El príncipe Carlos recuperado de coronavirus y Camilla en cuarentena celebran sus 15 años de matrimonio

El 9 de abril de 2005 el príncipe se casaba con la duquesa. Culminaba una historia de amor clandestino e infidelidad del heredero -casado con Lady Diana- que hizo temblar a la monarquía británica- Hoy la antes apasionada relación de amantes navega por aguas demasiado tranquilas

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Hace 15 años ni el padre de Camilla ni los padres del príncipe Carlos –la reina Isabel II y Felipe de Edimburgo– asistieron a la boda civil con la que oficializaron su larga y polémica historia de amor.(AFP)
Hace 15 años ni el padre de Camilla ni los padres del príncipe Carlos –la reina Isabel II y Felipe de Edimburgo– asistieron a la boda civil con la que oficializaron su larga y polémica historia de amor.(AFP)

La muchacha se acercó y con espontaneidad pero también absoluta desfachatez le lanzó un “¿Sabía que mi bisabuela fue amante de su tatarabuelo? ¿No le excita la historia?”. El joven la miró divertido y sorprendido. Pocos se animaban a dirigirse así a él, futuro heredero a la corona.

Con esa pregunta desvergonzada y con esa reacción de divertida sorpresa comenzó una historia de amor, infidelidad, encuentros y desencuentros que por décadas sería seguida como una novela y que revelaría los secretos y humanidades de una monarquía otrora poderosa pero ahora obsoleta. Sus protagonistas eran el príncipe Carlos y Camilla Parker Bowles que hoy celebran 15 años de casados y casi medio siglo de amantes.

No trascendió cómo festejarán el príncipe y la duquesa su aniversario, pero por el aislamiento recomendado será a solas. Carlos se contagió el Covid-19 y realizó su cuarentena en el castillo de Balmoral. Desde la ventana de su habitación podía contemplar el increíble y casi infinito verde que le permiten los 200 kilómetros de terrenos que lo rodeaban. Con 71 años y a la edad que la mayoría de los hombres están jubilados, él nunca ejerció de aquello para lo que se preparó toda su vida: ser monarca. Pero al menos logró disfrutar de aquello por lo que peleó gran parte de su existencia: vivir con la mujer que ama.

Hace 15 años el heredero a la corona británica lograba casarse por amor
Hace 15 años el heredero a la corona británica lograba casarse por amor

La boda con Camilla fue el 9 de abril de 2005. Una ceremonia civil discreta en el ayuntamiento y luego una misa oficiada por el arzobispo de Canterbury. No hubo invitados de otras casas reales ni fue seguida por 750 millones de personas en todo el mundo.

La novia llevaba un vestido blanco con bordados de oro, lindo pero no imponente como aquel de mangas voluminosas, sedas, bordado con perlas y una cola de ocho metros que otra novia usó el 29 de julio de 1981. Esa novia se llamaba Diana Spencer y definiría ese día como “el peor de su vida”. Esta es Camilla, una mujer de 57 años pero que durante 45 amó y fue amada por el príncipe Carlos.

Se conocieron en 1970, cuando ella le preguntó por la historia de amantes de sus antepasados. Él quedó encantado con esa joven que no poseía una belleza rutilante pero sí una alegría y unas ganas de vivir desconocidas para él. Quizá porque ella había atravesado una infancia feliz y él había sido educado alejado de su madre. Como hijo primogénito creció rodeado de mayordomos, institutrices, lujos y reverencias pero lejos muy lejos de amigos de la escuela, rodillas embarradas, cara sucia de chocolate y sobre todo abrazos. El país –que salía de una guerra mundial- precisaba a su reina, y esa reina era la madre de Carlos. El heredero creció rodeado de gente pero solo.

Por sus compromisos con la corona, la reina Isabel casi no dedicaba tiempo a sus hijos. (AP Photo/John Redman, File)
Por sus compromisos con la corona, la reina Isabel casi no dedicaba tiempo a sus hijos. (AP Photo/John Redman, File)

Camilla en cambio contaba con un padre héroe de guerra y una madre royal, pero sobre todo con dos personas que se amaban y la amaban. Estudió literatura francesa en París y volvió a Londres. Cuando conoció a Carlos no estaba sola sino que mantenía una relación con Andrew Parker- Bowles, un atractivo oficial al que concepto “fidelidad” le resultaba tan desconocido como el chino mandarín.

Carlos tímido, recatado -para algunos aburrido- quedó encantado con esa muchacha espontánea con la que compartía la pasión por la caza, el polo, la cultura y la jardinería pero sobre todo que lo hacía reír y sentir un hombre normal. Se transformaron en “amigos con derechos”. Él solía visitarla en su departamento del barrio de Belgravia y ella en su mansión de Broadlands. Pero lo que parecía una relación fugaz se convirtió en un vínculo fuerte. Se enamoraron, sin embargo el matrimonio era imposible.

Según las reglas de la realeza, el heredero al trono debía elegir a una mujer que supiera cruzar los pies con decoro al momento de sentarse, tomar el cubierto correcto al degustar un plato, usar las palabras adecuadas en una conversación entre royals, aceptara sin reparos llamarlo “sir” y no Charles hasta el día de la boda, y que fuera virgen. Este requisito que seguramente en el medioevo sin pruebas de ADN ni métodos anticonceptivos sería muy útil, a fines del siglo XX además de insólito y anticuado era inviable. Camilla –como casi todas las mujeres- hacía rato que no lo cumplía.

El príncipe de Gales, en una producción fotográfica de 1969. Un año después conocería al gran amor de su vida, Camilla (AP)
El príncipe de Gales, en una producción fotográfica de 1969. Un año después conocería al gran amor de su vida, Camilla (AP)

En enero de 1973, Carlos se embarcó para pasar ocho meses con la Royal Navy. En marzo recibió una carta, su amante le avisaba que se casaba con Andrew Parker Bowles. Quedó destrozado. “Teníamos una relación tan agradable y bonita”, le escribió a su tío Lord Mountbatten. “Yo pensaba que duraría para siempre”. Lo que en ese momento fue un deseo, el tiempo lo transformó en profecía.

Para consolar el corazón de su sobrino, su tío le aconsejó que se divirtiera hasta “sentar cabeza”. Tuvo relaciones con mujeres de la nobleza como Lady Caroline Percy, pero también con actrices como Susan George y modelos como Fiona Watson. Salió un par de veces con Lady Sarah Spencer, que tenía una hermana de 16 años llamada Diana, pero el romance no prosperó porque un ex novio contó que ¡no era virgen! También soportó un par de golpes al ego. La bellísima Carolina de Mónaco lo rechazó por soporífero y la royal Amanda Knatchbull rehusó su propuesta matrimonial con un “No quiero ese título, ya tengo uno, gracias”.

Después de su boda, el 4 de julio de 1973, Camilla Shand, ahora Parker Bowles tampoco encontró el paraíso. Su esposo era un hombre entrador y pintón que aunque casado seguía desconociendo la palabra fidelidad. Solía mantener relaciones con mujeres de la alta sociedad, en su mayoría amigas y conocidas de su esposa. Nunca tuvieron escándalos públicos y el matrimonio aparentaba amor. Pero Andrew seguía haciendo de las suyas. Tanto que, según cuentan, en una cena de lujo una mujer se acercó y le preguntó: “Andrew, ¿hay algo mal conmigo? Soy amiga de Camilla y no te me has insinuado”.

En 1974 nació Tom Parker Bowles y Carlos fue elegido como padrino. Los Parker Bowles pasaban tiempo con la familia real. Andrew además de ser un gran amigo de Carlos, había sido novio de su hermana Ana. Carismático entretenía a la reina con su charla mientras su esposa conversaba con el hijo.

