Certificaciones y tiempos críticos: la complejidad del juguete en el comercio exterior

Ana Paula Segovia, analista de comercio exterior en la industria del juguete, explica los desafíos normativos, logísticos y culturales que atraviesan al sector

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Ana Paula Segovia es analista
Ana Paula Segovia es analista de comercio exterior en la industria del juguete (Foto: Movant Connection)

Al referirse a normas y restricciones en su industria, Ana comenta que “si el juguete no cumple los requerimientos, queda automáticamente desestimado y no puede comercializarse”. En esta entrevista repasa desafíos, destinos exigentes y particularidades culturales que pueden definir –o complicar– una operación.

¿Cómo describís el funcionamiento actual del comercio exterior en el sector del juguete?

En este sector es clave que la mercadería llegue a tiempo, especialmente porque los clientes trabajan con fechas muy estrictas. La logística debe ser lo más rápida posible para cumplir plazos, evitar faltantes y sostener la demanda estacional. Para eso, muchas empresas están empezando a invertir en sistemas y tecnología que permitan agilizar procesos, anticipar desvíos y tener mayor control sobre cada etapa.

¿Qué particularidades aparecen en operaciones internacionales?

Una de las más importantes es la certificación. Cada país tiene leyes, normas y requisitos específicos para permitir el ingreso de juguetes. Eso implica revisar documentación, entender regulaciones cambiantes y asegurarse de que el producto cumpla con todos los puntos técnicos.

Además, en lo marítimo pueden surgir imprevistos: interrupciones de servicio, problemas en puertos o incluso fenómenos climáticos. Por ejemplo, un tifón puede retrasar embarques enteros, y eso modifica todo el calendario operativo.

¿Cambian las exigencias según el tipo de destino o el tipo de juguete?

Sí, y a veces aparecen particularidades culturales muy marcadas. En algunos países de Medio Oriente, por ejemplo, está prohibido el uso de arcoíris en juguetes y packaging. Si el producto tiene ese diseño, hay que modificarlo por completo. Si no se cumple, rechazan la mercadería y se genera un problema muy grande, incluso la pérdida del cliente. Por eso el área de comercio exterior tiene que estar al tanto, pero también el área comercial, porque quien vende debe saber exactamente qué requisitos rigen en cada mercado.

¿Cómo influyen las temporadas de mayor demanda en la planificación logística?

El mayor pico es Navidad y Año Nuevo, seguido por el Día del Niño. Aunque se vende todo el año, esas fechas concentran los volúmenes más altos. Para planificar bien, se pide la mercadería con mucho tiempo de anticipación para que las fábricas puedan producir. Hay que tener claro el tiempo de embarque, el tiempo de producción y los plazos de certificación, porque si la certificación no está lista, no se puede entregar nada aunque el producto esté fabricado.

¿Cuánto dura un tránsito marítimo típico desde China?

Depende del destino. A países como Sudáfrica puede demorar entre dos y tres meses, pero también existen embarques de 45 días. Varía según la ruta, la naviera, la congestión y la distancia. Esa variabilidad obliga a planificar con precisión y a tener planes alternativos.

Para Ana Paula, "la logística
Para Ana Paula, "la logística debe ser lo más rápida posible para cumplir plazos, evitar faltantes y sostener la demanda estacional" (Foto: Shutterstock)

¿Qué tipos de juguetes presentan mayores dificultades?

Los juguetes de figura de acción suelen ser los más complejos. Tienen requisitos muy estrictos sobre composición química. Si no cumplen con esas normas, no pueden ingresar a casi ningún país.

También está el riesgo de que el juguete se rompa en piezas demasiado pequeñas o que tenga componentes no permitidos. Las normas como la N71 (1, 2 y 3) y la IEC 62115 regulan temas como partes eléctricas, funcionamiento seguro y niveles admisibles de sustancias químicas, porque cualquier falla puede representar un riesgo serio para un niño.

Hay diversos controles para verificar que el juguete sea seguro. Regulan desde los materiales hasta los químicos permitidos, y también la forma en que se rompe un juguete para evitar que un niño pueda asfixiarse. En los eléctricos controlan que no haya riesgo de descarga. Si el juguete no cumple, queda automáticamente desestimado y no puede comercializarse.

Desde el comercio exterior se deben conocer todas estas regulaciones, pero el área comercial es clave. Si quien vende no sabe qué puede o no puede ingresar en un país, se arma una operación equivocada desde el inicio. La comunicación interna también es fundamental: todos tienen que transmitir información clara, sincera y actualizada para evitar errores que deriven en rechazos o multas.

¿Qué rol juega la tecnología en este sector?

Se volvió muy importante. Cada vez más empresas adoptan sistemas que agilizan la preparación de documentos, generan reportes automáticos y permiten seguir la trazabilidad de embarques. La inteligencia artificial también ayuda a entender procesos, optimizarlos y anticipar demoras. Para mí, es clave que las empresas inviertan en herramientas que alivianan el trabajo del empleado y mejoran la operación completa.

En tu experiencia, ¿por qué es importante manejar varios idiomas?

Porque el comercio exterior es totalmente multicultural. La mayoría de las operaciones se manejan en inglés, pero en países como Brasil es necesario entender portugués. En una misma operación podés recibir un mail en inglés y otro en portugués, y es importante responder correctamente a ambos. También sirve para interpretar documentación o normas del país destino y evitar confusiones que pueden ser costosas.