo y cognitivo. Además, la clase es un hecho colectivo, por lo que los vínculos promueven redes en muchas direcciones.

Emanuela di Gropello, directora de la práctica regional de Educación en el Banco Mundial, considera que hay que reconocer claramente que la situación es muy seria para el sector educativo; es un poco una crisis silenciosa, no la vemos de manera inmediata. La crisis de salud es evidente y las crisis económica y social también. Pero la crisis en la educación está en proceso y será más visible en el futuro. Es resultado de pérdidas muy probables en el aprendizaje y las crecientes desigualdades en el aprendizaje que veremos en la región, señala. La crisis silenciosa será cada vez menos y menos silenciosa, y eventualmente se volverá estridente. Plantea que hay dos factores muy problemáticos en América Latina: ya antes de la crisis la región enfrentaba una crisis educativa, con muy altos niveles de pobreza de aprendizaje e inequidades persistentes; y en segundo lugar el nivel de conectividad, estaba por debajo de la media. Sumado a esto, alrededor del 50% de los estudiantes no podía leer de manera apropiada a la edad de 10 años, y que, en un contexto donde menos del 60% de las personas usan Internet, sobre todo en los sectores con más desventajas, los riesgos del aprendizaje son particularmente elevados.

En este marco de crisis eterna, en estos días, las escuelas deben construir otra normalidad, con nuevas prácticas escolares que inviten a respuestas más humanas y que mejoren los vínculos sociales, políticos, culturales y pedagógicos. Y, a su vez, deben, reorganizar el espacio y el tiempo escolar, lo cual obliga a las autoridades educativas y a los docentes a priorizar contenidos y cambiar la mirada.

Al estado de excepción, debemos proponer una didáctica de la excepción. Algunos hablan de una enseñanza híbrida, que alterne virtualidad con presencialidad. Pero híbrido es una palabra que proviene de otro campo y significa lo que resultó y no puedo hacer otra cosa. Modelo educativo híbrido es un concepto que me resulta inadecuado aplicarlo a educación, prefiero llamarle educación ondulante, donde se plantea un interjuego entre lo sincrónico y lo asincrónico, entre la presencia y la virtualidad. Ondulante es aquello que se mueve a un lado y a otro, formando ondas, movimientos periódicos que se propagan, donde cada una de las curvas se forma natural o artificialmente. Como en el oleaje, no es un proceso homogéneo ni estacionario; es decir, no todas las olas tienen el mismo período, altura, longitud de onda o dirección en cada instante y lugar, sino que cada una tiene sus características propias, que además varían en el espacio y en el tiempo. Así, como cada ola, cada clase será diferente, según los estudiantes y los contextos donde estén las escuelas.

Ahora bien, ¿volveremos a aulas diferentes a las prepandémicas? ¿Podremos mirarnos en el espejo de la pausa forzada en pos de mejorar la escuela? Frente a la incertidumbre vigente, debemos pensar en las particularidades de las infancias y de las adolescencias con las que nos toca trabajar y proponerles otras formas de habitar el mundo.

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