El Papa, el peronismo y la utilización de los pobres

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Días atrás un tuit del papa Francisco me llamó la atención y me llevó a reflexionar acerca de algunas cosas que, considero, forman parte de la inagotable decadencia intelectual y política en que se encuentra Argentina. El tuit en cuestión decía lo siguiente: “Los pobres facilitan el acceso al cielo. Nos muestran la riqueza que no se devalúa nunca, la que une la tierra y el cielo y por la que verdaderamente vale la pena vivir: el amor”.

Me horroricé al leer algo que pone tan de manifiesto la utilización discursiva que hace Bergoglio de los pobres y la profunda coincidencia con las prácticas del peronismo (del cual proviene). Los pobres, según ellos, son una masa (nunca individualidades con características propias) que sirven a un fin de otros. Son los que facilitan que otros accedan al cielo. Siempre pensé que lo mejor que le podía pasar a la gente que está en situación de pobreza es que dejen de estar en esa situación. No hay nada mejor para una persona pobre que dejar de serlo. Al menos eso pensamos quienes creemos que cada persona es una potencialidad y que esa posición deja a los pobres en un rol pasivo “facilitándoles” a los demás el acceso al cielo. Ese rol estático está muy alejado de la idea de movilidad social que fue determinante en la Argentina del fines del siglo XIX y principios del XX antes de que ideas populistas comenzaran a jugar una danza macabra con los pobres para facilitar el ascenso y permanencia de sus líderes en el poder.

Vale aclarar que no estoy hablando ni cuestionando asuntos ligados la fe religiosa. Soy respetuoso de todas las personas que tengan fe, pero es importante distinguir las cuestiones en donde se enmascaran asuntos políticos a partir de cargos en estructuras religiosas. Es un poco naif creer que Bergoglio no hace ni piensa en política. Así como Karol Wojtyla (Juan Pablo II) utilizaba su poder para trabajar por la libertad de muchas personas que estaban sometidas por brutales gobiernos comunistas, Bergoglio está en sintonía con ideas que han llevado al atraso y a la pobreza a mucha gente.

El gran historiador Loris Zanatta dice que no hay lugar en el mundo donde el tema de los pobres esté tan en el centro del debate como en Argentina. Por él conocí una frase fantástica del ex primer ministro de Suecia Olof Palme. “Nosotros no combatimos la riqueza sino la pobreza”. Palme era socialista y fue asesinado. Miren la situación social de Suecia y su desarrollo humano y miren los de Argentina y verán una diferencia abismal. Algunas ideas madres marcan el futuro económico y social de los países. Ante la pregunta de cuándo Argentina abandonó la idea liberal y fue conducida hacia una idea “nacional, católica y popular” en la política, Zanatta responde que fue el 4 de junio de 1943, día del golpe militar y comienzo de la dictadura que tuvo entre sus presidentes a Ramírez y a Farrell y entre sus vicepresidentes a Perón.

¿Cómo se llega desde Bergoglio y su instrumentalización discursiva de los pobres hasta el peronismo y su práctica que permanece hasta hoy? Los pobres son presencia permanente en el discurso de todas las formas del peronismo y son la clave de su subsistencia política a través del clientelismo. Jamás bajan los índices de pobreza en las provincias o municipios donde gobiernan y hacen de los sectores más desprotegidos una utilización obscena para conservar el poder. Si para Bergoglio los pobres son “los que facilitan el acceso al cielo” para el peronismo los pobres son la llave que los mantiene en ese “cielo”. El “cielo” para los políticos es el poder. Nunca considerarán a una persona pobre una individualidad que merece dinamismo social: se les acabaría el poder si así lo hicieran y lo saben.

