Para vivir más años se ha propuesto que hay que comer menos. Es una estrategia que se conoce como “restricción calórica”, y durante casi un siglo, los estudios de laboratorio han demostrado resultados consistentes. Si los animales comen menos o con menor frecuencia, tienden a vivir más tiempo.
Ahora, un estudio en el Laboratorio Jackson de los Estados Unidos brindó más pistas para entender por qué ese tipo de dietas restrictivas pueden alargar la vida y cómo aplicarlas mejor a los seres humanos. El trabajo se publicó en la revista Nature y se siguió la salud de casi mil ratones con diversas dietas.
El estudio se diseñó para garantizar que cada ratón fuera genéticamente distinto. Esto permitió al equipo de investigadores tener una mejor representación de la diversidad genética de la población humana.
De este modo, aclararon, los resultados son más pertinentes desde el punto de vista clínico. Podría tratarse de una de las investigaciones más importantes sobre el envejecimiento y la esperanza de vida realizadas hasta la fecha.
Revelaron que la restricción calórica puede influir en la longevidad de los organismos, pero no de la manera tradicionalmente entendida.
Concluyeron que ingerir menos calorías tenía un mayor impacto en la esperanza de vida que el ayuno periódico. Encontraron que las dietas muy bajas en calorías prolongaban en general la esperanza de vida de los ratones, independientemente de sus niveles de grasa corporal o glucosa, ambos típicamente considerados marcadores de salud metabólica y envejecimiento.
Sorprendentemente, los ratones que más vivieron con las dietas restrictivas fueron los que menos peso perdieron a pesar de comer menos. Los animales que perdían más peso con estas dietas tendían a tener poca energía, un sistema inmunitario y reproductivo deficiente y una vida más corta.
“Nuestro estudio señala realmente la importancia de la capacidad de recuperación”, comentó Gary Churchill, profesor de la Cátedra Karl Gunnar Johansson y director del estudio.
“Los animales más robustos mantienen su peso incluso frente al estrés y la restricción calórica, y son los que viven más tiempo. También sugiere que un nivel más moderado de restricción calórica podría ser la forma de equilibrar la salud y la esperanza de vida a largo plazo”, señaló.
En pocas palabras, el científico dio un consejo a partir de la investigación: “Si quieres vivir mucho tiempo, hay cosas que puedes controlar durante tu vida, como la dieta, pero en realidad lo que quieres es una abuela muy mayor”, afirmó el líder de la investigación, Gary Churchill, del Laboratorio Jackson.
El Laboratorio es una institución independiente de investigación biomédica sin ánimo de lucro que cuenta con un Centro Oncológico designado por el Instituto Nacional del Cáncer de los Estados Unidos y más de 3.000 empleados repartidos por Estados Unidos, Japón y China.
Cómo se hizo el estudio en ratones
Los casi mil ratones fueron sometidos a dietas bajas en calorías o ayunos intermitentes. Encontraron que los factores como la salud inmunológica, la genética y la resiliencia fisiológica podrían ser más determinantes en la extensión de la vida que los cambios metabólicos asociados con la pérdida de peso.
La “resiliencia fisiológica” es la capacidad del organismo para adaptarse y recuperarse de situaciones de estrés físico o emocional, enfermedades o cambios en el entorno. Esta capacidad permite al organismo mantener o recuperar su funcionamiento normal frente a desafíos adversos.
El estudio fue financiado por Calico Life Sciences y sus resultados desafían la noción que la simple reducción de calorías es suficiente para prolongar la vida.
En general, los ratones que seguían dietas sin restricciones vivían una media de 25 meses, los que seguían dietas de ayuno intermitente vivían una media de 28 meses, los que comían el 80% de las calorías iniciales vivían una media de 30 meses y los que comían el 60% de las calorías iniciales vivían 34 meses.
Pero dentro de cada grupo, la esperanza de vida era muy amplia; los ratones que comían menos calorías, por ejemplo, tenían una esperanza de vida que oscilaba entre unos pocos meses y cuatro años y medio.
Qué implican los resultados del estudio
“Mientras que la restricción calórica suele ser buena para la longevidad, nuestros datos muestran que perder peso con la restricción calórica en realidad es malo para la longevidad”, explicó Churchill.
“Así que cuando observamos los ensayos en humanos de fármacos para la longevidad y vemos que las personas pierden peso y tienen mejores perfiles metabólicos, resulta que eso podría no ser en absoluto un buen marcador de su futura esperanza de vida”.
Ante la consulta de Infobae, Fernando Gabriel Altamirano, doctor en Neurociencias de la Universidad Nacional de Córdoba y el Instituto de Investigación Médica Martín y Mercedes Ferreyra, comentó sobre el estudio publicado en Nature: “Los investigadores no “derriban” completamente la idea de que la restricción calórica puede extender la esperanza de vida sino que proporciona una visión más matizada. Existen formas más permisivas de restricción calórica, como la alimentación restringida por tiempo y el ayuno intermitente, que han demostrado ser efectivos en la promoción de la salud del organismo”.
El investigador argentino agregó que “el estudio encontró que tanto la restricción calórica como el ayuno intermitente extendieron la vida de ratones hembras genéticamente diversos, en proporción al grado de restricción. El 40% de restricción calórica mostró ser el grupo con la mayor extensión de la vida. Sin embargo, también se destacó que la extensión de la vida no necesariamente se traduce en mejores resultados de salud, ya que algunos parámetros de salud empeoraron bajo la restricción calórica, como la pérdida de masa muscular magra y cambios en el sistema inmunológico que podrían aumentar la susceptibilidad a infecciones”.
Los resultados subrayan la complejidad y la naturaleza individualizada de la respuesta del cuerpo a la restricción calórica. James Nelson, biogerontólogo de la Universidad de Texas, sostuvo en diálogo con Nature que el estudio es revelador sobre la complejidad de la restricción calórica.
Hay que considerar -mencionó- que el estudio se centró exclusivamente en ratones hembras, principalmente por preocupaciones sobre el comportamiento agresivo en los ratones machos. Aunque esa elección fue práctica para el diseño del estudio, deja abierta la pregunta de cómo podría afectar la restricción calórica de manera diferente a los machos”.
La investigación también sugiere que la resiliencia, posiblemente codificada en los genes de los animales, juega un papel clave en la longevidad.
Sin embargo, Daniel Belsky, epidemiólogo de la Universidad de Columbia, de los Estados Unidos, comentó que la extrapolación de los resultados sobre un estudio en ratones a humanos puede tener limitaciones.
Aunque reconoció que el estudio contribuye a la comprensión de que la salud y la longevidad no son necesariamente lo mismo. La investigación destaca la importancia de considerar una variedad de factores al evaluar el impacto de las dietas en la longevidad.