Por qué Maradona no era “de otro mundo” sino un mundo en sí mismo

“Planeta Diego” es distinto a todo el resto de los libros que se escribieron sobre el astro argentino del fútbol. Su editor y compilador, Pablo Brescia, explica por qué, además de narrar el detrás de escena de su creación, en la que colaboraron escritores, periodistas y académicos de todo el mundo antes de la muerte del 10.

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"Planeta Diego: 16 miradas a un ícono" reúne textos de escritores, periodistas y académicos en un libro sobre Maradona distinto al resto.
"Planeta Diego: 16 miradas a un ícono" reúne textos de escritores, periodistas y académicos en un libro sobre Maradona distinto al resto.

En el espacio “Cómo lo escribí” de Infobae Leamos autores y autoras cuentan el detrás de escena de los libros que acaban de publicar. Por qué eligieron los temas o historias que terminaron en sus páginas, cómo organizaron su trabajo, qué revelaciones aparecieron en el proceso de escritura, qué sensaciones hubo a medida que ese proceso ocurría.

En este caso, el escritor, profesor y crítico literario argentino Pablo Brescia cuenta cómo surgió su nuevo libro, Planeta Diego: 16 miradas a un ícono, en el que explora a Maradona no solo como futbolista o personaje, sino como lo que fue durante toda su vida: un ícono de amplias repercusiones en el deporte, en la política, en el arte y en la vida de millones, tanto adeptos como detractores.

Planeta Diego, editado por Planeta, reúne 16 textos seleccionados y trabajados por Brescia junto a una serie de colaboradores no solo argentinos, sino de países como México, Colombia, Suiza, Italia, España e Irán. El libro incluye, según dice el mismo Brescia, a “el mejor cronista contemporáneo de futbol; el compositor de una magna enciclopedia maradoniana; el autor de la primera novela gráfica sobre Diego; la primera autora mexicana en escribir una novela sobre futbol y la primera escritora argentina en publicar un libro sobre Maradona”.

Cómo hicimos “Planeta Diego”

El escritor, profesor y crítico literario argentino Pablo Brescia, editor y compilador del libro, explica en este detrás de escena por qué "Planeta Diego" es distinto a todo el resto de los libros escritos sobre el astro del fútbol.
El escritor, profesor y crítico literario argentino Pablo Brescia, editor y compilador del libro, explica en este detrás de escena por qué "Planeta Diego" es distinto a todo el resto de los libros escritos sobre el astro del fútbol.

Debo a la conjunción de un hincha de River y un hincha de Boca el descubrimiento del Planeta Diego.

Una tarde de octubre del 2017 me reuní con un colega de la Universidad de Limerick, Irlanda, que visitaba la mía, la Universidad del Sur de la Florida, en Tampa, Florida, Estados Unidos. Estaba de visita y no nos conocíamos. Pronto charlábamos animadamente de literatura y cine argentinos y de fútbol en las afueras de la biblioteca. Hasta que llegó el momento de develar nuestras pasiones.

Él, con la banda diagonal roja; yo, con la horizontal amarilla. Ya estábamos por separarnos cuando surgió la otra pasión: Maradona. Horas de charla. Y una certeza: era necesario hacer un libro sobre Diego como objeto cultural. El resultado, después de cinco años de trabajo, sale el 1 de diciembre. Diego Maradona: A Socio-Cultural Study (un estudio socio-cultural), primer libro académico en inglés dedicado a su figura.

Mientras trabajábamos en el libro, se murió Diego. Insospechadamente (hace treinta y algo de años que no vivo en Argentina), me pegó fuertísimo. Tenía 18 años cuando ganamos el Mundial de México 1986. Su muerte me reveló una verdad: Diego había sido parte de toda mi vida.

Por dos semanas no pude balbucear nada. Escribí “Fuera de este mundo: Diego en diez” para una pujante publicación cultural de Miami, Suburbano. Y me di cuenta de que el libro en inglés no iba a alcanzar. Además, seamos serios: Maradona no iba a permitir que solamente hiciera un libro en inglés.

Para muchos Maradona fue un santo, para otros un demonio. Brescia, alejado de esta dicotomía, quiso "hacer un libro sobre Diego como objeto cultural".
Para muchos Maradona fue un santo, para otros un demonio. Brescia, alejado de esta dicotomía, quiso "hacer un libro sobre Diego como objeto cultural".

