Cómo vive una musulmana en Argentina

Natalia Verdún creció en Merlo, en una numerosa familia católica. Era muy creyente pero un día, en 2011 se dio cuenta de que las respuestas que buscaba estaban en el Islam. "Perdoname Jesús, pero no te voy a adorar más", rezó. Por Nadia Nasanovsky.

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Es musulmana, se llama Natalia Verdún y vive con su hijo de 11 y su hija de 6 en Balvanera, en un colegio donde trabaja como casera. Hace unos meses se casó con un católico que accedió a convertirse al Islam para poder empezar una vida juntos. Para ella, "vivir la fe internamente es muy lindo pero externamente a veces cuesta, por los prejuicios".

Nació en Merlo hace 37 años, en una familia católica, con 7 hermanos más. Era muy cristiana, muy creyente, pero un día en 2011, mientras atravesaba graves problemas personales, que incluían violencia de género por parte de quien entonces era su marido, se dio cuenta de que el cristianismo no era el camino para ella, ya no encontraba más respuestas. "Perdoname, Jesús, pero no te voy a adorar más, voy a adorar solo a Dios", rezó. Y esa plegaria fue el comienzo de un camino que la llevó a abrazar el Islam un par de años más tarde.

Su decisión, asegura, le ha traído felicidad, el cambio que estaba buscando para su vida y la de sus hijos. Pero también ha tenido que superar algunas dificultades para su vida cotidiana para vivirla en consonancia con los preceptos del Profeta Muhammad y superar las miradas.

Natalia, musulmana y argentina (Foto: Fernando Calzada)
Natalia, musulmana y argentina (Foto: Fernando Calzada)

-¿Cómo y por qué te convertiste al Islam?

-En 2013, empecé una conversación en Facebook con un chico de otro país que empezó a preguntarme sobre mi religión. Le expliqué que era cristiana y que adoraba a Dios, y él ahí me dijo que entonces era musulmana, es decir, una persona que se somete a Dios. Eso me quedó dando vueltas… Porque yo en 2011 había dejado de rezarle a Jesús y le había pedido a Dios que me guiara hacia la verdadera fe. Al hablar con este chico, me vino ese pedido a la mente.

-¿Cómo siguió el proceso?

-Empecé a googlear qué significaba ser musulmán y me empezó a gustar. Después busqué si había una iglesia para los musulmanes, no sabía ni que se llamaba mezquita, y encontré la de Palermo, en Buenos Aires. Me acerqué y empecé a indagar más. Y un día tomé la decisión de seguir esta fe.

-¿Cómo es el rito de conversión?

-Tenés que decidirlo y hacer la shahada, la atestiguación de fe. Es algo personal, atestiguo que Dios es único y digno de ser adorado y que Muhammad es su profeta y mensajero. Se la dice en árabe.

-¿Qué significa ser musulmán?

-Es ser una persona que cree solamente en Dios.

-¿Y ser mujer y musulmana?

La musulmana es una mujer que se somete más a Dios que la cristiana, en todo. En el Corán, la mujer musulmana tiene que cumplir algunos preceptos para poder ser respetada en el honor que le da Dios. Si lo cumplimos, se cumple lo que Dios nos promete, el respeto de la gente, y de los hombres en un nivel sexual.

La selfie de Natalia y su marido, recién casados. (Archivo DEF)
La selfie de Natalia y su marido, recién casados. (Archivo DEF)

-La mujer en el Islam, ¿vive sometida al hombre?

-No. Siendo musulmana argentina, puedo decir que la mujer musulmana no está sometida al hombre. Aunque hay cosas que sí, que deben cumplirse. Sí hay que tener respeto hacia el esposo, pero no veo en eso un sometimiento.

-¿Y en lo referido a la vestimenta, al taparse?

-Eso es un sometimiento a Dios, el Corán dice que la mujer debe cubrir su cuerpo para que se respete su honor. Si uso vestimenta escotada o ajustada, le estoy faltando el respeto a Dios. El sometimiento es a Dios, no al hombre.

-¿Cómo tomó tu familia tu decisión?

-Un día mi mamá me invitó a la iglesia y yo le dije que no iba más, que era musulmana. Y ella me dijo: "¿Qué es eso de musulmana? Vos sos argentina". Y sí, soy argentina y musulmana. Ella pensó que yo estaba loca, después lo fue superando aunque hay cosas que todavía no comparte, al igual que mis hermanos.

“La mujer musulmana no está sometida al hombre. Sí hay que tener respeto hacia el esposo, pero no veo en eso un sometimiento”

-¿Cómo impactó en tu vida la conversión?

-Mi vida cambió más que nada en el tema social. Con algunas de mis amigas de la primaria, por ejemplo, como yo ya no fumo, ni bailo, ni tomo alcohol, mi relación cambió, la gente se fue alejando de mi. Eso me hizo sentir un poco triste, porque soy musulmana, no es que de golpe me convertí en extraterrestre. Pero también encontré muchos amigos, como mi mejor amiga Irina, que es musulmana, ucraniana.

-¿Y en lo cotidiano, en el día a día?

-Los musulmanes tenemos algunas cosas que cumplir, por ejemplo, comemos con la mano derecha siempre, y yo estaba acostumbrada a hacerlo con la izquierda. Después está el tema de la ablución, es decir, que tenés que estar siempre higienizada para rezar. El hacer en tiempo y forma los cinco rezos diarios también lleva práctica… ¡Pero a mí y a mis hijos lo que nos costó más fue dejar de comer jamón! El tema de la vestimenta también es difícil. Más allá del pañuelo en la cabeza, las musulmanas nos tenemos que vestir con ropas amplias, pero yo no lo hago, salvo para ir a la mezquita, por una cuestión de comodidad. Igualmente yo creo que la fe se lleva adentro. Vivir la fe internamente es muy lindo, pero externamente a veces cuesta, por los prejuicios.

-¿Por qué? ¿Qué tipo de prejuicios?

-Hay muchos ignorantes que creen que los musulmanes somos terroristas, siendo que el Corán dice que los musulmanes no podemos matar a ningún ser vivo. Los terroristas son extremistas, y hay extremistas en todas las religiones.

-¿Sos feliz con la decisión que tomaste?

-Yo soy muy feliz, gracias a Dios. El confiar en Dios me hace sentir bien.

*Esta nota es parte de la sección Los Otros de la Revista DEF.