
Las reservas netas salieron de la zona de máximo riesgo y muestran una lenta pero persistente recuperación en los últimos meses. Luego de las fuertes compras de dólares del Banco Central durante mayo, ese stock subió a USD 7.300 millones, lo que le otorga mayor poder de fuego para intervenir cuando aumente la demanda de divisas, en los meses previos a las elecciones legislativas.
A esta cifra se sumarán los recursos que aportará el Fondo Monetario Internacional cuando distribuya la próxima capitalización, por unos USD 4.300 millones también en forma de Derechos Especiales de Giro. Esto también aportará a las reservas netas, aunque no se trata de recursos “líquidos”. El kirchnerismo duro ya dio señales de querer limitar el margen de acción del ministro de Economía, sugiriendo que estos recursos deben utilizarse para enfrentar el gasto por la pandemia y no para cancelar deuda.
Pero no es el único dato que juega a favor de la entidad que preside Miguel Pesce. Además, el BCRA recompró la totalidad de las posiciones vendidas en futuro. Esto también le permitirá llegado el caso salir nuevamente a vender para calmar las expectativas de quienes esperan una devaluación luego de los comicios.
La dinámica del mercado cambiario mostró el comportamiento esperado en la primera parte del año e incluso por encima de las previsiones. Sucede que la liquidación de exportaciones de las cerealeras fue récord, ante la suba del precio de la soja, que llegó a superar los USD 600. El mes pasado finalmente compró casi USD 2.000 millones en el mercado oficial y las reservas brutas aumentaron USD 1.600 millones.
El incremento de las denominadas reservas netas es un dato que los inversores observan detenidamente. Incluye los dólares líquidos que posee el BCRA (conseguidos a través de la compra en el mercado cambiario) y también algunos otros activos como el oro y los DEG del Fondo Monetario.
“En el segundo semestre, el mercado cambiario estará más apretado: menos dólares del agro y pagos de deuda (Club de Paris y FMI), por lo que las importaciones serán la variable de ajuste”, advierte el economista Fernando Marull.
Ya en los primeros días de junio se observa un mercado cambiario menos dinámico, con intervenciones muy inferiores por parte del BCRA. En los tres primeros días del mes pudo comprar USD 109 millones contra USD 390 millones en los mismos días de mayo.
Todas las miradas, sin embargo, apuntan al comportamiento del dólar durante la segunda parte del año. Por un lado, se produce una disminución natural del volumen que ingresa por las exportaciones de soja, un declive que se acentúa a partir de julio al menos hasta noviembre. Este año no será la excepción, más allá de los altos valores registrados en los últimos meses.
Pero además hay muchos más compromisos que comprometen al Gobierno. Básicamente están los vencimientos con el Club de París y el FMI, que suman cerca de USD 6.000 millones entre julio y diciembre. El objetivo del Gobierno es postergar estos vencimientos. El problema es que sin un avance en las negociaciones para un nuevo acuerdo con el Fondo no sería sencillo lograrlo. Por otra parte, las reservas no alcanzarían para pagar “cash”, lo que nuevamente enfrenta a la Argentina al peligro de caer en nuevos defaults.
El otro factor que pesará de manera significativa es la elección legislativa, como sucede cada vez que se aproxima este tipo de acontecimiento. Claro que el estricto cepo cambiario reduce la demanda que pueda presentarse en el mercado de cambios oficial. Por eso, una posibilidad concreta es que haya nuevas restricciones a los importadores, con el objetivo de cuidar más que nunca las reservas.
Por otra parte, se estima que el BCRA deberá volver a intervenir en el mercado para evitar que se dispare el tipo de cambio financiero. Ya desde fines del año pasado que vende reservas para mantener relativamente a raya el “contado con liquidación”. Aún así tanto en abril como en mayo la cotización subió 6% por mes, pero sin que se haya registrado ventas oficiales.
Esta dinámica podría empezar a cambiar a medida que crezca la incertidumbre por las elecciones. En ese sentido, el BCRA podría empezar a perder reservas ante la necesidad de empezar a intervenir para que no se dispare la brecha cambiaria. Además, también conserva la posibilidad de vender futuros para aquellos inversores que piensan que luego de las elecciones podría producirse un salto de la cotización. Ya en los últimos dos meses el tipo de cambio oficial se mantiene casi congelado, subiendo apenas 1,2%, muy por debajo de la inflación.
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