Pero el tiempo pasaba y al heredero lo presionaban para encontrar una esposa y entonces apareció Lady Di, esa joven de 19 años, dulce, tímida, sin pergaminos académicos pero sí títulos nobiliarios y sobre todo, de himen intacto.

A días de la boda, Diana descubrió a su futuro esposo hablando por teléfono con una dulzura inusual con una tal… Camilla. Lo increpó con educación y él le contestó que era “una amiga íntima” y le aseguró que esa relación había terminado.

Dicen que el día antes de la ceremonia real hubo tres grandes llantos. El del príncipe porque no se podía casar con Camila, el de Camila porque se casaba el príncipe y el de Diana porque Camilla seguía en la vida del príncipe. Vaya a saber si fue cierto, lo que fue cierto es que Camilla y su esposo estaban entre los 2500 invitados a la iglesia, no en un lugar de privilegio pero sí donde se los veía.

Carlos y Lady Di saludando en el balcón del Palacio Buckingham
Carlos y Lady Di saludando en el balcón del Palacio Buckingham

La luna de miel no lo fue. Carlos apareció con unas elegantes pantuflas con dos “C” entrelazadas, inmediatamente la joven esposa las asoció a ‘Carlos y Camilla’, Parker-Bowles su archirrival se las había regalado.

El matrimonio de Carlos comenzó por obligación y así siguió. El de Camilla, no iba mejor. No se sabe si ella lo buscó porque estaba triste o si él la llamó porque estaba angustiado. De acuerdo a la biografía oficial de Carlos, en el 86 Camilla y él volvieron a ser amantes, según “las malas lenguas” nunca habían dejado de serlo. A Camilla no le molestaba ser la amante en la sombra. No anhelaba ser reina ni figurar, solo quería sentirse querida. Carlos educado para ser rey veía como su madre lejos de alejarse del trono se aferraba a él. Había aceptado su matrimonio porque era lo que debía pero muy lejos de lo que sentía y a falta de trono, Camilla le daba algo que en su vida escaseaba: alegría.

La situación de los amantes no era desconocida para sus parejas. Parker Bowles la aceptó, al fin de cuentas le daban un poco de su propia medicina. Pero Diana no estaba dispuesta a un “matrimonio de a tres” –como ella misma lo definió- y comenzó a vivir sus propias aventuras extramatrimoniales.

Ante los ojos de los británicos, la figura de Diana se acrecentaba. La dulce princesa convirtió su osamenta en una verdadera corona. Camilla se convirtió en la persona más odiada del Reino Unido que representaba una especie de “encarnación del mal”. La tildaban de bruja, roba maridos y rottweiler entre otros calificativos todos odiosos, ninguno empático.

Para colmo trascendió una conversación donde Carlos le expresaba “te necesito varias veces a la semana” y ella le respondía “te necesito toda la semana, todo el tiempo”. Pero el momento famoso fue cuando Carlos le dijo con un humor muy british: “Si pudiera vivir dentro de tus pantalones o algo así. ¡Sería todo mucho más fácil! ". Y Camila le contestó alegre: “¿En qué te vas a convertir, en un par de bombachas?”. Y él remató. “Dios no lo quiera, un Tampax. ¡Qué suerte la mía!”.

Esta conversación más parecida a la de dos adolescentes que a la de dos royals mostraba que entre los amantes no solo había complicidad y risa, también amor genuino. Pero el Reino Unido se escandalizó. A nadie pareció importarle que su futuro rey estuviera triste y se sintiera infeliz en su matrimonio. Si no podía cumplir sus votos matrimoniales mucho menos cumpliría sus promesas al ser coronado. Lo importante eran las formas y sus deberes.

El 1995 Camila decidió divorciarse de su esposo. Al año siguiente Carlos dejó a Diana. ¿Coincidencia, hartazgo, casualidad? Algo de eso o todo eso junto.

