Refik Anadol hizo “soñar a las máquinas” en un viaje hipnótico a las profundidades del mar en el Colón

La obra del consagrado artista digital turco, “Machine Hallucinations: coral” -un NFT de casi dos millones de imágenes de corales intervenidas digitalmente- se presentó por primera vez en Latinoamérica, en la primera parada de un recorrido por la región. Cómo fue la experiencia

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"Machine Hallucinations: coral" de Refik Anadol se presentó en el Teatro Colón como parte de la Semana del Arte (artbag)
"Machine Hallucinations: coral" de Refik Anadol se presentó en el Teatro Colón como parte de la Semana del Arte (artbag)

En el principio todo fue un vacío. Un gran cuadrado blanco, el “lienzo” virgen, y luego la explosión, y entonces bailaban los ojos por la pantalla, las respiraciones se entrecortaban e inhalaban los oídos la música a borbotones, como deseosos de extender el segundo, enloquecidos y quietos, muchos, todos, o casi, porque una joven grababa en su teléfono, pero a otra nada le importaba de ese más allá, y observaba las ondulaciones y los colores, y su mirada ardía como pirotecnia y parecía girar sobre su cuerpo, más, más, y más, hasta no poder contenerse y finalmente largar un “Ahhhh” como quien acaba de ser sorprendido, cautivado, quizá maravillidado, como quien acaba de tener una epifanía, una revelación: entonces, esto también es arte.

“Estoy muy emocionada”, dice esa joven después. El show acaba de finalizar. La primera presentación de una obra, un NFT para ser precisos, del artista digitial Refik Anadol en Latinoamérica era ya una anécdota, ahora sí una cosa de redes sociales. Pero fue por casi 20 minutos, un instante eterno, lo que comprimió los cuerpos contra las butacas del Teatro Colón, y quizá vuelva a hacerlo cuando, entre el 21 y 23 de octubre, Machine Hallucinations: coral llegue a proyectarse en el espacio público, en una locación que aún se debe confirmar.

Obra del artista digital Refik Anadol

En diálogo con Infobae Cultura, Anadol aseguró que su deseo es “hacer soñar a las máquinas” y que para eso necesita a la inteligencia artificial y el uso de datos, entre otras herramientas. En el sentido técnico, la pieza está compuesta por una sucesión de 1.742.772 de imágenes de corales reales intervenidas digitalmente y que, tras pasar por una serie de algoritmos, generan un movimiento similar al de los fluidos, al del fondo del mar, pero que refulge por su esplandor, por su gama de colores oscilantes.

La obra de Anadol es abstracta, sí, pero a la vez está plena de texturas que nos son artísticamentes familiares. Es puntillista por momentos, impresionista por otros, es por un instante un cuadradro blanco bien Malevich y tres segundos después un Pollock inquieto que se devora a si mismo. Pero más allá de todo es, sin dudas, una expresión artística de belleza indiscutible, que con sus movimientos, esa ondulación fluída y continua, nos obliga a doblarnos sobre nosotros mismos, nos abstrae e hipnotiza y nos sumerge en un devenir acuático, para retrotraernos así al inicio de la vida, al más elemental y remoto de nuestros recuerdos: la experiencia de encontrarnos protegidos y oscilantes en nuestro pequeño, cálido y único universo fetal.

La pieza está realizada por 1.742.772 de imágenes de corales reales intervenidas digitalmente (Juan Gabriel Batalla )
La pieza está realizada por 1.742.772 de imágenes de corales reales intervenidas digitalmente (Juan Gabriel Batalla )

El evento estuvo enmarcado dentro de la Semana del Arte, y que contó con la organización de artbag — compañía de soluciones blockchain y NFTs— y el Ministerio de Cultura de la Ciudad, en colaboración con Borderless Capital y Ripio, y con el apoyo de Agrotoken, Algorand, Koibanx, Travel X, Artlab, Decentraland y Aorist.

Machine Hallucinations: coral”, explica Anadol, “es un gran muro mediático soñado por la Inteligencia Artificial”. “La obra de arte usa datos submarinos de coral del mundo. Estas hermosas criaturas que existen, y que en realidad permiten sobrevivir a los océanos, son el conjunto de datos para la obra de arte y se ven los colores de las formas submarinas, de las criaturas subacuáticas, cosas que existen más allá de lo que podemos ver, de lo que sabemos que existe”, agrega.

La obra se presentó con el acompañamiento de la Orquesta Académica Superior del Teatro Colón, bajo la dirección del Maestro Pablo Bocchimuzzi, que generó una puesta en escena inmersiva desde lo óptico y lo auditivo. A partir de este trabajó cooperativo, el NFT ganó en potencia ya que las notas jugaban con nuestra concepción de lo que creemos que representan los colores, como por ejemplo, el azul podía ser la calma, pero también el efecto contrario, un in crescendo que nos llevaba a una inquietud pasiva pero de una expectativa inconformista. Esperábamos siempre lo que no sabíamos.

artbag
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La obra pertenece al argentino radicado en EE.UU David García, CEO de Borderless, uno de los principales fondos de criptomoneda, quien la obtuvo mediante un pago de USD 850 mil a Anadol. “Se presentó durante el Art Basel de Miami y ahora llega a Buenos Aires, por lo que es la primera vez de un evento así en Latinoamérica. La idea es que pueda llegar también a otras importantes ciudades de Brasil, Colombia y Perú, por ejemplo”, dijo a Infobae Cultura.

Por su parte, Martín González, co-propietatario de artbag, aseguró que la experiencia puede servir para que “los jóvenes, que están comprando su primera obra en NFT, como los que no conocen el arte digital puedan saber de qué se trata” y que “por eso el objetivo es exhibirlo en la calle”.

La obra se presentará en el espacio público, todavía a confirmar, durante el 21, 22 y 23 de octubre
La obra se presentará en el espacio público, todavía a confirmar, durante el 21, 22 y 23 de octubre

El Colón, por esas cosas del destino, por esas cosas de su magnanimidad, ha sido cita de grandes eventos. Incluso para el mundo del arte, más allá de la danza y la lírica. A finales de 1871, la ciudad se conmocionaba por la presentación de un cuadro del uruguayo Juan Manuel Blanes, Un episodio de la fiebre amarilla en Buenos Aires, la primera pintura sobre la que se escribió muchísimo en la prensa, la primera obra por la gente hacía largas colas y mediante un pago obtenía unos minutos frente a la pieza que se presentaba en la vieja sede del teatro, frente a la Plaza de la Victoria, hoy Plaza de Mayo.

Fue aquel evento realizado en el foyer, iluminado a gas, entre cortinas, que resaltaban la importancia del evento, una piedra fundacional en el arte moderno argentino. Más de un siglo después, el primer coliseo argentino presentó la primera obra de arte digital a gran escala de un artista ya reconocido internacionalmente y es verdad que al ser un evento único no habrá colas, es verdad que la entrada fue gratuita, pero quizá marque también un antes y un después en una manera de entender el arte a través de la tecnología para todas las generaciones y, de aquí a muchos años, en los libros de historia se recuerda esta fecha, como las presentaciones que se harán en el espacio público, como el momento en que este mundo que nos parece tan lejano, pero ya es muy real, llegó para cambiar todo.

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