El Banco Central no quiere tropezar con la misma piedra que chocaron Sturzenegger y Sandleris

Los antecesores de Miguel Pesce al frente de la autoridad monetaria bajaron la tasa de interés y relajaron su política monetaria en verano. En febrero, cuando personas y empresas demandan menos pesos, les esperaba una trampa, la aceleración de la compra de dólares

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El presidente del Banco Central, Miguel Pesce, dice que hay que "digerir" el exceso de dinero en circulación
El presidente del Banco Central, Miguel Pesce, dice que hay que "digerir" el exceso de dinero en circulación

El presidente del Banco Central, Miguel Pesce, dice en privado y en público que tiene claro lo que se viene. En enero y diciembre de cada año personas y empresas tienden a demandar más dinero por los gastos de fin de año. Ese aumento estacional en la demanda de dinero facilita una relajación en la política monetaria que tienta a los banqueros centrales. Pero terminado ese proceso, si la autoridad monetaria no saca esos pesos de circulación, puede sufrir dolores de cabeza en forma de aumentos de precios y suba del dólar. Federico Sturzenegger tropezó dos veces con esa piedra, Guido Sandleris la única vez que la enfrentó. Pesce cree que puede “digerir” ese exceso de dinero, pero en el mercado señalan el reciente repunte de los dólares paralelos y se preguntan si todavía está a tiempo.

En el mercado señalan el reciente repunte de los dólares paralelos y se preguntan si todavía está a tiempo

El cambio de gobierno y la llegada de Pesce al BCRA es un giro en la forma de pensar la política monetaria y la inflación respecto de lo que fue la era de Mauricio Macri. Si el foco en el ataque monetario a la inflación era lo que caracterizaba a los banqueros centrales de de Cambiemos, el nuevo titular de la autoridad monetaria suele hacer más hincapié en la “inercia” que hace que subas pasadas de los precios se transformen en aumentos futuros. Pero el funcionario dice que la cantidad de dinero también importa.

A quienes lo consultan, Pesce les responde que está al tanto del riesgo. Que en febrero los pesos que se expande en las semanas previas pega la vuelta y hay que “digerirlo”.

El riesgo inflacionario no es inmediato sino mediato”, dijo Miguel Pesce en una respuesta a la agencia internacional Bloomberg. “En febrero, el exceso de demanda de efectivo producido en diciembre y enero por fiestas, aguinaldo y vacaciones vuelve a los bancos”.

Hasta que los bancos puedan digerir ese dinero hay que evitar que provoque distorsiones en las tasas de interés”, sostiene la autoridad monetaria. “La evidencia de que las extravagantemente altas tasas de interés no contribuyen a reducir la inflación inercial no quiere decir que creamos que las tasas negativas puedan servir para resolver los problemas que debe afrontar el Banco Central”. En el mercado se preguntan si Pesce llegará a tiempo.

La evidencia de que las extravagantemente altas tasas de interés no contribuyen a reducir la inflación inercial no quiere decir que creamos que las tasas negativas puedan servir para resolver los problemas que debe afrontar el Banco Central

Un error común

El aumento de la demanda de pesos en cada fin de año y su caída abrupta de cada febrero no es algo desconocido para los banqueros centrales. A nadie lo toma por sorpresa. El problema es que, si bien se puede controlar la tasa o la cantidad de dinero, la demanda es más difícil de prever y puede castigar a los confiados. Sturzenegger y Sandleris lo sufrieron.

Federico Sturzenegger había logrado salir del cepo sin una disparada descontrolada del dólar a fines de 2015, con una tasa de interés de referencia del 38% anual. Las cosas parecían ir bien, por lo que recortó la tasa siete veces hasta llevarla al 30,25% anual a mediados de febrero. Pero pocos días más tarde el dólar había pasado de $13 a $16 y el primer banquero central de Macri había tenido que hacer un abrupto retoque a la tasa de referencia: la devolvió a 37% anual, casi el punto de partida.

En 2018 la misma piedra se cruzó en el camino de Sturzenegger. Esta vez, la conferencia de prensa del “28-D” en la que el jefe de Gabinete Marcos Peña anunció un cambio al alza de las metas de inflación fue el punto de partida y, dados los nuevos objetivos más laxos que perseguía el BCRA se decidió bajar la tasa de referencia (Télam)
En 2018 la misma piedra se cruzó en el camino de Sturzenegger. Esta vez, la conferencia de prensa del “28-D” en la que el jefe de Gabinete Marcos Peña anunció un cambio al alza de las metas de inflación fue el punto de partida y, dados los nuevos objetivos más laxos que perseguía el BCRA se decidió bajar la tasa de referencia (Télam)

En 2018 la misma piedra se cruzó en el camino de Sturzenegger. Esta vez, la conferencia de prensa del “28-D” en la que el jefe de Gabinete Marcos Peña anunció un cambio al alza de las metas de inflación fue el punto de partida y, dados los nuevos objetivos más laxos que perseguía el BCRA se decidió bajar la tasa de referencia. Fueron dos pequeños recortes que la llevaron del 28,75% al 27,25% anual.