Si uno observa los resultados de las últimas elecciones presidenciales surge un dato elocuente: el peronismo pierde por mucha diferencia en lugares donde el desarrollo productivo es mayor, donde la presión del estado es menor y donde los niveles de desarrollo humano son mayores (Ciudad de Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Santa Fe, etc.). En el conurbano Alberto Fernández obuvo casi 1.500.000 votos más que Macri. Muchos de esos lugares (como La Matanza) son gobernados por el peronismo sin interrupciones desde el 1983. La pobreza y el clientelismo crecen a pasos agigantados por la falta de libertad económica, propio de un país bananero. Nunca bajarán la pobreza porque le temen a los ciudadanos libres. Su poder depende de ellos. La doctrina Bergoglio en su esplendor.

El carácter político de Bergoglio se ve a cada paso. En su fantástico Dios en el laberinto, Juan José Sebreli cuenta que en su viaje a Cuba el Papa “manifestó claramente su desprecio por la democracia y los derechos humanos: habló en la Plaza de la Revolución, delante de un retrato gigante del Che Guevara, no reclamó por los presos políticos y se negó a recibir a los disidentes diciendo que no se había enterado de las manifestaciones frente a la nunciatura apostólica donde se alojaba ni que habían sido reprimidas y que muchos cubanos terminaron encarcelados”. También en Chile tuvo una reacción violenta cuando le preguntaron sobre los abusos sexuales que había perpetrado el religioso Fernando Karadima y que habían sido encubiertos por el Obispo de Osorno Juan Barros. Ante una consulta periodística responde furioso: “El día que me traigan una prueba contra el obispo ahí voy a hablar. No hay una sola prueba en contra. Todo es calumnia, ¿está claro?”. La frase y el modo amenazante de decirla se parecen más a la manifestación de un político mafioso que a la de una autoridad religiosa. Las víctimas se preguntaban si quienes debían creerles esperaban que los violadores se sacaran una“selfie en pleno ataque sexual a una víctima. Al poco tiempo eran tan rotundas las pruebas contra Karadima y contra Barros que el Papa tuvo que retractarse, pero el odio en su mirada y el trato especial que le dedicó en la misa al acusado de encubrir aberrantes delitos fue notable. Bergoglio habla de los pobres como una masa. Cuando se topa con víctimas reales demuestra muy poca empatía salvo que sean de su agrado ideológico. Eso mismo hacen los populistas latinoamericanos. Como decía Perón “al amigo todo, al enemigo ni justicia”.

Por estos días el Papa habló también del lawfare (guerra jurídica). Este tema parece estar muy de moda en el populismo latinoamericano. Es una idea que habla de que un medio investiga la corrupción y lo publica y de ahí un juez lo toma y lo juzga y así se persigue gente. De esto hablan todos los corruptos que necesitan mostrarse como “presos políticos”. Bergoglio, como intercesor, habla de esto y pide el fin de las prisiones preventivas. Estamos hablando de Báez, Boudou, De Vido, la causa de los cuadernos y tantas otras. No es casual que mencione este tema cuando se empiezan a percibir rumores de impunidad. Los periodistas de investigación que han descubierto grandes casos de corrupción son, en general, muy serios. El problema es que algunos jueces no lo son tanto y que los políticos que están en prisión o en grandes causas no pueden justificar sus obscenas fortunas. No fue casual, tampoco, el intento de desacreditar al fiscal Stornelli (fiscal de la causa de los cuadernos) mediante maniobras que se pusieron de manifiesto en diálogos entre presos por corrupción y un dirigente político: ese dirigente era Eduardo Valdés, allegado a Bergoglio y ex embajador ante el Vaticano durante parte del kirchnerismo. Este episodio se conoció como “Operación PUF”. Los que pasan por la función pública y tienen una conducta transparente no se andan preocupando por estos temas.

No les importa la corrupción y creen que el periodismo de investigación forma parte de un plan. Mientras sean amigos los defenderán aunque sean millonarios a costa de los impuestos de la gente que trabaja y se esfuerza por mantener a su familia. Hablan de los pobres y defienden a ricos inmorales. Nunca tuve fe en Bergoglio, pero debo decir que superó los peores pronósticos. La producción de gente hipócrita en Argentina siempre supera las peores expectativas.