Economía electoral: el Gobierno se juega al dólar quieto y al repunte del consumo

Están todas las fichas puestas en la cosecha y en la suba de ingresos de jubilados y planes sociales. La urgencia es dejar atrás la recesión. ¿Alcanzará?

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La directora del FMI, Christine Lagarde, el presidente Macri y el ministro de Hacienda, Nicolas Dujovne
La directora del FMI, Christine Lagarde, el presidente Macri y el ministro de Hacienda, Nicolas Dujovne

Cuándo no. El comportamiento del dólar volvió a generar inquietud sobre el cierre de la semana. El tipo de cambio subió 1,75% el viernes y el minorista volvió a quedar al borde los $ 41. Ni las tasas al 50% ni la promesa del Banco Central de mayor contracción monetaria terminaron de "plancharlo". Mucho tuvo que ver el salto de la divisa en Brasil y en otros mercados emergentes. Pero a la Argentina estas turbulencias siempre le pegan el doble que al resto.

No fue el único movimiento preocupante que se observó sobre el cierre de la semana pasada. El riesgo país subió 3% y volvió a superar la zona de los 700 puntos. Los bonos argentinos otra vez rinden cerca de 10% anual en dólares. Se ven afectados por un clima un poco menos benigno para emergentes, es cierto. Sin embargo, aparece otro escollo: ¿quién está dispuesto a jugársela con un título local cuando las encuestas conocidas recientemente arrojan paridad entre Mauricio Macri y Cristina Kirchner?

Mauricio Macri y la ex presidente Cristina Kirchner
Mauricio Macri y la ex presidente Cristina Kirchner

La estabilidad del dólar es absolutamente central para la estrategia del Gobierno de cara a las elecciones. Tanto el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, como el titular del Central, Guido Sandleris, le han asegurado al Presidente que el asunto está "bajo control". Pero al mismo tiempo advierten sobre dos situaciones que podrían terminar en un desborde cambiario: una crisis del mercado internacional o encuestas desfavorables para el oficialismo en los próximos meses.

Se viene la “temporada alta” para el ingreso de dólares por la cosecha. En el equipo económico están convencidos que la divisa volverá al piso de la banda cambiaria y que el Central volverá a comprar

Los próximos 45 días tendrían una importancia enorme para las chances electorales del Gobierno. No sólo se trata de haber encontrado un piso para la actividad, como afirmaron desde el Palacio de Hacienda esta semana, sino de que la economía empiece un proceso de repunte.

La cosecha récord de maíz ya empezará a sentirse a mediados de marzo y un mes después empezará a entrar el producido de la venta de soja. Se esperan que ambos fenómenos generen un aumento de la oferta de divisas, lo que llevaría al dólar nuevamente al piso de la banda cambiaria. Y además un repunte del PBI agropecuario, que de a poco derramará en otros sectores (como maquinaría agrícola, venta de gas oil y transporte).

"Por lo menos hasta junio no vamos a tener problemas para que el tipo de cambio no se aleje mucho del piso", se entusiasman en el Central. Imaginan que a fines de mes o ya en abril volverán a comprar dólares como autoriza el FMI y de paso recomponer niveles de reservas.

Tanto Dujovne como Sandleris le advirtieron al Presidente que hay dos factores que amenazan la estabilidad cambiaria: un cambio de humor de los mercados o que Macri siga bajando puntos en las encuestas

Si el dólar no llega a retroceder con la oferta que ingresará del campo (por lo menos USD 8.000 millones más que el año pasado), sería altamente preocupante. Demostraría un temprano proceso de dolarización preelectoral, difícil de controlar en los meses previos a los comicios.

Un dólar que se mantiene bien de cerca al piso de la banda, siguiendo una suerte de "tablita cambiaria", como adelantó la semana pasada Infobae, es el objetivo primordial del equipo económico. Un dólar ajustándose a un ritmo inferior a 2% evitaría sobresaltos en el mercado interno y al mismo tiempo serviría como "ancla" para la inflación. Desde abril, el deslizamiento previsto para el piso y el techo de la zona de no intervención bajará de 2% a 1,75% mensual, según acordaron conjuntamente el Central y el FMI.

Macri durante su discurso en el Congreso (foto Comunicación Senado)
Macri durante su discurso en el Congreso (foto Comunicación Senado)

En su discurso ante la Asamblea Legislativa, Macri blanqueó, a partir de la única medida que anunció, que la reanimación del consumo interno será un elemento clave del año electoral. El aumento de 46% de una vez de la Asignación Universal por Hijo implica una fuerte recuperación del ingreso en términos reales real para 4 millones de personas. Pero a eso se le debe sumar el aumento de 11,8% para jubilados, que así también empiezan a recuperar el terreno perdido el año pasado.

Entre jubilados y beneficiarios de la AUH, diez millones de personas tendrán un aumento de su poder adquisitivo desde este mes. Será importante para revertir la caída del consumo. Para la mejora del salario real habrá que esperar hasta mediados de año

En total son 10 millones de personas que tendrán un aumento de su poder de compra desde este mes. Es esperable que la totalidad del traspaso de recursos del Estado a beneficiarios de planes como jubilados vaya directo al consumo.

La recuperación de la demanda interna es indispensable para que la economía salga del pozo en los próximos meses. La inversión no traccionará ante la elevada incertidumbre y las exportaciones van a crecer, pero representan un porcentaje muy chico del PBI por lo que su efecto no es significativo.

No hay tiempo para esperar que el salario real pegue la vuelta. Los elevados niveles de inflación del primer cuatrimestre atrasarán la recuperación de los asalariados. Recién en el segundo semestre, siempre y cuando la suba de precios empiece a moderarse, los ingresos de los empleados empezarían a repuntar en términos reales (es decir le ganarán a la suba de precios).

Nada nuevo bajo el sol. La fórmula a la que tiene que echar mano el Gobierno es la de siempre: planchar al dólar y apostar al consumo para llegar mejor parado a las elecciones. Nada asegura que resulte suficiente. El acuerdo con el FMI, con sus restricciones monetarias y fiscales, hacen que esta vez el margen de acción sea mucho menor que lo habitual para años electorales.