Un particular encuentro de Novela Histórica: qué libros prefieren leer los españoles

Un certamen en Úbeda reunió escritores de América y de la Península. Desde allí, una crónica que señala fortalezas y debilidades de un género que apasiona. Y las elecciones de los lectores.

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Una reconstrucción histórica en el Certamen de Novela de Úbeda.
Una reconstrucción histórica en el Certamen de Novela de Úbeda.

“Perderse por los cerros de Úbeda” es sinónimo de divagar injustificadamente, de irse por las ramas con objetivos poco claros. El origen de la frase está en una anécdota sobre Álvar Fáñez, el Mozo, dado por muerto en la batalla que permitió a las huestes cristianas arrebatarles a los musulmanes la ciudad de Úbeda. Reapareció una vez concluida la lid, y alegó, para explicar su ausencia, que se había extraviado entre los cerros circundantes. El argumento no convenció a nadie: unos lo acusaron de cobardía y otros, de haber ido a encontrarse con su amante, una hermosa morisca.

Estuve en la ciudad entre el 18 y el 22 de octubre de 2023, invitada al “Certamen Internacional de Novela Histórica Ciudad de Úbeda”, y no solo no me perdí en ningún cerro, sino que encontré esa historia (la de Alvar Fáñez) y muchas otras, narradas y publicadas por escritores y escritoras de hoy, o representadas, incluso, por grupos de actores voluntarios, vestidos como cowboys, gladiadores, sacerdotisas romanas,pictos, britanos y celtas, indios sioux o bushwhackers (guerrilleros) en la Guerra de Secesión.

La ciudad misma es una joya histórica. Úbeda, y la vecina Baeza (donde fue profesor Antonio Machado), han sido declaradas “Patrimonio Mundial de la Humanidad” por la UNESCO. Ambas son puntos de cruce de las tres grandes culturas peninsulares: cristiana, musulmana y judía, y en las dos brillan hitos representativos de una arquitectura renacentista extraordinariamente conservada, que se proyectó hacia Hispanoamérica.

La historia se hace presente en el certamen de Novela de Úbeda.
La historia se hace presente en el certamen de Novela de Úbeda.

Desde el Palacio Vela de los Cobos, o las iglesias de San Pablo y de San Salvador, hasta el Museo de Arqueología, Úbeda deslumbra y encanta, incluso por su refinamiento gastronómico. Pese a ser una ciudad pequeña, de acceso más bien difícil y alejada de los grandes centros, recibe muchas visitas y destaca por la oferta de alta cocina y por los bellos hoteles. El que nos asignaron a un grupo de escritores, críticos y bloggers participantes se llama “Nueve leyendas” (cada habitación se refiere a una leyenda local) y está decorado con mobiliario de época.

El Certamen se suma a los atractivos ubetenses. Sebastián Lozano Mudarra (Campillo de Arenas, 1958), gestor cultural y también escritor de ficciones testimoniales e históricas, está a la cabeza de la organización, y nos cuenta sobre el origen de estas jornadas. Nacieron hace doce años desde la Asociación en Defensa de Úbeda Patrimonio de la Humanidad y el Club de Lectura “En torno a la palabra”. Al añadirse las recreaciones históricas callejeras se sumó la asociación cultural Cero Culture, que hoy ocupa un lugar central. A ella se agregan apoyos y patrocinios de distintas entidades, privadas y públicas (el Ayuntamiento de Úbeda, la Caja Rural de Jaén, la Diputación de Jaén, el Ministerio de Cultura).

¿Por qué se llama “Certamen”? Ante todo, durante las jornadas se otorgan nada menos que tres premios: uno a la mejor novela histórica inédita, otro a la mejor novela publicada el último año en España y otro, el premio Ivanhoe a la trayectoria de un/a autor/a. En 2023, el Ivanhoe recayó en la excelente novelista británica Lindsey Davis (Birmingham, 1949). El discurso de premiación estuvo a cargo del crítico David Yagüe, que destacó su papel pionero en la combinación de lo histórico y lo policial (la serie de novelas del detective Marco Didio Falco). También elogió su sentido del humor, evidente en el reportaje abierto que le hizo después, y la novedad de que sus protagonistas ficcionales emergen de la clase media-baja del imperio romano y se desmarcan tanto de las élites, como de las figuras históricas más conocidas.

