
Cumplir con los objetivos requeridos en comercio internacional no es tarea fácil. Para lograrlo, es necesario analizar todas las variables, aprovechar las herramientas disponibles y contar con un equipo de trabajo profesional que lleve los problemas al mínimo posible. Para Agustín, comercio exterior tiene sus complejidades, “pero en el balance, la satisfacción es mayor”.
¿Cuál es tu rol en el día a día dentro del área de comercio exterior?
Mi rol comenzó en el área de ventas internacionales, pero hoy está más vinculado a la parte operativa de comercio exterior específicamente. Me toca entender qué necesitamos importar o exportar, y diagramar una estrategia operativa para poder materializar eso. Comercio exterior es uno de los últimos eslabones de la cadena de suministro, el que concreta todo lo que otros equipos diseñaron, vendieron o detectaron como necesidad.
Entonces recae sobre mí esa planificación y esa guía para lograr importar lo que hay que traer, usarlo para producir y, por ejemplo, reexportar un bien, o materializar directamente la exportación de un conjunto de equipos que tienen que llegar a un cliente del exterior. Ahí entran temas como logística internacional, seguros, riesgos operativos, materia cambiaria, pagos al exterior, sin dejar de lado la necesidad de ingresar esa mercadería al país para destinarla a un fin productivo. Todo eso lo trabajamos en equipo, para brindar ese servicio tanto al cliente interno como al externo.
¿Qué industrias están demandando hoy maquinaria o bienes de capital?
Con gran foco, la industria farmacéutica. Es una de las que lleva adelante apuestas fuertes de inversión para el desarrollo de nuevos medicamentos o soluciones vinculadas con la salud. Muy a la par, la industria alimenticia. Empresas lácteas, del rubro bebidas, buscan equipamiento para ampliar su producción, desarrollar productos o mejorar su posicionamiento.
Ahí es donde buscan proveedores internacionales que cumplan con los estándares de calidad. Y eso también abre otro canal: la posventa. Repuestos, servicios técnicos, exportación de servicios. En Argentina hay un know how muy grande. Gente idónea que puede ir a programar, instalar o poner en marcha un equipo. Y ahí comercio exterior vuelve a ser clave para resolver todas esas gestiones.
¿Observás innovación en estos productos o servicios?
Sí. En lo industrial se está incorporando automatización, inteligencia artificial. Ya hay empresas que cambian sus métodos tradicionales de monitoreo por otros más novedosos, con reportes en tiempo real. Eso te permite tomar decisiones para hacer mantenimientos predictivos, no correr cuando el problema ya está. Europa empezó hace unos años, Estados Unidos ya hizo inversiones. En Latinoamérica, por lo menos las grandes empresas, ya lo están implementando. Creo que en seis años va a estar generalizado.
¿Qué pensás sobre la importación de maquinaria usada?
Hoy no hay un desarrollo muy grande, sobre todo en rubros técnicos donde se requieren ciertos estándares, principalmente de seguridad. No digo que no exista, pero muchas empresas siguen apostando a lo nuevo, customizado, con trazabilidad, control, documentación. Un equipo industrial está acompañado desde un número de serie hasta documentación técnica clave. Aun así, para un pequeño productor puede ser un buen puntapié. Depende del tipo de inversión que se quiera hacer. Las dos opciones conviven y son válidas.
¿Cuáles son los principales riesgos en una operación internacional?
Hay muchos. Desde los riesgos del transporte, hasta problemas originados por un mal embalaje. Una caja de madera mal armada puede poner en peligro todo. Por eso hay formas de cubrirse. No se trata de pensar “va a salir todo bien”, sino de contratar seguros, trabajar con empresas serias, con respaldo en pólizas. Hace poco se hundió un buque que venía de Asia. Es poco probable, pero pasa. Entonces, hay que pensar esos riesgos antes de encarar una operación.
¿En ese sentido, qué rol cumplen los Incoterms?
Son las condiciones de compraventa internacional. Aunque parezcan solo letras, dicen todo. Definen en qué momento el riesgo pasa del exportador al importador. Hay clientes que prefieren que el exportador se ocupe de todo, otros que lo asumen ellos porque ya tienen pólizas o experiencia. Lo importante es hablarlo, dejar claro quién toma la responsabilidad. El riesgo existe y hay que cubrirse.
¿Por qué es importante ser riguroso con las certificaciones?
En el último año hubo una desburocratización, pero sigue siendo clave. Mi recomendación siempre es partir de una posición arancelaria. Eso permite detectar si hay certificaciones obligatorias. Por ejemplo, si el componente tiene algo eléctrico, va a necesitar seguridad eléctrica.
Hoy hay plataformas digitales que facilitan mucho esos trámites. Pero si no se hace, pueden surgir problemas: demoras, multas, antecedentes negativos. Entonces, es mejor chequear todo antes y trabajarlo muy de la mano con los despachantes. El proveedor también tiene que acompañar con documentación técnica que respalde que el producto cumple con normas internacionales.

¿Cómo es tu experiencia liderando equipos?
Liderar un equipo en comercio exterior es muy dinámico. Ningún día es igual al otro. Lo interesante es cómo nos complementamos. Más allá del cargo que uno tenga, todos aportan y eso genera muy buen clima. Los perfiles del equipo son muy profesionales, inquietos, proactivos. Buscan reducir riesgos, optimizar recursos, proponen cambios. Entienden que, aunque hay pasos establecidos, siempre hay excepciones.
¿Qué influencia tiene tu rol docente en tu forma de liderar?
Intento aportar flexibilidad, entender qué necesita mejorar cada persona. Eso no siempre es igual para todos. La docencia te forma también a vos: cuando enseñás, aprendés. Esa información la compartís. Tenemos gente que estudia y trae novedades, y eso enriquece muchísimo. Siempre trato de que ese intercambio tenga valor, porque da muy buenos resultados.
¿Te imaginás trabajando fuera del área de comercio exterior?
Sí. Empecé en ventas internacionales. El mundo es dinámico. Comercio exterior te abre puertas: podés terminar en tesorería, ventas o en un equipo que gestione pagos. Ya me ha pasado. No cierro ninguna posibilidad.
Es una profesión muy dinámica. Si te gusta estar en constante crecimiento y adaptación, se hace hasta divertida. Tiene sus complejidades, claro. Pero en el balance, la satisfacción es mayor. Te permite entender el mundo desde distintas ópticas. Está todo muy globalizado. Podés concretar cosas pasando fronteras. Y eso es espectacular.
¿Qué le dirías a alguien que está pensando en trabajar en comercio exterior?
Que le dé para adelante. Hay varias ramas donde uno puede desarrollarse. Podés conectar oferta y demanda de culturas, países y realidades distintas. Y eso es lo que permite esta profesión. La red de contactos que se genera también es muy valiosa. Lo recomiendo al 100%.
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