
El superávit fiscal era una condición necesaria para recuperar la confianza de los mercados. Pero está visto que no es suficiente. Antes de volver a invertir en Argentina, los inversores quieren saber si el Banco Central estará en condiciones de acumular reservas para evitar una eventual crisis cambiaria y salir del cepo.
El veto a la ley jubilatoria aprobada por el Congreso que anunció Javier Milei tuvo como principal destinatario a los inversores. Tanto el Presidente como el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, enfatizaron a través de redes sociales que el equilibrio fiscal “es innegociable”.
Este posible veto es solo una ratificación de algo que los inversores parecen dar por hecho: el compromiso del Gobierno por mantener el equilibrio de las cuentas públicas.
Luego de muchos años de déficit, la mejora de los resultados fiscales es un dato muy relevante para los mercados. De hecho, en muchos países ya se habla de la motosierra, el símbolo utilizado por Milei para hablar de los recortes de gasto.
Pero aunque los meses con superávit fiscal se van sucediendo, junto con la reducción de la inflación, los bonos argentinos quedaron estancados en niveles de entre USD 45 y USD 50, con un riesgo país que muestra resistencia a perforar los 1.500 puntos básicos.
El dato que sigue faltando para los inversores tiene que ver con las dificultades para fortalecer al Banco Central. Ayer Milei minimizó los reclamos en ese sentido, afirmando que en realidad no precisa dólares. “Los pagos de deuda están cubiertos hasta mediados del año que viene”, aseguró. Ya el propio Caputo había dicho algo parecido en el encuentro con ejecutivos bursátiles hace un par de semanas. Pero estas declaraciones apenas movieron la aguja.
Antecedentes
La inquietud del mercado es comprensible, sobre todo tratándose de un “defaulteador serial” como Argentina. Por eso, ya no alcanza ni siquiera con los superávit gemelos que hoy puede mostrar la economía, algo que en realidad pocos países consiguen. Tampoco son suficientes las promesas de pago, si los dólares no aparecen.
“Sigue la incertidumbre sobre lo que va a pasar con el cepo. El mercado se pone ansioso, porque sin cambios las reservas netas pueden empeorar a USD 8.000 millones negativas y el 2025 es aún más desafiante”, explica en su último informe el economista Fernando Marull.

Aunque hay distintas fórmulas de cálculo para las reservas netas, en lo que todos coinciden en que sin novedades la caída será significativa en los próximos meses, comprometiendo aún más la capacidad de pago del Gobierno.
En agosto el Central volvió a ser comprador de dólares, sorprendiendo a muchos analistas que pronosticaban un resultado mucho peor. Sin embargo, también se advierte que esta mejora sería “pasajera”.
Consultatio Financial Services advirtió que los importadores están postergando demanda de dólares a la espera de la baja del impuesto PAIS, que ya el Gobierno ratificó que será en septiembre, posiblemente en los primeros días del mes. Por lo tanto, tiene todo el sentido esperar un par de semanas ya que eso implicaría un abaratamiento de 10% para la compra de un insumo importado.
“Por otra parte, en los próximos meses los pagos de importadores resultarán hasta un 150% superiores que las importaciones devengadas”. Esto se debe al acortamiento de los plazos para recurrir a la compra de divisas que dispuso el propio Central.
En otras palabras, el escenario más probable es que el BCRA vuelva a mostrar un fuerte resultado vendedor a partir de septiembre y en los meses subsiguientes.
La caída de 25% del precio de la soja agrava los problemas. De no revertirse, las pérdidas ya pensando en la próxima campaña agrícola serian millonarias, estimadas en no menos de USD 5.000 millones.
La contracara es el superávit energético, que ya en los últimos doce meses asciende a USD 3.900 millones y para el año próximo podría rozar los USD 8.000 millones. Todo un cambio de paradigma, con Vaca Muerta a la cabeza y mostrando un horizonte muy esperanzador. Por primera vez, la economía argentina dejaría atrás de la gran dependencia del sector agropecuario para generar divisas genuinas.

Mientras el Gobierno promete seguir haciendo “buena letra” en el plano fiscal, por ahora los dólares siguen sin aparecer. La posibilidad de un nuevo acuerdo y desembolsos frescos por parte del FMI se diluyeron por lo menos hasta que no pasen las elecciones en Estados Unidos. Tampoco hubo mayores novedades sobre la posibilidad de un “repo”, es decir un préstamo de parte de bancos internacionales.
Blanqueo
Ahora la expectativa está puesta en el resultado del blanqueo. El Gobierno planteó un esquema sumamente flexible y sin costo con un objetivo claro: atraer más dólares al sistema financiero local. Pero la garantía de éxito no está asegurada ni mucho menos.
Nadie quiere arriesgar cifras. Las más creíbles hablan de un sinceramiento de activos por entre USD 20.000 y USD 40.000 millones.
Pero solo una porción menor serían dólares en efectivo para blanquear a través del sistema financiero local. Si la cifra llegara a USD 3.000 millones, por ejemplo, ya sería todo un éxito. Y aún así no alcanzaría para compensar la salida de dólares por otras vías.
Esta eventual mejora de reservas, si se diera una cifra parecida, ni siquiera alcanzaría para pagar los USD 4.500 millones de capital más intereses de bonos que que vencen en enero.
La reglamentación del RIGI también abre la expectativa sobre el ingreso de dólares para inversiones de largo plazo. Pero aún en un escenario optimista, son grandes apuestas que tardarán mucho tiempo para llegar al país
Subestimar esta demanda por parte de los inversores podría transformarse en un arma de doble filo. Apostar a seguir haciendo los deberes en materia fiscal podría resultar insuficiente, teniendo en cuenta que se viene un 2025 muy exigido. El año próximo aparecen, de hecho, varias pruebas de fuego en la agenda que pondrán al Gobierno a prueba: la salida del cepo, los pagos de deuda y las elecciones legislativas.
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