Las actividades del evento se repartieron, sobre todo, entre las salas del Palacio Vela de los Cobos y el Hotel Palacio de Úbeda. El ritmo no decayó un momento, ni siquiera durante los intervalos en los espacios abiertos, con ventas, firmas de autores y encuentros informales. Las novelas españolas ocuparon el mayor espacio. Hubo algunas estrellas “superventas”, como Luis Zueco (que llegó con su mujer y una hija) y presentó El tablero de la reina, donde una joven y arrolladora Isabel I de Castilla se impone en el juego del ajedrez y en la realidad política. No faltaron tampoco “los Carmen Mola” (ganadores de uno de los recientes Premios Planeta) con Infierno, una sangrienta y truculenta novela negra situada a mediados del siglo XIX, bajo el reinado de Isabel II.

Los preferidos en España

¿Qué temas y épocas son los preferidos entre escritores y lectores del género en España hoy? Como apuntaron los organizadores y los bloggers invitados, y estuvo a la vista en los muchos lanzamientos, se lee ficción sobre la historia de España en todas sus épocas (la Alta Edad Media, los visigodos, la invasión árabe y la Reconquista, las guerras napoleónicas, la Guerra Civil y la postguerra), pero también sobre la Antigua Roma, la Segunda Guerra Mundial, e incluso, según señaló Angel Figueroba (representante de la página Hislibris), hay cierto gusto reciente por la historia vikinga y japonesa.

¿Y la historia latinoamericana? Solo parecen interesar (parcialmente) las Indias Occidentales, en tanto formaron parte del imperio español. También coinciden sobre esto los organizadores y bloggers: publicaciones y lecturas se focalizan en el Descubrimiento, la Conquista (las de México y Perú, sobre todo) y la primera colonización de esos territorios.

Desde hace tres ediciones, el encuentro de Úbeda incluye una sección especial: el Certamen América. La razón tiene que ver con los “combates por la Historia” (Lucien Febvre dixit) dentro de la misma España. Nos dice Sebastián Lozano que “se venía usando la historia de España y en particular el descubrimiento de América y su posterior colonización como ariete político de un sector de escritores de novela histórica.” La plataforma ideológica del evento se identifica, recalca, con los valores de la Ilustración y la Revolución Francesa (Libertad, Igualdad, Fraternidad) cuya defensa fracasó en España, alejándola de una América que se independizaba.

Se lee ficción sobre la historia de España en todas sus épocas pero también sobre la Antigua Roma y la Segunda Guerra Mundial

La organización rechaza, en palabras de Lozano, “una serie de valores totalmente trasnochados cuyo objetivo no es otro que reivindicar esa idea orgullosa y arrogante de una perdida grandeza imperial, portadora de unas rancias ideas religiosas, intolerancia y decadencia que no consiguieron sino distanciar a España de una Europa secularizada, del estudio de las ciencias y de la promoción de la técnica, de la democracia y de la liberalización política y social.” La convocatoria a escritores y escritoras de América Latina tiene especialmente la intención de compensar la visión nacionalista y nostálgica del Imperio sostenida por algunos intelectuales y literatos peninsulares, incorporando perspectivas de autores originarios del otro lado del Océano.

Cuatro latinoamericanos participamos de manera presencial en la XII Edición del Certamen. Tres viven de manera permanente o casi permanente en España: Laura Martínez Belli (nacida en Barcelona, pero de madre nicaragüense y aquerenciada en México durante muchos años) y los argentinos Roberto Lapid y Viviana Rivero, ambos de Córdoba. A sus voces y la mía se sumó una mesa mixta, presencial y virtual, en la que intervinieron también autores y autoras de las ediciones anteriores del Certamen América. Nos precedieron en esos encuentros los uruguayos Valentín Trujillo y Marcia Collazo, los chilenos Patricia Cerda, Carlos Tromben y Alan Pitronello (que vive y publica en España y ganó el Premio de Novela Histórica Ciudad de Úbeda en 2019 con La segunda expedición, situada en Yucatán, en 1518).

