Ponemos a consideración el libro número 18 de nuestra autoría, COMPUTADORA – La caída de la Red Clandestina del Partido Comunista en el Uruguay (PCU)- con el objetivo de desentrañar hechos históricos que sucedieron paralelamente en Argentina y Uruguay, en el siglo pasado, en la década de los años 70.
Sí bien son memorias básicamente uruguayas, entendemos que el trabajo aporta detalles de la detención y posterior devolución a Buenos Aires del destacado dirigente argentino del grupo Montoneros, Oscar De Gregorio.
Computadora
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COMPUTADORA es el nombre de una operación de inteligencia diseñada por un cuerpo de la Armada de Uruguay, Fusileros Navales (FUSNA).
Por la cédula de identidad de una mujer que portaba De Gregorio, y posteriores averiguaciones a través de COMPUTADORA, se pudo comprobar que los Grupos de Acción Unificadora (GAU) contaban con aparatos armados que operaban en Uruguay y Argentina durante las dictaduras de ambos países.
De militantes a informantes
La peculiaridad del procedimiento fue modificar los rasgos de la represión, pasando de los apremios a la detención de los militantes de base y cuadros intermedios comunistas: rápidamente mediante pactos se convertían en informantes.
Esos informantes eran liberados, volvían a la calle con el compromiso de trasladar la información que consiguieran a la oficina de COMPUTADORA, ya convertida en una entidad del FUSNA.
Para concretar el éxito de COMPUTADORA, los oficiales de la Armada, contaron con el apoyo de ex miembros del PCU, del Partido Socialista Revolucionario (PSR), el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros (MLN-T) y de los Grupos de Acción Unificadora (GAU), los que ya no creían en el sueño de muchos jóvenes de esa época: encontrar el hombre nuevo.
No podemos soslayar que los testimonios con nombre y apellido, por ejemplo, del primer integrante civil de COMPUTADORA, Fleming Gallo, hacen “papilla” el relato instalado por el PCU tras la vuelta a la democracia en el año 1985. Queda por el camino la heroicidad y la categoría de semidioses de sus integrantes solo por ser comunistas, luego que eran detenidos por las fuerzas de seguridad.
Cabe plantear una interrogante en la que todos o la gran mayoría daríamos la misma respuesta: ¿Quién puede juzgar a un ser humano padre de familia comunista o no, con una carga particular en su vida, en muchos casos con hijos pequeños, en esas circunstancias rodeado en una sala a merced de su enemigo?
La efectiva política de comunicación del PCU, lo colocan hoy en un lugar que nunca ocupó en defensa de la democracia. Hace 60 años cuando Uruguay vivía en un régimen democrático, creo un Aparato Armado secreto, pero sus autoridades hasta hoy nunca lo reconocieron institucionalmente.
En el año 1964 su poder de fuego era superior a unidades militares de las Fuerzas Armadas Uruguayas, y muy por encima del armamento con el que contaba el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros (MLN-T). Nunca comunicó para que constituyó el Aparato Armado secreto. Tampoco, la razón por la cual no lo utilizó cuando los militares derribaron la democracia. Y menos, ha admitido públicamente que en 1973 a través de comunicados y editoriales apoyó el golpe de Estado que provocó casi 12 años de Dictadura.
Tampoco puede seguir ocultando que sus cuadros se entrenaron militarmente y mayoritariamente en la desaparecida Unión Soviética, la caza matriz de los partidos comunistas del mundo durante la “Guerra Fría”.
El libro, a través de los testimonios, también pone en tela de juicio la conducta en esas circunstancias de la ex candidata a la vice presidencia de la República por el Frente Amplio, Graciela Villar. Villar en la década de los años 70 vivió en Montevideo y Buenos Aires. Era prima de la esposa de Fleming Gallo.
Dieciséis mil fichas, tres mil fotos
La operación de inteligencia provocó la admiración del entonces presidente de facto de Uruguay, un civil, Aparicio Méndez, el presidente de la Suprema Corte de Justicia, el comandante en jefe del Ejército, teniente general, Luis Vicente Queirolo, miembros del MOSSAD, de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), y diplomáticos de diversos países, entre otros. Lo singular es que contó, además, con el aval de la Junta de Oficiales Generales de las FFAA.
Durante su operativa en dependencias del FUSNA, COMPUTADORA contaba con más de 16.000 fichas y casi 3.000 fotografías de los partidos políticos uruguayos, las organizaciones guerrilleras del país y del extranjero, sindicatos, gremios estudiantiles, la Masonería, y la Juventud Uruguaya de a PIE (JUP), organización de extrema derecha.
Pero también del grupo argentino Montoneros, del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) de Chile, Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Bolivia, entre otros. El libro no solo se basa en los testimonios, sino en información y documentación oficial, especialmente del Ministerio de Relaciones Exteriores, proveniente de la URSS.
Nazis y soviéticos
Vale la pena rescatar un pasaje de un documento escrito por el secretario de la Embajada de Uruguay, el socialista Mario Jaunarena, enviado desde Moscú a la Cancillería, el 23 de diciembre de 1945. Tras concluir la Segunda Guerra Mundial, Jaunarena opinó que los regimenes nazi y soviético eran similares, aduciendo que su pretensión era la dominación del mundo.
El diplomático arguyó que todos los partidos comunistas del mundo desarrollaban una tarea similar a la desplegada por la Quinta Columna Nazi. “Esos partidos carecían de independencia, obedecían ciegamente las directivas de Moscú, no respondiendo a los intereses nacionales en sus respectivos países”, remató.
El embajador del Uruguay en la URSS, era el principal dirigente histórico del Partido Socialista de Uruguay, Emilio Frugoni y su secretario Jaunarena, también socialista. Ambos eran funcionarios del gobierno del Partido Colorado.
La verdad, sin tapujos
Queremos expresar con mucha firmeza que el objetivo del libro COMPUTADORA es mostrar la verdad de hechos ocurridos durante la Dictadura Cívico-Militar en Uruguay sin tapujos, engaños, mentiras y reservas.
El golpe de todos. Uruguay 1973
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Paralelamente, comprobar la sintonía histórica entre Uruguay y Argentina, con una historia de un lado del Plata casi igual a la del otro lado del majestuoso río, que más que separarnos, nos une. Pero en la historia reciente, no podemos ocultar la pérdida de cientos de vidas humanas por un conflicto que generaron las dos potencias, Estados Unidos y la Unión Soviética, llamado “Guerra Fría” o “Guerra Revolucionaria”.
Dos de los triunfadores de la Segunda Guerra Mundial son los responsables de la causa y los habitantes de países americanos, defendiendo su ideología, de los efectos que se trasladan hasta nuestros días, y nunca terminan.
En la locura de la “Guerra Fría” en la que nuestros países participaron directa o indirectamente -cada uno tendrá su juicio de valor- murieron 25 millones de personas, con una proporción de 7 civiles y un militar. Acá no contamos dos continentes, América del Norte y Europa, por lo que la cifra es muy superior.
Empero, sí somos responsables en Uruguay del relato de nuestra historia reciente, que deseamos poner en su lugar.
Una frase del escritor español Antonio Machado, en su libro Antología Política, parece un traje a medida para nuestro país, de ese relato desvirtuado de lo ocurrido desde culminada la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días.
Machado escribió: “Se miente más de la cuenta por falta de fantasía: también la verdad se inventa”.