La educación llegó al G20 para quedarse

Alejandra Cardini

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Hay que celebrar el papel asignado a la educación en el proceso del G20. Es la primera vez que la política educativa ocupa un lugar central en las discusiones de este foro internacional. La educación es de vital importancia para equiparar oportunidades tanto en el interior de los países como entre ellos, para fortalecer las democracias y el crecimiento económico. Para alcanzar un mundo más equitativo y sustentable, la educación debe estar en el centro de la escena.

La reunión de ministros de Educación de países del G20 realizada en Mendoza el 5 de septiembre fue un importante primer paso. En el T20, el grupo de afinidad que nuclea a especialistas de think tanks y centros de estudio de todo el mundo, trabajamos en red para producir conocimiento y recomendaciones de política que tiendan puentes entre el presente y el futuro de la educación.

Algunos desafíos no son nuevos. Especialmente en los países menos desarrollados, arrastramos deudas del siglo XIX. Hay millones de niños que todavía no acceden a la escuela y muchos de los que asisten no logran aprendizajes profundos. Actualmente el 10% de los chicos del mundo no va a la escuela primaria. Las tasas de asistencia son más preocupantes en secundaria. La mayoría de ellos viven en África subsahariana, en el sur de Asia y en zonas afectadas por conflictos bélicos. En relación con los aprendizajes, la Unesco señaló que hay 130 millones de niños que asisten a la escuela, pero no pueden leer, escribir ni hacer ejercicios matemáticos básicos. Dichos problemas necesitan del apoyo y compromiso de los países del G20 para pensar en estrategias que permitan un abordaje global.

Los desafíos conocidos se combinan con otros más recientes, que derivan de los cambios tecnológicos. La era digital invita a repensar, por un lado, las nuevas relaciones entre el sistema educativo y el mundo del trabajo. El aprendizaje, el currículum, el desarrollo profesional docente y las certificaciones deben reanalizarse frente a un mundo cambiante e incierto. Por otro lado, la digitalización presenta retos y oportunidades en las formas de enseñar y aprender.

Las recomendaciones del T20 buscan tender puentes entre los viejos problemas educativos y los desafíos y las oportunidades de la era digital. Nos enfocamos en las políticas orientadas a la primera infancia. Se consideraron las posibilidades y las amenazas que los cambios impulsados por la tecnología proponen a la enseñanza y al aprendizaje. Proponemos mecanismos para responder a tiempo y de manera equitativa a las necesidades de niños y jóvenes para enfrentar un mercado laboral cambiante. En el campo del financiamiento de la educación, sugerimos que los líderes del G20 impulsen una mayor inversión educativa por estudiante focalizada en los de menor nivel socioeconómico, para garantizar una educación de calidad y equitativa, y mejorar la distribución de insumos en las escuelas.

Durante los últimos nueve meses construimos una red de organizaciones convencidas de que la educación es clave para mundo más justo y sustentable; y de que con el conocimiento es posible enmarcar los problemas y proponer soluciones. Es la primera vez en la historia del G20 que la educación se incluye como área temática. Es nuestra responsabilidad seguir trabajando juntos para que no sea la última.

La autora es directora del programa de Educación de CIPPEC.