Que la ficción histórica escrita por hispanoamericanos tenga un espacio en el Certamen no significa necesariamente que esas novelas se publiquen en España ni que, de ocurrir así, los temas se refieran a la historia latinoamericana. Viviana Rivero presentó en Úbeda su novela Apia de Roma, y Roberto Lapid hizo lo propio con Pasión imperfecta. La historia secreta de Hedy Lamarr y Fritz Mandl. Ambos títulos, lanzados en la Península, se encuadran dentro del mapa de interés temático preferido hoy por el lectorado local.

Laura Martínez Belli ha publicado dos de sus novelas allí; Carlota (sobre la frustrada emperatriz de México, por Espasa, con el título de Locura imperial), y Las dos vidas de Floria (por la editorial independiente Piel de Zapa), pero La otra Isabel (sobre la hija favorita de Moctezuma), se lanzó solo en México. La mesa herida (2023), centrada en el destino de una obra de Frida Kahlo que estuvo perdida mucho tiempo en los laberintos burocráticos de la Unión Soviética, aparecerá en Espasa de España durante 2024.

Bloggers, críticos y lectores concuerdan en el desconocimiento general existente en España sobre nuestra perspectiva de la Historia y también coinciden en celebrar el aporte de la sección americana del Certamen. Yolanda Rocha Moreno (colaboradora del Certamen y blogger) destaca la novedad estilística y temática proveniente de América; Rebecca Pérez Fernández (administradora de Momoko.es y del canal de Youtubemomoko_blog) resalta la complejidad de la novela hispanoamericana, su “búsqueda de la verdad, la identidad, el compañerismo y la lucha”, Alberto San Frutos, maestro, erudito, y miembro de la organización, cree que el nuevo sector satisface la demanda de potenciar los vínculos, no solo entre la literatura peninsular y la de los países iberoamericanos, sino en el mismo circuito literario interno de Latinoamérica. Precisamente, la falta de conexión de los creadores latinoamericanos entre nosotros surgió entre nosotros como tema de debate, en la mesa inicial “Encuentro España/Latinoamérica”.

Las novelas históricas de hoy en España

¿Cómo son las novelas históricas que se producen ahora en España? ¿Cómo están escritas? ¿Con qué aspiraciones? ¿Se privilegian la sutileza y los matices literarios, hay espacio para lo experimental, para las aventuras de la palabra, hay afinidades o marcas que las relacionen con el boom latinoamericano, con los juegos de la posmodernidad? Las respuestas que recogimos nos hablan de propuestas menos sofisticadas, sin perjuicio de que existan grandes nombres de reconocido vuelo y marca personal, desde Arturo Pérez Reverte a Juan Eslava Galán o Ángeles de Irisarri.

Alberto San Frutos, jurado habitual de los premios del Certamen, señala que las novelas inéditas concursantes se caracterizan en su mayoría por una estructura más bien lineal y un estilo relativamente poco exquisito: “no veo yo a los autores de novela histórica españoles muy cercanos a la manera de entender la novela de un Javier Marías, un Rafael Chirbes o un Enrique Vila-Matas.”

El crítico David Yagüe apunta que la literatura histórica española más experimental o elaborada es infrecuente. Si bien la novela histórica “literaria”tiene éxito entre el público lector, sobre todo es la que escriben autores de otras lenguas (Scurati, Vuillard, O´Farrell); en esos casos ya no se le añade la etiqueta de “histórica” y se la lee como novela “a secas”.

La conversación con Yagüe me deja pensando; también existe en Argentina una tendencia clasificatoria similar. La teoría crítica, sin embargo, nunca ha excluido del campo literario a la ficción histórica, género innovador creado por Walter Scott a principios del siglo XIX, que ha ido enriqueciéndose con cambios de procedimientos y de perspectiva. Sin duda, la falta eventual de creatividad estética no es un problema del género en sí mismo, sino de quienes lo practican con resultados desparejos. Desde sus “héroes medios” (Lucáks), representativos del ser humano común, la novela histórica relacionó las historias individuales con la Historia colectiva, replanteó y construyó identidades nacionales, y alcanzó hitos de potencia y complejidad. En ese marco se sitúan, con diferentes matices, algunas de las más importantes novelas de todos los tiempos, desde Guerra y Paz (Tólstoi) a Orlando (Virginia Woolf) o Memorias de Adriano (Marguerite Yourcenar). Más cerca de nuestro ámbito cultural, podemos nombrar extraordinarios títulos del boom y el post-boom, desde El reino de este mundo (Alejo Carpentier) a Zama (Antonio Di Benedetto), entre tantos otros.