En una entrevista en la BBC y ante 23 millones de espectadores, Diana reconoció que “Éramos tres en este matrimonio, eso es una multitud” (AP)
En una entrevista en la BBC y ante 23 millones de espectadores, Diana reconoció que “Éramos tres en este matrimonio, eso es una multitud” (AP)

Parecía que por fin los amantes malditos podrían estar juntos. Pero el 31 de agosto de 1997, Diana murió en un accidente de coche en París y su figura se transformó en mito. Los británicos se solidarizaron enseguida con ese príncipe que se tuvo que hacer cargo de dos preadolescentes. Como padre lo idolatraron, pero como ex esposo no lo perdonaron. Seguía siendo un buen padre pero el amante maldito.

Tuvieron que pasar dos años para que Carlos y Camilla aparecieran juntos en público, fue en el cumpleaños de la hermana de ella. No los aplaudieron pero tampoco los insultaron. Todo un avance. La Reina tampoco ayudaba. “No quiero tener nada que ver con esa mujer”, dijo enfurecida y prohibió que la nombraran en su presencia. El Príncipe Felipe le escribió una carta a su hijo instándole a que no se casara con su amante.

 Harry afirmó que Camilla "no es una madrastra malvada" sino  "una mujer maravillosa que  ha hecho muy, pero muy feliz a su padre" ( David Fisher/Shutterstock)
Harry afirmó que Camilla "no es una madrastra malvada" sino "una mujer maravillosa que ha hecho muy, pero muy feliz a su padre" ( David Fisher/Shutterstock)

Pero el siglo cambió y poco a poco se los empezó a percibir menos malvados y más humanos. Esos súbditos que preferían un príncipe triste pero cumplidor del protocolo a uno feliz empezaron a modificar su mirada. Los que dieron el ejemplo fueron los idolatrados William y Harry que jamás cuestionaron a Camilla y aceptaron cuando se instaló en Clarence House.

Ocho años después de la muerte de Diana y 35 después del primer encuentro, los amantes malditos, los amantes secretos pudieron casarse y esta vez sí lo hacían por amor.

La reina Isabel había prohibido nombrar a Camilla en su presencia, con el tiempo la aceptó
La reina Isabel había prohibido nombrar a Camilla en su presencia, con el tiempo la aceptó

En los últimos tiempos hubo rumores de que la pareja se había separado. El príncipe de Gales suele pasar largas temporadas en Clarence House cuidando de la granja, leyendo, gestionando sus organizaciones benéficas y disfrutando de su “espléndido aislamiento”. Camilla prefiere quedarse en una casa a 45 kilómetros, deleitándose con sus nietos. Con Carlos suelen compartir fines de semana, viajes y actividades protocolares.

En la residencia cada uno duerme en su cuarto y hay una tercera habitación que comparten cuando tienen ganas. Para algunos es una demostración de que ser marido y mujer es mucho más aburrido que ser amantes. Otros en cambio ven una relación madura y libre, basada en el respeto mutuo entre dos seres que se eligen y no se imponen.

El príncipe Carlos y Camilla Parker celebran sus 15 años de casados
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Las características de ella siguen enamorándolo a él. “Es una mujer muy poderosa en la vida real. Encantadora y con gran sentido del humor. Es un enorme apoyo y ve el lado divertido de la vida, gracias a Dios". Y Camilla también opina del marido: “Es inagotable y tuve que hacer un serio esfuerzo para aplacar su hiperactividad..."

La última prueba de su amor la dieron hace dos semanas. Carlos contrajo el Covid-19 y aunque su esposa dio negativo se quedó en Birkhall, Escocia acompañando a su pareja. Ese mismo lugar donde pasaron su luna de miel en 2005 y celebraron su décimo aniversario de boda en 2015.

Lo cierto es que lo hayan querido o no Carlos y Camilla lograron dar una linda lección a los descreídos. A veces el verdadero amor vence aunque haya que esperarlo un poco más que 35 años.

Quince años de matrimonio lograron que la pareja sea aceptada por la sociedad ingles
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