Empecé a pensar en un libro en español, ensayístico, colectivo. Registré con azoro la profusión de publicaciones de muy distinta índole sobre el ídolo: biográficas, periodísticas, hagiográficas, ideológicas, emotivas, pasatistas. Mi planteamiento era distinto: respetar y canalizar la emoción proponiendo una reflexión.

En Argentina, las editoriales amablemente me dijeron que no: la pandemia hacía estragos y había otras cosas en preparación, me decían. Creo que, más bien, lo que proponía este libro—un Maradona global, múltiple y complejo— era menos interesante para un medio algo endogámico como el argentino. México, que siempre viene a mi rescate, lo acogió.

Mientras amasaba una bibliografía maradoniana que parecía correr más rápido que Diego en el segundo gol a los ingleses, pensé en por qué quería hacer el libro y qué quería hacer con él. Y entonces volví al relato de Víctor Hugo Morales, al gol del siglo, a la jugada de todos los tiempos. “Barrilete cósmico, ¿de qué planeta viniste?” pregunta el relator. Ahí estaba la clave.

Víctor Hugo acertó pero se equivocó: Diego no solamente era de otro mundo, era otro mundo. Un planeta. Y así, convoqué a escritores, académicos y periodistas a que me ayudaran en la exploración de ese cuerpo celeste (y blanco). Desde muy temprano, la mitificación y la catarsis individual y colectiva alrededor de su figura provocaron una andanada verbal inmensurable, que se multiplicó luego de su desaparición física.

Ya sea para retenerlo, recordarlo, criticarlo, analizarlo o agradecerle, todos quieren hablar de él. Es algo inevitable, predecible, hasta comprensible: mucho de lo dicho y de lo escrito pasa por el lugar común, la opinión hiriente o idólatra, el recuerdo o la repetición. El ícono está surcado por varios tenores emotivos. Pero esas corrientes de sentimiento no deberían impedir la reflexión sobre lo que significó y significa, en todos los sentidos alcanzables.

El periodista mexicano Juan Villoro es uno de los escritores de "Planeta Diego", libro que incluye colaboradores de países como Argentina, Colombia, España, Italia e Irán.
El periodista mexicano Juan Villoro es uno de los escritores de "Planeta Diego", libro que incluye colaboradores de países como Argentina, Colombia, España, Italia e Irán.

Planeta Diego: 16 miradas a un ícono es un libro que fue concebido antes de su fallecimiento y que intenta leer y pensar a Maradona lejos de hagiografías parciales, amarillismos interesados o elaboraciones que tienen más que ver con el sujeto escribiente que con el sujeto/objeto escrito. La propuesta es en cambio la exploración de Maradona como planeta (según el celebérrimo relato de Víctor Hugo Morales), como cuerpo espacial y mundo autónomo que posee una topografía y una temporalidad propias, y que amerita un reconocimiento.

En Planeta Diego hay tres escritores mexicanos (Pedro Ángel Palou, Juan Villoro, Adriana Bernal), tres argentinos (Edgardo Scott, Alicia Dujovne Ortiz, Ariel Scher), un colombiano (Paul Brito) y una española (Ana Merino). Hay un artista gráfico italiano (Paolo Castaldi). Hay dos periodistas mexicanas (Georgina González, Marion Reimers) y un español (César Ferrero). Y también hay cuatro académicos de distintas procedencias: México, Argentina, Suiza, Irán (Fernando Segura M. Trejo, Mariano Paz, Yvette Sánchez, Delaram Rahimi).

Entre ellos, además, están el mejor cronista contemporáneo de fútbol, el compositor de una magna enciclopedia maradoniana, el autor de la primera novela gráfica sobre Diego, la primera escritora mexicana en escribir una novela sobre fútbol, la primera escritora argentina en escribir un libro sobre Maradona, periodistas de fuerte presencia en los medios, autores reconocidos y académicos reputados.

¿Por qué 16, si Maradona siempre fue «El Diez»? El número 16 fue extremadamente significativo para él. El 20 de octubre de 1976, a 10 días de cumplir 16 años, debutó oficialmente en Argentinos Juniors, ingresando a comienzos del segundo tiempo. ¿El número de su camiseta? 16.

Ya con 16 años, el 14 de noviembre convirtió su primer gol en primera división contra San Lorenzo de Mar del Plata y, el 27 de febrero de 1977, con esa misma edad debutó en la selección argentina en un partido amistoso frente a Hungría. Y otra cosa. Hay que recordar que en el viejo fútbol entraban 11 jugadores a la cancha y 5 iban al banco de suplentes. En el equipo, en ese entonces, eran 16. Como en el de este libro.