La novela histórica llegó a España y a sus (ex) colonias prácticamente al mismo tiempo. Las dos obras iniciales publicadas en cada continente marcan también una diferencia importante. La primera novela del género en la Península fue Ramiro, conde de Lucena (1823), de Rafael de Húmara y Salamanca, que se sitúa en 1247, durante el sitio de la reconquista de Sevilla. Por otro lado, la primera novela histórica en América fue Xicoténcatl (1826), de autor no establecido, cuyo protagonista es un guerrero tlaxcalteca que se resiste a dejar pasar por sus tierras a los invasores españoles. La exaltación de lo que se considera nacional y constitutivo de la identidad colectiva, es común a las dosy es propia del paradigma de Walter Scott. Pero en la novela americana los españoles son los villanos que se apoderan de la patria del héroe y en la peninsular, los justicieros que recuperan la tierra propia.

La novela histórica hispanoamericana en sus comienzos construye identidades comunitarias contrapuestas a España en tanto matriz opresora que debe ser superada. El conflicto, y a menudo la final alianza, entre clases, etnias, partidos, intereses, regiones, lenguas, caracteriza las ficciones de las repúblicas nacientes, en una apuesta por la integración futura. En la Península la gran novela histórica del siglo XIX y comienzos del XX desembocará en la temática de la soberanía amenazada por las guerras napoleónicas (los Episodios Nacionales, de Benito Pérez Galdós) y en la pregunta angustiosa por el destino de un antiguo imperio que pierde sus últimos bastiones.

El rango temático posible de la novela histórica en España es vastísimo: desde la Edad de Piedra (basten como ejemplo las novelas de Antonio Pérez Henares) hasta la Guerra y la Posguerra Civil (Rafael Chirbes, Javier Cercas, Almudena Grandes). Nada de la historia europea le es ajeno. La novela hispanoamericana, por su lado, sigue batallando con los puntos oscuros de una independencia que no se percibe como plenamente lograda, se replantea las asimetrías sociales, las asignaturas pendientes de la construcción nacional, el destino de los pueblos originarios. No sin razón dijo Carlos Fuentes que “el pasado es nuestra agenda.”

Más allá de la fractura que supuso la Independencia, las historias de España y de Latinoamérica siguieron y siguen vinculadas. La inmigración española (sobre todo la gallega y andaluza) en países como Argentina, Cuba, Venezuela, gravitó decisivamente sobre la identidad demográfica y cultural. Y durante las crisis políticas y los exilios, la lucha interna en España por las lenguas y las libertades autonómicas siguió escribiéndose de este lado del mundo. No hay mejor prueba que la trayectoria del gallego Alfonso Rodríguez Castelao, el gran ideólogo de la autonomía gallega, que publicó su Sempre en Galiza(1944) en Buenos Aires y falleció en nuestra capital.

Si la historia latinoamericana no hubiese sido la misma sin la intervención de España, podemos decir que lo inverso también es verdad, y que en los últimos dos siglos esos vínculos de ida y de vuelta fueron más estrechos. La correspondencia epistolar, los diarios íntimos, las crónicas, las autobiografías, dan fe de esa comunicación e interacción continuas que convergen en el campo de la novela histórica.

Quizá solo falta que, de un lado y del otro, comencemos a leernos con mayor frecuencia e intensidad, para poner en valor la memoria común que moldea un presente también afectado por las migraciones. El Certamen América supo abrirnos la puerta al encuentro de ese pasado cercano pero menos transitado por la lectura; acaso invisible, por naturalizado o evidente. En la mesa sobre novela histórica argentina, moderada por Viviana Rivero, esa fue mi propuesta, cimentada en tres libros propios (Árbol de familia, Todos éramos hijos, Solo queda saltar) y en la lectura de muchos otros autores, que han tramado y siguen tramando la red transoceánica.

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