Cecilia de La Paz, la “maestra curiosa” que lucha por cerrar la brecha educativa

La fundadora de la ONG Edúcate Uruguay, que trabaja en mejorar la calidad de los aprendizajes en más de 150 escuelas rurales del Uruguay, fue una de las grandes invitadas en las Jornadas de Educación y Futuro que Ticmas organizó en Montevideo. “La mayor dificultad es la capacitación de los docentes”, dijo.

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Las estadísticas dan cuenta de la complejidad que atraviesa el sistema educativo del Uruguay: seis de cada diez adolescentes que viven en zonas rurales no llegan a tercer año del liceo. Frente a esta problemática, hace casi quince años Cecilia de la Paz fundó la ONG Edúcate Uruguay, que, desde entonces, trabaja en reducir la brecha educativa. Hoy se ocupa de más de 150 escuelas.

Cecilia De la Paz fue una de las grandes figuras que participaron en las Jornadas de Educación y Futuro organizadas por la plataforma Ticmas en Montevideo. Durante dos días, veinte referentes de distintas áreas se reunieron para hablar de los temas más urgentes de la enseñanza y el aprendizaje: el uso de la tecnología en el aula y fuera de ella, las competencias que los estudiantes deben alcanzar para desenvolverse en un mundo siempre cambiante, el manejo de las emociones. Cecilia abordó la pregunta sobre inclusión y calidad educativa.

Con una mirada práctica y concreta, De la Paz elabora proyectos y recursos a partir de las investigaciones más recientes, y acompaña tanto a docentes como a estudiantes. Además, es conocedora de los modelos de educación de distintos países —como, por ejemplo, Australia y Finlandia—, y ha trabajado para Plan Ceibal, Unicef, Banco Mundial, etc. En 2019 recibió el Premio Nacional de Maestro de Uruguay y un año después su nombre —entre más de 12.000 postulaciones de 140 países— quedó entre los 50 finalistas al Premio Global a la Enseñanza. A ella, sin embargo, le gusta presentarse como “una maestra curiosa que camina buscando la respuesta a cómo los niños aprenden mejor”.

Cecilia de la Paz en las Jornadas de Educación y Futuro de Ticmas
Cecilia de la Paz en las Jornadas de Educación y Futuro de Ticmas

¿Edúcate nació gracias a un nene de Tacuarembó?

—Sí, es así. Fue por Nicolás. Yo había vivido en el exterior durante nueve años y estaba haciendo un programa de televisión para recaudar fondos para Unicef. En ese entonces yo pensaba que no existía la brecha entre el campo y la ciudad. Ahora hablamos de brecha y tiene otras connotaciones, pero en aquel momento era muy novedoso para mí. Ahí lo conocí a Nicolás, que tenía una riqueza humana increíble, pero daba cuenta de esas fragilidades silenciosas que se iban gestando en los niños a medida que pasan los años y que se manifiestan en todo su esplendor en la adolescencia, cuando ya era un poco tarde para poder hacer algo al respecto.

En todos estos años de Edúcate y con el seguimiento a ciento cincuenta escuelas, ¿cómo es la evaluación del programa, cómo ven qué hay que ajustar?

—Tomamos decisiones en base a datos. Somos muy abiertos a los datos que provienen de lo que observamos, pero también de los números más macro. Y a esos números más macro tratamos de ponerle cara. Tenemos el rol de mostrar cómo lo que se está manifestando en una escuela se puede proyectar a más niños y a más lugares; cómo esa solución puede beneficiar a tantos otros. Hoy en día, los maestros rurales que son partes de nuestros proyectos han visto sus buenas prácticas reflejadas, por ejemplo, en un periódico de Austria. Un docente es un profesional que genera conocimiento y ese conocimiento es muy valioso. Y, luego, cuando me toca estar del lado de la política pública, también debo informar. Porque, a veces nos enamoramos de nuestras soluciones antes que de lo que verdaderamente nos está pidiendo solucionar aquel a quien estamos tratando de ayudar.

Nuestro objetivo es volvernos innecesarios, desaparecer. No tendríamos por qué tener el rol de estar fortaleciendo las escuelas rurales, pero hasta que eso se instale queremos ser parte de la luz que ilumina y amplifica

Edúcate trabaja con escuelas de zonas rurales y vulnerables, pero no hace asistencialismo.

