Los desafíos post-COVID del mundo del trabajo

Los retos serán enormes, particularmente para los más vulnerables, que en América Latina representan entre un 40 y un 50 por ciento de la población

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Teletrabajo (Foto: Foro Teletrabajo en la Administración Local / DIPUTACIÓN DE HUELVA)
Teletrabajo (Foto: Foro Teletrabajo en la Administración Local / DIPUTACIÓN DE HUELVA)

Frente a la tragedia del COVID, el mundo del trabajo ha reaccionado muy rápidamente generando ámbitos de teletrabajo para la mayoría de los empleados, digitalizando todos los procesos posibles, promoviendo la interacción virtual entre diferentes sectores de la economía, y cambiando usos y costumbres que probablemente queden para siempre.

Pero en América Latina, esta historia que leemos en tantos análisis solo se aplica a una proporción de la población, aquella que actualmente está haciendo home office. Los que trabajan bajo esta modalidad son aquellos que, en primer lugar, tienen home -casa- y no se encuentran en situación de hacinamiento; además, son los que en tiempos normales cumplen sus tareas dentro de oficinas formales.

Estos representan un porcentaje reducido de la población, y este porcentaje es todavía menor si se suma además la necesidad de tener buena conexión a internet de banda ancha para poder teletrabajar. Los desafíos laborales post-COVID serán enormes, mucho más aún para los más vulnerables, que en algunos países de América Latina representan entre un 40 y 50 por ciento de la población.

Durante esta triste pandemia el mundo desarrollado y aquellos sectores más avanzados de Latinoamérica han profundizado la modernidad, expandiendo el comercio electrónico, la logística del delivery para todos los productos, incluido servicios, telemedicina, educación online; todo por supuesto con un profundo impacto en el mundo del trabajo. Pero esta realidad, positiva para quienes pueden acceder, está generando una mayor inequidad en nuestra región.

Las oportunidades laborales van a cambiar al ritmo de estas transformaciones en la economía, pero habrá una gran parte de la población que necesitará actualizar sus capacidades y habilidades, aceleradamente. Incluso así, no es suficiente con mejorar la educación, es imperativo generar oportunidades de trabajo, programas que fomenten el empleo especialmente dentro de aquellos sectores más desfavorecidos. Estas transformaciones de sectores económicos y laborales se verán impactadas por el debate sobre las cadenas globales de valores que ha generado las interrupciones del COVID en el comercio mundial. ¿Se verá favorecida América Latina con estas tendencias?, ¿lograremos captar más inversiones y localizaciones de empresas de Europa y Estados Unidos que antes iban a Asia?

Sería una gran oportunidad para la región, a la vez que generaría demandas y cambios en la fuerza laboral. Por otro lado, la automatización de los procesos en los países desarrollados y la consecuente reducción de costos podrían disminuir las oportunidades para los países exportadores de la región.

La aceptación del trabajo remoto del mundo empresario generará probablemente mayor competencia por el capital humano. Esta realidad ya se veía en el sector del desarrollo de software, donde empresas americanas y europeas de tecnología tenían sus coders en América Latina, pero a medida que todo se digitaliza y lo remoto es aceptable, empleados de otros sectores y de diferentes países verán mayor competencia por sus trabajos.

Ya existía tecnología para que bienes y servicios como la medicina, educación, legales, contables, sesiones de terapia o de yoga fueran transables y se pudieran comercializar entre países. Pero el COVID parece haberlo hecho aceptable. Se generarán nuevas oportunidades comerciales, aunque también desafíos para aquellos países y sus ciudadanos que sean menos competitivos. Un claro ejemplo es la Universidad argentina, con una alta reputación en toda América Latina, y ahora que la mayoría de los centros de estudio funcionan de manera online, muy posiblemente expandirán su alumnado incorporando estudiantes de otros países de la región.

El desafío de los gobiernos para este 2021 que comienza será todavía mayor que en 2020. Con presupuestos más exigidos que el año pasado tendrán que enfrentar mayores tasas de desempleo, en parte producidas por la crisis económica y por los cambios que introdujo el COVID.

Por esto, no podemos demorar las intervenciones, tanto en la promoción de programas de empleo como en la consolidación de iniciativas de formación y entrenamiento que ya eran necesarias en la región y se hacen ahora todavía más acuciantes.

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