Ocho meses de la tragedia del ARA San Juan: similitudes y diferencias con la tragedia de Once

Discusión entre familiares, más pruebas sobre la falta de mantenimiento y problemas con las boquillas de respiración de emergencia, las novedades del caso

Compartir
Compartir articulo
(Nicolás Stulberg)
(Nicolás Stulberg)

A ocho meses de la probable implosión del buque de guerra, en el expediente que lleva adelante la jueza federal Marta Yáñez y en la comisión bicameral que investiga la tragedia ocurrida el pasado 15 de noviembre, se siguen acumulando pruebas y testimonios que el ARA San Juan zarpó hacia su última patrulla con observaciones realizadas sin solucionar, y que estas podrían haber influido en el desenlace fatal y la muerte de sus 44 tripulantes

Ahora se sabe con certeza que, desde junio 2016, elementos imprescindibles durante una emergencia —como la que sufrieron los marinos— no estaban en condiciones. "En los ejercicios de control de averías se detectó que las cintas refractarias del sistema de respiración de emergencia BIB'S han perdido su capacidad de luminiscencia en la oscuridad (…) Es necesario colocar el cabo de guía entre boquilla y boquilla para un mejor desplazamiento del tripulante en la unidad, en caso de existencia de humo, material que al momento no posee".

Las falencias fueron descritas por el comandante de la nave después de su navegación anterior, esto es, cuatro meses antes de desaparecer. Las falencias ya venían del año anterior y siguieron existiendo cuando se hundió. Humo y fuego, además, es lo que hubo en el submarino antes de perderse. También oscuridad. ¿Habría servido en la emergencia si hubiese estado reparado?

Ya está probado que el ARA San Juan nunca estuvo 100% operativo luego de la reparación de media vida que se realizó durante la gestión del Gobierno anterior, y cuando la ministra de Defensa era Nilda Garré, la actual diputada que integra la bicameral, a pesar de las protestas de los familiares.

A ocho meses de la desaparición del ARA San Juan, el ministro de Defensa, Oscar Aguad, fue citado una vez más a la comisión bicameral parlamentaria para que explique las razones por las demoras en la contratación de una empresa especializada para buscar al submarino desaparecido.

La fecha encuentra a buena parte de los familiares enfrentados por el tema. Formaron una comisión de tres dolientes, Luis Tagliapietra, Lucía Zunda y Marta Vallejos, para que, juntos a un equipo de la Armada, integrado por abogados, contadores y expertos, redacten un pliego de adjudicación simple por emergencia. Para acelerar todos los tiempos, se había acordado que mejor firma era la norteamericana Ocean Infinity. Lo mismo sostenían desde Defensa.

Pero la hermana del tripulante Celso Vallejos, en las propias oficinas de la Marina, se negó a continuar, porque entiende que el más capacitado para la tarea es el capitán venezolano radicado en Miami, Hugo Marino. Y no todos coinciden con eso. En el Gobierno mucho menos.

Hasta ahora esto empantanó el tema sobre el cual deberá dar explicaciones Aguad, que ya vio fracasar la anterior contratación directa y, antes, el ofrecimiento de recompensa para quien lo encontrase. Ambas posibilidades terminaron dadas de baja.

A ocho meses de la peor tragedia de la Armada Nacional en tiempos de paz, un grupo de familiares de tripulantes, incluidos algunos de sus representados, cuestionaron en las últimas horas a la excelente abogada Lorena Arias, la cabeza visible de una de las tres querellas en la causa que por el hundimiento del submarino se instruye en Caleta Olivia.

La insultan por redes sociales por haberse entrevistado con el Presidente de la Nación, Mauricio Macri. No vale la pena repetir los adjetivos descalificativos. No tienen en cuenta que la letrada habló no solo del ARA San Juan, sino de otros dos incidentes marinos que también atiende con esmero, los hundimientos de los barcos pesqueros Repunte y Rigel. Ambos habían zarpado desde Mar del Plata y, según Arias, no estaban en condiciones aptas para navegar. Pero lamentablemente los intereses comerciales de los empresarios, opina, suelen estar por arriba de la seguridad de los tripulantes.

A ocho meses de la desaparición del único submarino de la Armada en operatividad, está claro que la Marina y el Gobierno, como analizó el asesor de la comisión bicameral, capitán de ultramar Marcelo Covelli: "No supieron prever la tragedia mientras se desarrollaba, a pesar de todos los indicios ciertos que formaban un combo fatal: ingreso de agua de mar, principio de incendio, mal tiempo, navegación en solitario, dificultades para comunicarse, fatiga de la tripulación, atmósfera desconocida, incapacidad para afrontar adecuadamente un incendio, incapacidad para afrontar adecuadamente un abandono, intención de inmersión". Estanqueidad no asegurada del casco, limitaciones operativas en la profundidad, en la velocidad, en las baterías, en las comunicaciones (sistemas HF y EUREKA); fallas en las navegaciones anteriores de julio y entre Mar del Plata y Ushuaia; informes de desvíos de seguridad. Falta de inspección de seguridad del Comando de la Fuerza de Submarinos en el año 2017. Incumplimiento en las inspecciones de seguridad y del mantenimiento planificado.

Después de declarado el caso SAR (búsqueda y rescate) no supieron anticiparse a la probabilidad de una posible explosión, ya que no pidieron el informe de los sismógrafos, sino que les fue entregado por otro organismo que actuó por iniciativa propia.

Covelli también entiende que existió una "deficiente supervisión por parte del Comando de la Fuerza de Submarinos, del Comando de Alistamiento y Adiestramiento de la Armada; de la Jefatura del Estado Mayor General de la Armada, y del Ministerio de Defensa".

A ocho meses de la desaparición del ARA San Juan y sus 44 tripulantes, la mayoría de la sociedad está desmovilizada por el tema, a pesar —y aunque en la Casa Rosada no lo vean así— de que esta tragedia tiene muchos puntos en contactos con otra que aún de tanto en tanto aparece en la tapa de los diarios: la tragedia ferroviaria de Once.

Es verdad que los militares que estaban en el buque de guerra no eran simples pasajeros y que cada uno, allí dentro, tenían una responsabilidad. Pero en un caso y otro existió desidia por parte del Estado, deficiente mantenimiento y recursos que se destinaron a otros fines en vez de equipamiento, entrenamiento, mantenimiento y seguridad.

Por la tragedia de Once ya se dictaron condenas y hasta hay un nuevo juicio contra un ex ministro responsable del área. ¿Sucederá lo mismo con la desaparición del ARA San Juan en tiempos de paz y democracia plena?