Las fábricas de Tierra del Fuego funcionan bajo un subrégimen industrial dentro del Régimen de Promoción Económica que se creó en 1972 con la ley 19.640. Sin embargo, el Área Aduanera Especial fueguina no es una rareza en el mundo. La Zona Franca de Manaos, en Brasil es muy similar y existen otras, la mayoría orientadas a la fabricación de electrónica.
El objetivo estratégico de la ley 19.640 obedeció a razones geopolíticas y apuntó a reafirmar la soberanía nacional mediante el fomento de la actividad económica a efectos de incrementar la población nacional de la isla que, en 1970, contaba con sólo 7.000 habitantes.
Hacia fines de la década del ‘70 y principios de los ‘80 comenzaron a instalarse las empresas en territorio fueguino. A partir de entonces y, con las sucesivas modificaciones reglamentarias, se amplió la posibilidad de que diferentes fábricas se radicaran en la isla y que produjeran otros artículos, al mismo tiempo que modernizaban sus líneas de producción. A fines de los 2000, se inició una nueva etapa que permitió nuevas radicaciones -muchas de ellas asociadas con firmas internacionales-, la incorporación de mano de obra intensiva y maquinaria de última generación y la implementación de procesos productivos de alto nivel tecnológico.
Hoy, casi medio siglo después, la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur tiene más de 160 mil habitantes. En ella operan 52 establecimientos industriales de diferentes sectores como el plástico, textil, pesquero, confeccionista, mecánico y de electrónica de consumo. Este último con la mayor parte de las firmas (25) y empleados (8.500).
Las 52 fábricas invierten permanentemente en sus líneas de producción y generan 11.000 puestos de trabajo directos, con la correspondiente incidencia en el empleo indirecto y en el consumo interno a través del derrame que generan esas actividades.
Pero este modelo de promoción industrial no es único en el mundo, y no hace falta ir muy lejos para encontrar otro similar, aunque con distinta escala. La Zona Franca de Manaos en Brasil fue concebida en 1965 para generar el desarrollo económico y social de la Amazonía Occidental.
Con cerca de 600 industrias de alta tecnología y 85.000 trabajadores (que llega al medio millón si se cuentan los empleos indirectos), la ZFM se dedica principalmente a fabricar informática, celulares, televisores, motocicletas y productos químicos. El régimen de promoción -que cuenta con resguardo constitucional- fue renovado hasta 2073.
En México también existe un régimen especial, conocido como Industria Maquiladora de Exportación (IME) en la frontera norte de ese país y que fue concebido, del mismo modo que el argentino, con fines estratégicos sociales y económicos. En 1965 se estableció una política de fomento dentro del programa de Industrialización de la Frontera Norte mediante la cual el gobierno mexicano buscó retener la fuerza de trabajo que emigraba a Estados Unidos en busca de empleo y, al mismo tiempo, atraer inversiones norteamericanas y de otros destinos.
Así se constituyó un polo industrial donde se radicaron empresas globales que se dedican a la fabricación de informática, celulares y televisores, orientado tanto al consumo interno como a la exportación y un gran generador de empleo -con más de 1 millón de trabajadores-.
Pero Tierra del Fuego, Manaos o la frontera norte de México no son los únicos lugares del mundo donde existen regímenes especiales para el fomento industrial. Fuera de América, puede encontrarse la iniciativa de países como India, que en 2014 creó el programa “Make in India”, que alienta a las empresas a invertir y fabricar en el país asiático, con eje en la electrónica.
También en Hungría, República Checa, Polonia y República de Eslovaquia se crearon regímenes nacionales de fomento para la industria y el desarrollo, en cabeza de las Agencias de Promoción de cada uno de esos países, que otorgan subsidios a la inversión e incentivos a la creación de empleo.