
El derrumbe de la brecha cambiaria, que amenazó con perforar 10% durante la semana para cerrar el viernes nuevamente apenas por encima de 20% medida contra el contado con liqui (CCL), tomó por sorpresa no solo al mercado sino al propio equipo económico que conduce Luis Caputo. Por supuesto que con el énfasis de su discurso puesto en el ancla fiscal, el ministro aspiraba a un mejoramiento claro tras la devaluación pero ni él ni el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, llegaron a proyectar que las cotizaciones libre y financieras prácticamente no se moverían tras el brusco salto del dólar oficial y, con ello, que la brecha se reduciría a sus nivele mínimos históricos casi de inmediato. Así las cosas, el imprevisto gran éxito empieza a plantear nuevos dilemas para Caputo.
Por caso, acelerar (o no) el desmantelamiento de las restricciones y regulaciones cambiarias, que se convirtieron en los últimos cuatro años en una mamuschka de normas para impedir la dolarización de ahorristas e inversores. Algo que, en última instancia, impide también acumular reservas de manera sostenible. De corto plazo, sin embargo, con el cepo más cerrado que nunca, el BCRA logró reunir más de USD 2.800 millones con la nueva gestión.
Inesperado
“La verdad es que no esperábamos que se achicará de esa manera. Es bueno que haya pasado pero también puede ser contraproducente”, admitió una fuente oficial, quien reconoció la necesidad de al menos replantear la velocidad de desarmado del cepo cambiario y las regulaciones cruzadas. Un tímido avance en ese sentido se vio el viernes por la tarde, con la eliminación de la norma que impedía más de una transferencia mensual en dólares entre cuentas de un mismo titular. Sin embargo, en el mercado siguen advirtiendo sobre las diferentes velocidades que aplicó Caputo a las diferentes aristas del plan.
“El Gobierno ha sido muy veloz y decisivo para avanzar en el sinceramiento de los precios relativos y en la agenda de reformas pero considerablemente mucho más cauteloso en lo monetario”, destacó por caso el último informe de la consultora 1816. Sus analistas intuyen que en el equipo económico “se deben estar preguntando” si el actual contexto de brecha mínima, por caso, atenta contra una sólida demanda del bono que el Gobierno busca colocar entre los importadores. El éxito de ese título, el Bopreal, es central en el camino hacia la unificación cambiaria, porque es el instrumento con el que el Gobierno busca solucionar la deuda comercial de los importadores sin presionar la demanda de divisas.

Caputo, Bausili y sus colaboradores tienen grandes prevenciones. La mayor de ellas es la que señalan a coro todos los analistas del mercado: la caída de la demanda de dinero en febrero. Para esa fecha, admiten, puede haber un rebote de la brecha y creen que sólo si las señales a la baja de la inflación después de la fuerte aceleración de diciembre y enero son claras, habrá buenas perspectivas de mantener la situación sin sobresaltos.
El planteo es ambicioso: la expectativa es de una baja “sustancial” de la inflación en febrero, que la lleve a menos de 20% si se confirman los guarismos de 30% para diciembre y enero, justo cuando empezarán a impactar los aumentos de tarifas de los servicios públicos,
Humor social y tasa de inflación
Existe, además, un riesgo señalado por el economista Martín Rapetti en su análisis tras las primeras semanas del Gobierno de Javier Milei que exceden la mera técnica y gestión económica: la política y el humor social. Tanto si se traban las negociaciones en el Congreso como si el clima de protesta o descontento por los ajuste va in crescendo, el clima de presunta estabilidad se vería claramente afectado, No es un escenario improbable.
“Si en el complejo tránsito que imaginamos hasta la estabilización, el Gobierno cometiera errores no forzados, si la sociedad perdiera la paciencia y retirara el apoyo, o si la oposición, envalentonada por un contexto más propicio a la crítica y al bloqueo, ejerciera su rol de modo más incisivo, los mercados podrían comenzar a dudar respecto no a la voluntad sino a la capacidad del Gobierno de Milei de emprender su proyecto transformador (por no decir “revolucionario”)”, advirtió Rapetti. Si eso ocurre, agregó, “sería natural” una caída de la demanda de los activos argentinos y una presión en el mercado cambiario.
El director de Equilibra fue incluso más lejos y advirtió: “en un contexto de inflación mensual de entre 20% y 25%, un salto cambiario podría fácilmente poner a la economía al borde de la hiperinflación. No es un escenario de probabilidad cero”.
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