En marzo 2018 el dólar amenazó con dispararse y la autoridad monetaria empezó a intervenir con ventas de reservas para que no se escapara la cotización de la divisa. En abril, aunque no exclusivamente por esta causa, se desató la crisis de balanza de pagos que metió a la Argentina en la crisis de la que todavía no pudo salir.

A Sandleris le tocó tropezarse con esa piedra en su único verano al frente del BCRA. Después de las renuncias de Struzenegger y Luis Caputo (duró tres meses en el BCRA, nunca tuvo que enfrentarse a la caída de la demanda de dinero de cada es de febrero), el dólar había tocado $40 y la inflación aceleraba. El banquero central que venía a ejecutar lo acordado con el FMI llevó adelante su política de “emisión cero” en lugar de recurrir a la tasa como principal herramienta.

La estrategia de emergencia dio buenos frutos iniciales, el dólar retrocedió y se mantuvo algunos pesos por debajo del récord previo. Se llegó, incluso, a comprar reservas cuando el dólar cayó por debajo de las bandas de flotación. Una válvula de escape para el duro esquema monetario de esos días que permitía inyectar algunos pesos para comprar esas reservas. Llegado el aumento en la demanda de pesos de cada fin de año, la entidad dejó que la tasa de interés bajara a toda velocidad: arrancó el año en 59,41% al 14 de febrero ya estaba en 43,94%. Sólo 8 días más tarde había vuelto al 50% anual después de un mal dato de inflación de enero y el dólar superó los $40 con facilidad.

Afilando las armas

Por lo pronto, Miguel Pesce y los suyos están afinando sus instrumentos. Esta semana el BCRA mantuvo la tasa sin cambios en 50% anual, un freno después de recortarle 13 puntos porcentuales desde el 20 de diciembre.

Por otro lado, esta semana empezó a alargar los plazos de las Letras de Liquidez (Leliq) que usa para regular la cantidad de dinero en circulación. Desde su creación, esos papeles se emitían a una semana de plazo pero el jueves y el martes pasados también se colocaron a 14 días de plazo. Eso si, misma a tasa a más plazo implica un rendimiento menor, como si le hubieran recortado medio punto a la tasa. Un recorte marginal.

Los montos colocados en Leliq fueron enormes: $688.226 millones el martes y $553.271 millones el jueves, respectivamente. Los montos más grandes alguna vez emitidos en un sólo día en esos papeles. Y como resultado el stock de Leliq, que venía siendo desarmado a toda velocidad, alcanzó su récord nominal histórico: pasó de $772.755 millones a $1,5 billón en sólo cuatro días.

Todavía no hay datos actualizados como para calcular el saldo monetario de esas operaciones. En el mercado se asume que tuvieron un efecto neutro, no inyectaron ni sacaron pesos de circulación. Esto es porque el desarme previo era en realidad un pasaje de Leliq a Pases Pasivos, otro instrumento que usa el BCRA para mantener a raya la cantidad de dinero del sistema.

Miguel Pesce no corrió riesgos: desde la semana que viene los Pases Pasivos van a sufrir un fuerte recorte de tasa, de manera tal que los bancos no tuvieron mucha más opción que pasar a las Leliq a dos semanas de plazo o perder rendimiento. Lo que venga de acá en adelante va a empezar a determinar si el Central empieza a “aspirar” dinero para evitar sobresaltos}. Se vienen Leliq a plazos más largos, de hasta 28 días, que transformarían a estos papeles en algo muy similar a las extintas Lebac.

Los dólares paralelos en la mira

Los mercados cambiarios todavía accesibles están tomando temperatura. El dólar “contado con liquidación” llegó a $83,56 el día de ayer y el “dólar Bolsa” cerro en $82,04, cerca de récords. Por lo menos el blue no acompañó. No es fácil atribuir esto a la baja de tasas en forma lineal. El rebrote de desconfianza que generó la Provincia de Buenos Aires al no poder pagar un vencimiento que cae la semana que viene juega fuerte hoy en el mercado.

Teorizamos que el equipo de Miguel Pesce en el BCRA es muy consciente del bache de la demanda de dinero en esta época del año, y para desactivar de a poco las alarmas, ha absorbido $268.000 millones

En el mercado hay quienes creen que el BCRA puede reaccionar a tiempo. “Teorizamos que el equipo de Miguel Pesce en el BCRA es muy consciente del bache de la demanda de dinero en esta época del año, y para desactivar de a poco las alarmas, ha absorbido $268.000 millones de la base monetaria desde el comienzo de año. Esta reducción de la liquidez en pesos se considera necesaria porque la demanda de crédito permanece inactiva a pesar de la contracción de las tasas de interés”, analiza un informe de Portfolio Personal Inversones.

Es importante entender que, si el BCRA no tiene cuidado (y creemos que están siendo extremadamente cautelosos), el dólar blue y el contado con liquidación podrían comenzar a alejarse, y esto comenzaría una espiral de expectativas negativas de inflación que reduciría aún más la voluntad de los hogares de mantener pesos. Una fuerte devaluación del peso a su vez afectaría la capacidad del Gobierno de pagar su deuda en dólares, y los activos de riesgo podrían sufrir. Por esta razón, febrero es peligroso para Argentina, dijeron.

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