La cuestión racial finalmente estuvo presente en vísperas de las elecciones en Brasil

El debate lo protagonizaron dos candidatos presidenciales negros, Leo Pericles, de la Unión Popular (UP), y Lúcia Vera, del Partido Socialista de los Trabajadores Unificado (PSTU)

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Un hombre con una bandera rodeado de toallas con las imágenes de Lula y Bolsonaro (REUTERS/Ueslei Marcelino)
Un hombre con una bandera rodeado de toallas con las imágenes de Lula y Bolsonaro (REUTERS/Ueslei Marcelino)

El debate sobre el racismo en vísperas de las elecciones del domingo en Brasil lo protagonizaron dos candidatos presidenciales negros, Leo Pericles, de la Unión Popular (UP), y Lúcia Vera, del Partido Socialista de los Trabajadores Unificado (PSTU).

Pericles llegó a convocar una marcha en San Pablo para protestar por no haber sido invitado a los debates televisados, que en el último, el del sábado pasado, emitido por el canal SBT, contó incluso con un sacerdote ortodoxo, el padre Kelmon.

Aquí hay otro debate. Y una vez más los candidatos negros no estuvieron presentes. No podemos permanecer en silencio ante esta injusticia”, dijo Pericles.

Si bien es cierto que por ley las televisiones deben invitar a los candidatos de los partidos que tengan al menos cinco diputados federales, también es verdad que para el resto de candidatos la invitación es discrecional. Esta oportunidad perdida es aún más grave si se tiene en cuenta que la última vez que Brasil tuvo un candidato afrodescendiente a la presidencia fue en las elecciones de 1930 con Minervino de Oliveira, que se presentó por el partido Bloque Obrero y Campesino.

Además de la falta de participación en los debates televisados, también hubo desigualdad en el reparto de los fondos electorales. Las mujeres negras recibieron un 52% menos que las candidatas blancas y un 65% menos que los hombres.

Según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), sobre una población de 212,7 millones de habitantes en 2021, el 47% se declara “parda” (mulata) y el 9,1% negra. Lo paradójico es que, a pesar de la ausencia en los debates de los directamente afectados, nunca antes se había abordado tanto la cuestión racial como este año en la campaña electoral.

Lula da Silva en un acto de campaña en Curitiba (REUTERS/Ueslei Marcelino)
Lula da Silva en un acto de campaña en Curitiba (REUTERS/Ueslei Marcelino)

Lula pretende implementar, extendiéndola a la educación superior, la Ley de Cuotas, aprobada en 2012 por el gobierno de Dilma Rousseff, que establece un número fijo de plazas universitarias para afrodescendientes y personas con menos recursos.

La ley tuvo el mérito de reconocer y dar oportunidades a la población negra de Brasil, país que fue el último de América en abolir la esclavitud, en 1888. Sin embargo, también ha sido criticado por no formar parte de un proyecto más amplio de reforma de la enseñanza primaria pública para ofrecer una educación de calidad a todos desde el inicio de la escolarización. Si se llega a la universidad o a la empresa “por cuota” sin una educación primaria de calidad, se corre el riesgo de una discriminación posterior. Las empresas, por ejemplo, suelen reducir el nivel de los criterios de selección con la posible consecuencia de un descenso de categoría o de un salario menor.

El programa del Partido de los Trabajadores (PT) de Lula también propone acciones para prevenir la violencia que afecta especialmente a la población negra. Actualmente, el 67,5% de los 820.000 presos son afrodescendientes según el 16º Anuario Brasileño de Seguridad Pública publicado este año.

La candidata Simone Tebet, del Movimiento Democrático Brasileño (MDB), también pretende centrarse en las políticas de seguridad pública a favor de la población negra. Para Nestor Neto, representante del partido en el tema, “es necesaria una política social fuerte para evitar que las personas sigan en estado de vulnerabilidad” y también que el programa nacional integrado de lucha contra la violencia pueda servir “para todos, tanto al estado de Acre como al de San Pablo”.

La candidata Simone Tebet (REUTERS/Adriano Machado)
La candidata Simone Tebet (REUTERS/Adriano Machado)

La asociación entre la violencia y el tema racial también se repite en el programa del candidato Ciro Gomes, del Partido Democrático Laborista (PDT), que quiere meter mano a la ley de drogas para reducir el número de afrodescendientes detenidos o asesinados. Según el Anuario de Seguridad Pública 2022, hoy el 84% de los muertos por la policía son negros.

Pero también hay que abordar la cuestión de la vulnerabilidad en el acceso a la atención médica de la población negra, sobre todo de las mujeres, en un país en el que el sistema público de salud (SUS) es criticado por las largas filas de espera y por la insuficiencia de muchos de sus hospitales. Para Ivaldo Paixão, que se ocupa de las cuestiones raciales para la campaña de Ciro Gomes, “es importante abordar cuestiones como la violencia obstétrica, que afecta principalmente a las mujeres negras”.

Según la investigación Nascer no Brasil (Nacer en Brasil), el 45% de las mujeres embarazadas que reciben atención en el SUS son víctimas de malos tratos y el 36% son maltratadas hasta el punto de poner en riesgo su vida. En los hospitales públicos de Brasil, la episiotomía, una dolorosa incisión en el perineo para facilitar el parto, sigue siendo muy utilizada. Aunque la recomendación de la OMS es de entre el 10% y el 30%, en Brasil el 56% de los partos en los hospitales públicos se realizan de esta manera, y las mujeres negras son las más afectadas por esta modalidad.

“También queremos salvaguardar los puestos médicos en las comunidades negras (las llamadas quilombolas, nacidas como comunidades de esclavos fugados o liberados) y en las más pobres para erradicar las enfermedades que más afectan a la población, como la anemia drepanocítica”, dijo Nestor Neto, que representa la candidata Tebet.

Jair Bolsonaro (REUTERS/Raimundo Pacco)
Jair Bolsonaro (REUTERS/Raimundo Pacco)

Bolsonaro, por su parte, guarda silencio sobre la cuestión racial, al igual que lo había hecho en la campaña electoral de 2018. En su momento, un comentario que hizo durante una visita a una comunidad quilombola causó revuelo. “El afrodescendiente más liviano pesaba siete arrobas”, había dicho para luego añadir: “Ni siquiera cómo procreador sirve”.

La arroba es la unidad de medida utilizada en Brasil para pesar al ganado. Por semejante declaración, Bolsonaro fue denunciado ante la Fiscalía General de la República y condenado en primera instancia si bien, después, la Corte Suprema (STF) archivó el caso. Es evidente que a nada sirvió porque el 12 de mayo pasado el presidente preguntó a uno de sus simpatizantes negros a las puertas del Palacio de la Alvorada: “¿Cuánto pesas? Más de siete arrobas, ¿no?”. Denunciado de nuevo, esta vez la Fiscalía brasileña no vio racismo en esa comparación entre los negros y el ganado.

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