Si se consideran los campeonatos estaduales, Andrés D’Alessandro consiguió 13 títulos con el Inter de Porto Alegre, donde supo convertirse en capitán, referente e ídolo. Pero para eso tuvo que recorrer un largo camino con duros obstáculos, según confesó. En diálogo con el programa F12 (ESPN), el Cabezón contó cómo fue el recibimiento por parte de sus compañeros cuando llegó en 2008.
“Estaba en San Lorenzo y cuando me dijeron de ir al Inter me encantó porque yo tenía a los jugadores brasileros como espejos. Me encantan desde que tengo uso de razón, miraba los Mundiales con Ronaldinho, Kaká, Ronaldo, Roberto Carlos... Los admiraba. Haber ido a Brasil fue un desafío enorme”, fue el prólogo del actual jugador de Nacional de Montevideo. Y luego reveló: “En el primer entrenamiento me cagaron a patadas. Es una historia que me contaron mis compañeros, con los que hoy nos reímos”.
Todo fue orquestado de antemano, a modo de examen. Así lo relató el enganche de 40 años: “Ellos sabían que llegaba un argentino con un carácter y personalidad fuerte, que había tenido encontronazos en algunos clubes. No se iban a dejar contestar, entonces los más viejos arreglaron con el técnico y me pusieron en el otro equipo. Las primeras semanas lo sufrí, pero nunca le contesté a nadie. Y así me lo gané, con respeto más que nada. En el fútbol pasa, te prueban”.
Con temperamento y bajo perfil, D’Alessandro se metió a todos en el bolsillo: “No es fácil ser referente. Yo tuve primero de capitán a Guiñazú; el Cholo se lo ganó en poco tiempo. Ellos te lo dicen, que los argentinos tenemos algo diferente, por eso siguen yendo a Brasil. Sorín, Mascherano, Fillol, Tevez, Guiñazú, Conca y muchos otros. Algunos abrieron las puertas y otros seguimos ese camino y dejamos la puerta abierta a otros”.
¿La explicación del éxito de los argentinos en Brasil? El ex River la tiene clara: “Tenemos una cosa diferente. El carácter, la personalidad, el hecho de no querer perder nunca ni darse por vencido, esa garra que tiene el argentino, el querer ganar siempre. Si tenemos que pelearnos, nos peleamos, discutimos. Eso al brasileño le gusta, y más en el sur”.
A fin de año expira su vínculo con el Bolso y adelantó que persigue el deseo de jugar seis meses más antes de colgar los botines. La idea es despedirse con la camiseta del Inter, aunque aclaró que no depende solamente de él. “No tengo dudas que volveré al club y seré parte, no sé si como jugador o en otro cargo”, dijo. En tanto, no descartó trabajar en River en el futuro: “¿Por qué no? De qué, no sé. No sé qué voy a hacer cuando termine el fútbol. Tengo el curso (de entrenador), estoy sumando conocimiento en gestión deportiva. Me gusta estar día a día en el vestuario, la disciplina, el profesionalismo, controlar. Hablar con el técnico y los dirigentes”.
EL PUNTO NEGRO DE SU CARRERA
“Es no haber podido jugar un Mundial para la selección argentina. Es lo que me ha faltado. Con la salida de Marcelo (Bielsa) en 2004 cambió todo lo que se había construido en los Juegos Olímpicos y la Copa América. Me veía más cerca en 2010 por el momento que viví en Inter, al ganar la Libertadores y ser elegido mejor jugador de América. La posibilidad no llegó, esto es fútbol y es así. Por un lado, se entiende; por otro, no. Es una espina que me va a quedar, una frustración grande”.
SEGUIR LEYENDO: