Advierten que el nivel de pobreza en la Argentina subió del 40,9% al 43,5% en el último año

Surge de la comparación del primer semestre del 2021 y el mismo período del 2020; aunque los expertos creen que podría haber un alivio transitorio en el tercer trimestre, antes de las elecciones, afirman que no hay condiciones para una mejora sustancial

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La pobreza crece en forma incesante
La pobreza crece en forma incesante

La pobreza se encaminó hasta el 43,5% en el primer semestre del año en la Argentina, frente al 40,9% registrado en el mismo período del 2020.

La fuerte y crónica inflación, las restricciones a la actividad económica por la pandemia y la reducción de los programas de asistencia social implementados en 2020, junto con la crisis que registra el país desde el estallido de la convertibilidad, configuran los factores que explican este resultado.

“En el segundo trimestre, la inflación se agravó, hubo alguna recomposición salarial en algunos sectores formales, mejoró la actividad industrial, pero que no compensó la pérdida de empleo general” (Salvia)

Así lo indicaron expertos en estadísticas sociales consultados por Infobae, que esperan ver si en el tercer trimestre hay un alivio transitorio como producto de algunos ingresos adicionales, pero que se revertirá en la última parte del año si no hay un cambio rotundo en las expectativas económicas.

El Director de la Maestría en Econometría de la UTDT, Martín González Rozada, proyecta un cierre del primer semestre del 43,5%-44%, comparable con el 40,9% registrado en la primera mitad del año pasado.

“El 43,4% es la cifra del semestre que va de diciembre 2020 a mayo 2021. Para el mismo semestre hace un año (desde diciembre 2019 a mayo 2020) tengo una estimación del 40%; muy probablemente el primer semestre de 2021 cierre entre 43,5 y 44 por ciento”, precisó.

En tanto, el director del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), Agustín Salvia, consideró que la cifra de pobreza del primer semestre rondará el 43 por ciento. En el primer trimestre, explicó, se combinó “una Argentina sin el IFE, con cierta recuperación, pero también con alta inflación y pérdida del ingreso real, combinada con más empleo informal y parálisis en la demanda del empleo privado”.

Inflación más alta y pérdida de empleo en general, compensada puntualmente en algunos sectores, llevaron a un incremento de la pobreza

Esto llevó a que la pobreza se estacionara en torno del 43% hasta fines de marzo. “En el segundo trimestre, la inflación se agravó, hubo alguna recomposición salarial en algunos sectores formales, mejoró la actividad industrial, pero que no compensó la pérdida de empleo general. Y la mayoría de la gente no pudo protegerse de la inflación”, explicó.

Además, con la llegada de la segunda ola de la pandemia y las nuevas restricciones -sumado a la falta del IFE y de paritarias fuertes-, combinadas con una inflación que no cedió, llevaron a que la pobreza se estacione entre el 43 y el 44 por ciento en el segundo trimestre, agregó Salvia, que el jueves próximo coordinará el seminario académico “Infancia y desarrollo humano en tiempos de pandemia”, por el canal de Youtube de la UCA.

“Las compensaciones del Estado fueron puntuales, no llegaron a todos y, aunque no creo que haya crecido la indigencia, hay más empobrecimiento: la asistencia pública no te permite salir de la pobreza, con una canasta de más de 65.000 pesos que supera la inflación del último año”, explicó. “Para los pobres, la pobreza se profundizó”, sentenció.

Hacia adelante, trazó dos posibles senderos: la posibilidad de que el dólar se mantenga tranquilo, la inflación se desacelere levemente y mejoren entonces los ingresos en el sector informal, pero no el nivel de empleo. “En ese escenario, la pobreza podría caer al 39-40 por ciento en el segundo semestre, creando una especie de burbuja, transitoria, no un sendero”, acotó.

“En el corto plazo el tercer trimestre puede ser mejor, con caída de la inflación, inyección de ingresos que permitirán recrear una burbuja como en 2011 o 2017, pero que no se sostiene porque no hay creación de puestos de trabajo. Cuanto más infles esta burbuja transitoria, más complicado será el panorama del cuarto trimestre”, indicó.

“El 43,4% es la cifra del semestre que va de diciembre 2020 a mayo 2021. Para el mismo semestre hace un año (desde diciembre 2019 a mayo 2020) tengo una estimación del 40%; muy probablemente el primer semestre de 2021 cierre entre 43,5 y 44%” (González Rosada)

En el escenario negativo, el Gobierno “no logra controlar la inflación, no mejoran las expectativas de crecimiento, se mantiene alto el déficit fiscal, sigue cayendo el precio de la soja y tiene menos dólares, se enfrenta a un mercado que se ajusta por si sólo y se desequilibran más las condiciones macroeconómicas, llevando a una devaluación forzada antes de las elecciones, o que se logra postergar a un costo mayor”. Todo esto llevaría a “un mayor nivel de pobreza en el cuarto trimestre” del año.

Hacia adelante, advirtió, “en 2022 el eje no va a ser económico, porque el mundo va a estar creciendo, sino político: cómo se enfrenta políticamente esta situación es la clave, porque habrá un acuerdo con el FMI para que haya más inversión y el ajuste que ahora en parte se posterga, llegará entonces” .

Este diagnóstico coincide con las expectativas de una inflación superior al 40% para 2022 como proyectan los analistas privados, luego del 48% para 2021.

Al respecto, el experto Leopoldo Tornaroli del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (CEDLAS) de la Universidad Nacional de La Plata indicó que los valores actuales son los más altos de los últimos 15 años, cuando la crisis de 1998-2002 empezaba a quedar atrás y asomaba una recuperación económica con orden fiscal, creación de empleo y baja inflación. En particular, el especialista del Cedlas dijo que en el primer semestre no habrá una variación sustancial respecto del período anterior.

En el segundo trimestre deberían entrar en juego una parte de las paritarias, más los incrementos en los programas sociales; esto podría llegar a empardar la inflación o quedar cerca al menos”, explicó.

Una coyuntura compleja y un panorama incierto son los peores ingredientes para pensar que la pobreza pueda bajar en forma sustancial y sostenida; más bien, alientan pronósticos críticos, hasta difíciles de verbalizar para muchos expertos.

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