—Yo soy maestra de educación pública y eso me ha dado muchas herramientas. Valoro muchísimo el trabajo del maestro, porque es de las profesiones más difíciles y complejas. Creo que la solución para tener voz es tener una voz cada vez más técnica, más formada. El asistencialismo nunca fue una opción. Desde el comienzo dije que no quería juntar juguetes ni libros ni lápices, no quería darles la mochila para que empiece el año. Nuestro objetivo es volvernos innecesarios, desaparecer. No tendríamos por qué tener el rol de estar fortaleciendo las escuelas rurales, no deberíamos tener el rol de darle voz y espacio a los maestros para que muestren su valor. Pero, hasta que eso se instale, queremos ser parte de la luz que ilumina y amplifica, y en eso es en lo que hemos estado trabajando.

Cecilia de la Paz en las Jornadas de Educación y Futuro de Ticmas
Cecilia de la Paz en las Jornadas de Educación y Futuro de Ticmas

Las escuelas estuvieron cerradas en la cuarentena y la educación continuó a través de la tecnología. ¿Es el desarrollo tecnológico una de las brechas a cerrar? ¿Hay una complejidad extra para los estudiantes de las escuelas rurales?

—La verdadera brecha tecnológica —o la verdadera oportunidad tecnológica que podría reducir una brecha— se da en secundaria. El 42% de las escuelas públicas de Uruguay son rurales, tenemos una extensión en territorio bastante amplia. Pero esto se corta en la secundaria, por lo cual un 60% de nuestros niños rurales que no llegan a tercero de liceo. Eso, para contestar dónde empieza a radicar la inequidad. Después, en realidad, para nosotros el aislamiento ya era una condición prepandemia, y la pandemia nos situó en la situación de mostrar cómo era una dificultad para enseñar. Antes de la pandemia, ya habíamos cruzado a Argentina para hablar con Mariana Maggio. Le comentamos que nosotros podíamos ofrecer buenas prácticas en el uso de tecnología, pero teníamos el problema de la sostenibilidad. “¿Tú me puedes dar la herramienta? Yo te genero una buena práctica”.

¿Qué usaron?

—Pilotamos la plataforma Teams de Microsoft. La pandemia afectó un montón a las áreas urbanas, pero nuestros maestros rurales ya habían empezado por ese camino y, si bien habíamos pilotado con los más experimentados, los migramos a todos. Bajamos un 30% de los costos de capacitación, triplicamos la cantidad de capacitaciones y llegamos a un promedio de participación del 92% durante todo el año. Ese era el momento de mirar a la tecnología como una oportunidad para avanzar. Nos catapultó, no como ONG, sino como una comunidad de aprendizaje que vive en esa comunidad rural para mostrar cómo el aislamiento tiene más de una cara —tiene una cara geográfica, pero también tiene una cara de aislamiento intelectual y otra de aislamiento social—y cómo puede la tecnología tener un rol para subsanarlo.

En Uruguay tenés 1200 escuelas rurales, pero tenés 300 liceos en todo el país. En total, no rurales. No hay que ser un genio para darse cuenta de que un montón de gente se está quedando afuera

¿Cuáles son las grandes dificultades de una escuela rural? ¿Son pedagógicas, escolares, estacionales, el ausentismo?

—La mayor dificultad es la capacitación de los docentes: una verdadera comprensión de cómo aprovechar el contexto en el cual se encuentran para sacar lo mejor de esa circunstancia, reconocerla como un foco de innovación sumamente rico que no lo tenés en los lugares urbanos. Y la gran dificultad es la secundaria.

¿Eso es porque los chicos terminan la escuela y empiezan a trabajar?

—No, es por un tema de densidad. En Uruguay tenés 1200 escuelas rurales, pero tenés 300 liceos en todo el país. En total, no rurales. No hay que ser un genio para darse cuenta de que un montón de gente se está quedando afuera. La pandemia nos dio la oportunidad de ver que la tecnología puede subsanar eso. Una de las preguntas que me hacías era si hay dificultades tecnológicas en el campo: hay que encontrar plataformas que puedan ser sostenidas en dispositivos variados y muchas veces lo que buscamos es homogeneizar el tipo de plataforma asumiendo que todos tienen las computadoras de nuestro plan. Pero no es así. Yo creo que el rol de las fundaciones es encontrar esos detalles y llevarlos a las políticas públicas. Si no, se gasta un montón de dinero en hacer el one fits all, y se pierde mucho recurso.

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