Por qué la Argentina debería dolarizar su economía

Mariano Fernández

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(Foto: Pixabay)
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La historia económica argentina es muy rica en el uso de planes de estabilización fallidos. Vamos a definir a un plan de estabilización a un conjunto de medidas tendientes a lograr estabilidad monetaria y financiera. La literatura económica describe tres grandes familias de planes. Aquellos basados en usar al tipo de cambio fijo o la tasa de devaluación como ancla nominal, aquellos basados en controlar uno o varios agregados monetarios o en el uso de la tasa de interés u otro instrumento, como herramienta disciplinadora de las expectativas, estos últimos responden a una función de reacción del Banco Central conocida como regla de Taylor, target a la tasa de inflación o similar.

Siguiendo la literatura económica, los planes de estabilización que usan al tipo de cambio como ancla nominal (ERBS), en todas sus variantes, tienen determinadas características sobre la economía que están condicionadas por cuestiones como su transitoriedad o reputación al inicio del plan. Estos planes suelen ser los preferidos por los políticos porque los mismos comienzan con un ciclo de expansión seguido por un ciclo de recesión dependiendo de la credibilidad del mismo.

Los planes de estabilización basados en el control de algún agregado monetario (MBS) suelen ejecutarse cuando las reservas son escasas en el Banco Central y dada la fuerte devaluación nominal con la que comienzan suelen estar acompañados por un ciclo que comienza con recesión hasta alcanzar la recuperación de la actividad económica dependiendo de cuan permanente pueda ser ejecutada la estabilización.

Por último, la experiencia del target a la tasa de inflación (ITIRP) es una experiencia reciente aplicada con éxito en países con menor volatilidad de la tasa de inflación. El uso discrecional de instrumentos como tasa de interés y operatoria financiera de mercados futuros determina que quién deba aplicar este tipo de estabilización deberá contar con un amplio capital reputacional.

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Argentina ha probado todo o casi todo en materia de estabilización. Ha aplicado las tres recetas junto a combinaciones con políticas de ingresos (control de precios y salarios, tipos de cambio diferencial, subsidios, etc.). El resultado en general ha sido desastroso. Salvando la experiencia de la caja de Conversión (Plan de Convertibilidad) la tasa de inflación solo ha bajado en términos transitorios para luego retornar a un estado estacionario de inflación sistemáticamente alta.

Desde el punto de vista teórico encontramos dos efectos que determinan la falta de éxito de los programas de estabilización. En primer lugar, el Banco Central en Argentina ha sido dominado intertemporalmente por las restricciones fiscales que han violado su función fundamental que es mantener el valor del peso. En segundo lugar, la perdida sistemática del valor de la moneda ha determinado que los argentinos solo usen al peso como moneda transaccional, dejando al dólar y a otros activos como resguardo de valor. La caja de conversión de 2001 intentó desarrollar un mercado de créditos en dólares que culminó en forma catastrófica.

La literatura muestra la existencia de oportunismo político a la hora de aplicar un tipo u otro tipo de estabilización. El hacedor de política internaliza las restricciones, por ejemplo, la cantidad de reservas con las que cuenta y actúa en función de ello.

En los hechos, Argentina padece inflación crónica desde la creación del Banco Central en 1935. El comportamiento de los precios ha mostrado una persistencia de la tasa de inflación agravada por momentos de hiperinflación.

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El uso y abuso de instrumentos monetarios a lo largo de estos 84 años ha determinado que la demanda de dinero, en nuestro país, sea bimonetaria en tanto que el instrumento típico de ahorro tiene como patrón de referencia la moneda estadounidense.

Cualquier diseñador de políticas públicas, fiscales y monetarias, tiene que enfrentarse a una severa restricción que determina, que el capital reputacional, con el que cuenta sea muy escaso. Los fracasos sistemáticos en los intentos de estabilización no hacen más que elevar el costo de los futuros intentos de bajar en forma permanente la tasa de inflación.

Más allá de las cuestiones técnicas que determinaron el fin de cada intento de estabilización debe quedar claro que Argentina ha dilapidado su stock de reputación por lo que el costo de estabilizar la moneda mediante mecanismos tradicionales resulta costoso en términos de actividad y es interpretada como estabilización transitoria.

En este debate, una opción que bajaría la tasa de inflación en forma inmediata sería la desaparición del rol del Banco Central tal como lo entendemos en la actualidad. Una economía que adopte al dólar como medio de cambio aumentaría el horizonte temporal de los agentes y podría potenciar un ciclo de boom económico que podría financiar un extenso cronograma de reformas que aleje a la restricción fiscal de la economía.

Esta reforma requeriría un sistema bancario distinto donde podrían convivir una banca de inversión junto a una banca tradicional con instituciones ligadas legalmente con la legislación de sus países de origen.

Solo cuando comprendamos que hemos destruido la credibilidad, nuestra clase política estará en condiciones de iniciar el camino de las reformas que permitan salir de la pobreza y la decadencia.

El autor es profesor de la Universidad del CEMA y las opiniones expresadas son personales y no necesariamente representan la opinión de la UCEMA.

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