Los alimentos picantes ofrecen una experiencia sensorial que involucra dolor, placer y una serie de reacciones físicas. La clave detrás de esta percepción es la capsaicina, un compuesto químico presente en chiles como el habanero y el serrano, que genera la sensación de ardor al entrar en contacto con los receptores nerviosos en la boca y la lengua. La gastroenteróloga Rabia de Latour, de NYU Langone Health, explicó en el artículo que este compuesto se une a los receptores TRPV1, responsables de enviar señales de dolor al cerebro, según NBC Miami.
La intensidad de esta sensación se mide a través de la escala Scoville, que clasifica los alimentos picantes en función de sus unidades de calor, llamadas SHU. Un jalapeño, por ejemplo, tiene alrededor de 5,000 SHU, mientras que un Carolina Reaper, uno de los chiles más picantes, supera los 1.5 millones SHU, según el epidemiólogo Paul Terry, de la Universidad de Tennessee Medical Center.
Este alcaloide no solo produce dolor, sino que también genera una respuesta de alerta en el cuerpo. El Cleveland Clinic señala que al ingerir alimentos picantes, el alcaloide activa los mismos receptores que detectan el calor, engañando al cuerpo para que sienta un incremento en la temperatura, lo que produce reacciones físicas como el sudor y el enrojecimiento de la piel. En algunos casos, estos efectos también pueden incluir un aumento de la frecuencia cardíaca. Los expertos de NBC Miami explican que este agente es percibido como una “amenaza” por el organismo, desencadenando una respuesta natural para protegerse.
Una vez ingerida, la sustancia activa pasa al tracto digestivo, donde puede irritar la mucosa del esófago y el estómago. Este proceso puede causar molestias como acidez o malestar gastrointestinal, explicó la doctora De Latour a NBC Miami. Además, el paso de este componente a través del sistema digestivo puede acelerar la motilidad intestinal, lo que en algunos individuos puede provocar episodios de diarrea. En la última fase de la digestión, este elemento puede generar una sensación de ardor al ser expulsado por el recto, un efecto que también es causado por la estimulación de los receptores de dolor en esa área del cuerpo.
No obstante, el consumo de picante presenta un componente psicológico que puede modificar la percepción del dolor. El Dr. Terry afirmó en el artículo de NBC Miami que algunas personas encuentran placer en el consumo de picante debido a la liberación de endorfinas, neurotransmisores que provocan una sensación de bienestar tras el dolor inicial. Esto explica por qué algunos consumidores experimentan euforia luego de ingerir alimentos picantes, lo cual ha llevado a investigadores a asociar este gusto con personalidades que buscan emociones intensas.
Los factores que determinan la tolerancia al picante varían y pueden ser tanto genéticos como culturales. Según el Dr. Terry, la cantidad de receptores TRPV1 varía de una persona a otra, lo cual afecta la percepción del calor. Además, la exposición frecuente a alimentos picantes puede aumentar la tolerancia. En regiones de Asia, América Latina, el Caribe y África, donde el picante es parte fundamental de la dieta, es común encontrar individuos con una mayor resistencia a estos efectos.
En cuanto a los beneficios potenciales, los alimentos picantes pueden integrarse en una dieta saludable, como sugiere la Dra. de Latour, ya que esta sustancia posee propiedades antioxidantes y antiinflamatorias, según NBC Miami. Estas propiedades, señala el Dr. Terry, también contribuyen a la conservación de alimentos en climas cálidos, ya que este elemento tiene efectos antimicrobianos que evitan la proliferación de microorganismos en los alimentos. No obstante, el experto destacó que los beneficios del picante dependen de su consumo dentro de una dieta balanceada, rica en proteínas, fibra y otros nutrientes.
En estudios observacionales, como uno publicado en 2015 en el BMJ, se ha relacionado el consumo frecuente de alimentos picantes con una reducción en la tasa de mortalidad. Esta investigación, que analizó los hábitos de 500,000 adultos en China, encontró que quienes consumían picante diariamente tenían un 14% menos de riesgo de morir en comparación con aquellos que lo consumían solo una vez por semana. Sin embargo, los investigadores advierten que estos resultados pueden deberse a factores adicionales, como el consumo simultáneo de otros ingredientes saludables en alimentos picantes, como las vitaminas y antioxidantes de las especias, en lugar de un efecto exclusivo de este alcaloide.
El American Heart Association informó en 2020 que el consumo de chile puede estar asociado con una menor probabilidad de muerte por enfermedades cardíacas y cáncer, beneficios que se atribuyen en parte a las propiedades antiinflamatorias de esta sustancia. Este efecto, sin embargo, depende de factores individuales como la frecuencia y la cantidad de consumo. Algunos estudios han vinculado el consumo de picante con una leve aceleración del metabolismo, lo cual podría ayudar a quienes tienen un tránsito intestinal lento.
Sin embargo, aunque los alimentos picantes pueden ser seguros para la mayoría de las personas, existen riesgos en casos específicos. Según la Dra. De Latour, para personas con problemas digestivos como el síndrome de intestino irritable o enfermedades inflamatorias, el picante puede agravar los síntomas. En cantidades elevadas, el picante puede causar molestias digestivas, incluyendo reflujo ácido, acidez y vómito. Aunque este agente no causa úlceras estomacales, puede empeorar los síntomas en individuos que ya padecen esta afección. Además, la ingesta de picante en personas con fisuras anales o inflamación en la zona rectal podría agravar el dolor y malestar.
En casos raros, consumir cantidades extremadamente altas de picante podría provocar reacciones adversas, como ataques de asma o dificultad para respirar, si se inhala accidentalmente el chile en polvo, advirtió el Dr. Terry en NBC Miami. Ante los desafíos virales que implican el consumo de alimentos extremadamente picantes, los expertos recomiendan cautela, ya que algunos productos contienen niveles de esta sustancia demasiado intensos para el cuerpo humano.
Para quienes desean aliviar la sensación de ardor tras comer picante, el Dr. Terry sugiere optar por alimentos ricos en proteínas o grasas, como la leche, el yogur o el aguacate, en lugar de agua, que puede dispersar este alcaloide en la boca, intensificando el efecto de ardor.