En Camera lucida, el filósofo francés Roland Barthes habla del punctum como aquel detalle de una fotografía que nos aguijonea y nos conmueve. ¿Qué nos aguijonea, nos conmueve, de ese alguien que fue mucho más que un jugador de fútbol, para muchos sublime, para tantos despreciable, para muchos una contradicción permanente, para otros terriblemente humano? Los ensayos de Planeta Diego: 16 miradas a un ícono intentan dar algunas respuestas.

“Planeta Diego: 16 miradas a un ícono” (fragmentos)

"Planeta Diego: 16 miradas a un ícono", editado por Pablo Brescia y publicado por Planeta.
"Planeta Diego: 16 miradas a un ícono", editado por Pablo Brescia y publicado por Planeta.

“Amague puro”: Alicia Dujovne Ortiz en conversación con Pablo Brescia

En esos escapes de las varias camisas de fuerza que le pusieron a lo largo de los años figuraban de manera prominente el racismo y la discriminación: primero el argentino (Maradona como negro villero despreciado, pero prometedor de un ascenso social a partir del futbol); luego el catalán (Maradona como sudaca de costumbres inmorales, pero genial jugador). La gran intuición geopolítica de Maradona fue llegar a Nápoles y entender que él era del Sur, verse reconocido y reconocerse en esos otros. Pertenecer. ¿Cuál era la diferencia principal entre el recién llegado y los habitantes de la ciudad que lo acogía? En Nápoles me reuní con varios de los intelectuales del grupo Te Diegum, quienes me dijeron: «Diego es como nosotros, morocho, de baja estatura, sentimental, irracional. Nos gusta que sea así. La diferencia es que nosotros perdemos y él gana».

“Una educación sentimental”: Juan Villoro

“Ocho meses después de su fallecimiento, Argentina alzó la Copa América ante Brasil. César Luis Menotti comentó al respecto: «Diego, con vida, seguramente hubiera estado feliz con el título. Seguramente hubiera ido a abrazar a Messi y los dos se hubieran largado a llorar». El veterano entrenador imaginó así la transmisión de una herencia: el momento de compartir las lágrimas.

El dios zurdo era un hombre frágil. Incomparable en la cancha, fue precursor de una conducta que no se atreve a decir su nombre, la de los hombres unidos por el llanto. Nelson Rodrigues decía que la muerte no exime a los hinchas de sus obligaciones con su club. Los fantasmas tienen el compromiso emocional de presentarse en las tribunas. Los protagonistas tienen una responsabilidad aún mayor: si sus sucesores destacan, será por lo que ellos hicieron en el césped; ya retirados, su reputación sigue en juego. Diego Armando Maradona no descansa en paz. Los cantos y los alaridos convocan su presencia. En su agitado más allá, el mito sortea rivales, engaña al árbitro y cada vez llora mejor.

“Yo quiero tener un millón de amigos”: Ariel Scher

“Hay un amigo geómetra que adora a Arquímedes, ídolo de los geómetras, y abriga la esperanza de juntarse a tomar café con él, dos veces por semana, para decirle que la teoría del maestro Euclides se fue al carajo el domingo en el que Maradona subió levemente su pierna izquierda, inventó la parábola menos lógica de cualquier época y le metió un gol de tiro libre a la Juventus.

Ese geómetra tiene una amiga filósofa que respeta todas las nociones que, a través de la magna historia del pensamiento, se empecinaron en responder qué cosa es el tiempo, pero vocifera que únicamente el segundo gol de Maradona a los ingleses en el Mundial de México 1986 explica qué cosa es el tiempo, porque en la vida se puede correr detrás de todo y alcanzar también todo, salvo al tiempo y a Maradona frente a los ingleses.

Esa filósofa tiene un amigo recolector de residuos que deslumbra en las fiestas narrando los tesoros que la humanidad dilapida creyéndolos descartes, tesoros que pueden ser esculturas sin precio o fotos de noviazgos antiguos o cartas en las que suena algo a lo que suele denominarse el alma, pero en las mismas fiestas promueve lágrimas colectivas, de esas que forman mares, cuando revela que en sus miles de itinerarios por los barrios opulentos o por las zonas más golpeadas, nunca detectó nada de Maradona que fuera lanzado a la basura”.

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