A pesar del obstáculo que presenta la altura para los futbolistas del llano, el Boca Juniors alternativo desarrolló un muy interesante primer tiempo en su debut en la Copa Sudamericana ante Nacional en la altura de Potosí. Basado en el equilibrio y el juego que le dieron los juveniles Benítez y Saralegui, el equipo de Diego Martínez supo lastimar a su rival. Y, en esa función, con su movilidad, pivoteando y buscando, tuvo mucha incidencia Darío Benedetto, quien reemplazó al lesionado Edinson Cavani, y estuvo acompañado en ofensiva por Lucas Janson y Norberto Briasco.
El Pipa, de 33 años, incluso generó el penal en el minuto 42. Y se hizo cargo de la ejecución, en pos de recuperar confianza y espacio en la rotación, que lo tiene relegado, detrás del citado Cavani, Miguel Merentiel y hasta de Luca Langoni. No obstante, enfrentó al arquero Saidt Mustafá (que no tenía los dos pies en la línea al momento de la ejecución de su rival) y buscó asegurar el remate. Sin embargo, su disparo, potente y alto, rebotó en el travesaño. Y desencadenó su decepción por la chance dilapidada.
Es que los penales, además, se convirtieron en un punto débil para el punta, cuando eran uno de sus fuertes. Con 71 goles en 169 partidos, dio sobradas muestras de su valía. Y de 23 ejecutados, falló apenas seis.
El tema es la racha que acarrera en esta segunda etapa en la institución: de los últimos nueve, marró cinco. Y cuatro de los últimos cinco que asumió. Un golpe a la autoestima, con aquellos dos fallados en la eliminación de la Copa Libertadores 2022 a manos de Corinthians como símbolo del mal trance.
En las redes se abrió el debate respecto de si Benedetto debió patear de nuevo por el adelantamiento del guardameta boliviano. Pero el reglamento subraya que “no se repite, a menos que influya en el ejecutor”. En el caso de que Mustafá lo hubiese detenido, sí correspondía el nuevo shot, además de la “advertencia para el guardameta y amonestación si comete más infracciones”.
El hombre surgido en Arsenal conoce de alegrías con la casaca auriazul: obtuvo tres torneos de Primera División, una Copa de la Liga y dos Supercopas Argentinas. Le queda como cuenta pendiente el plano internacional, con dos finales de Libertadores truncas: aquella ante River en Madrid de 2018 y la última contra Flamengo en el Maracaná. Venía disputando un buen partido en Bolivia, pero el penal fallado le dibujó un lunar ineludible. Al saltar en un córner a ocho minutos del epílogo, sintió una molestia y se sostuvo en campo porque su elenco ya había hecho todos los cambios. Otra prueba de su entrega, más allá de la racha adversa en los penales.
“Primero felicitar a mis compañeros, a todos los chicos. Erré el penal, obviamente nadie más que yo quiere hacer el gol, con bronca por eso, pero me quedo con el rendimiento del equipo. Hicimos un gran partido en la altura, no doy más”, dijo el referente con el 0-0 consumado.
Y fue autocrítico: “Como delantero me quedo con el penal, no con el buen partido que hice. Se levanta la pelota apenas la tocás; se nota en los cambios de frente, no baja la pelota. Soy delantero, quiero convertir y no se me está dando”.