
Una persona accede con cautela a la cornisa, y no se escucha más que el viento y el choque de las olas cientos de metros más abajo. Ese instante en el que el abismo convive con la serenidad de un paisaje que lleva millones de años moldeándose resume la fascinación universal por los grandes acantilados del planeta.
Aquí, un repaso por algunos de ellos.
Acantilados de Moher, Irlanda
Los acantilados de Moher se extienden por unos 14 kilómetros a lo largo de la costa oeste de Irlanda y alcanzan una altitud máxima de 214 metros sobre el nivel del mar. El conjunto constituye una de las principales atracciones turísticas del país y ha servido de localización para producciones como “Harry Potter y el misterio del príncipe”.

La formación tiene una antigüedad estimada de 300 millones de años y figura como Geoparque Global de la UNESCO. Entre los puntos destacados se encuentra la Torre O’Brien, que ofrece vistas hacia las Islas Aran y la bahía de Galway. Las especies de aves, como frailecillos y alcas, utilizan los acantilados como lugar de nidificación entre abril y julio, según datos divulgados por la Oficina de Turismo de Irlanda. Las instalaciones disponibles comprenden senderos pavimentados y un centro de visitantes alimentado mediante energías renovables.

Preikestolen, Noruega
Denominado localmente Preikestolen, el Púlpito, este acantilado se ubica en la región de Rogaland, en el suroeste de Noruega. El promontorio rocoso sobresale 604 metros sobre el fiordo Lysefjorden y presenta una superficie plana de 25 por 25 metros, resultado de erosión glaciar.

La caminata de acceso comprende una ruta de 8 kilómetros ida y vuelta, de dificultad moderada, e incluye tramos acondicionados por especialistas nepalíes. La formación recibe a cientos de miles de personas al año, muchas de las cuales buscan las panorámicas del fiordo y las montañas circundantes.

Étretat, Francia
El pueblo de Étretat se sitúa en la zona costera de Normandía, al norte de Francia, y goza de reconocimiento global por sus acantilados de creta blanca y formaciones como la aguja rocosa Aiguille.

El enclave ha sido motivo de inspiración para artistas y novelistas. Desde los senderos de la cima se observan arcos naturales erosionados por el mar, mientras que el casco urbano conserva arquitectura de estilo decimonónico.

Acantilados de Dover, Reino Unido
Ubicados en el condado de Kent, los acantilados de Dover se alzan junto al Canal de la Mancha y combinan una altitud de más de 100 metros con una extensión de 13 kilómetros.
Su composición de creta blanca acentúa la visibilidad desde el continente. Durante la Segunda Guerra Mundial funcionaron como barrera natural para proteger el Reino Unido. Hoy son recorridos por miles de visitantes al año, quienes transitan senderos junto al filo del acantilado. La erosión continúa modelando las paredes cada ciclo invernal.

Acantilado Qingshui, Taiwán
En la costa oriental de Taiwán, dentro del Parque Nacional Taroko, el acantilado Qingshui desciende de forma abrupta desde alturas que alcanzan 800 metros. Las paredes de gneis y mármol, combinación resultado de movimientos tectónicos, se extienden por 21 kilómetros a lo largo del litoral.

El tramo es atravesado por la carretera Su-Hua y varios de sus miradores permiten contemplar el litoral y la variedad de tonos del océano Pacífico. Autoridades taiwanesas consideran la zona como una de las ocho maravillas naturales del país.
Pico Mitre, Milford Sound, Nueva Zelanda
El pico Mitre representa el relieve más notorio en el fiordo de Milford Sound, ubicado en la Isla Sur de Nueva Zelanda. El pico llega a los 1.692 metros por encima del nivel del mar y constituye un símbolo en la región, siendo referencia en campañas turísticas y en la iconografía del país.

El monte recibió su nombre por la semejanza de su silueta con la mitra usada por obispos, y es visible desde los cruceros y senderos que recorren el Parque Nacional Fiordland. Este enclave se encuentra entre los más fotografiados del Hemisferio Sur.
Cabo Girão, Madeira
Localizado en el sur de la isla de Madeira, Cabo Girão sobresale como uno de los acantilados marinos más altos de Europa, con 580 metros de altura. La plataforma de vidrio denominada Skywalk constituye su principal punto de observación.

Desde allí se divisan las terrazas agrícolas conocidas como fajãs y el océano Atlántico. Un teleférico facilita el descenso a las terrazas, donde se cultivan productos locales y se practica senderismo.

Acantilados de Kalaupapa, Hawái
Los acantilados de Kalaupapa, en la isla de Molokai, poseen una altitud que supera los 1.000 metros, catalogada como la mayor para acantilados marinos a nivel global. La península sirvió como colonia de aislamiento para personas afectadas por lepra entre 1866 y 1969.

El área integra el Parque Histórico Nacional Kalaupapa, donde aún reside una pequeña comunidad. El acceso solo se puede realizar en helicóptero o por una ruta de senderismo con pendiente pronunciada.
Acantilado de Ronda, España
El acantilado de Ronda, también conocido como El Tajo, divide la ciudad malagueña de Ronda en dos sectores. El puente Nuevo une ambas zonas desde el siglo XVIII y se eleva sobre una garganta de entre 100 y 120 metros formada por el río Guadalevín.

La estructura de piedra, junto a los miradores, se considera uno de los principales atractivos turísticos de Andalucía. Además, existen senderos y vías equipadas para quienes desean alcanzar el fondo del desfiladero.
Roca del León Dormido, Ecuador
Frente a la isla San Cristóbal, en el archipiélago de Galápagos, se encuentra la roca del León Dormido, cuyo perfil recuerda a un león acostado. La formación de origen volcánico tiene 114 metros de altura y un característico canal entre dos paredes.

El sitio se destaca por ser refugio y lugar de paso para especies como tiburones martillo, tortugas y distintas aves marinas, lo que lo coloca como uno de los puntos principales para las actividades submarinas en la región.
Gran Cañón del Colorado, EE. UU.
El Gran Cañón del Colorado constituye una garganta de 446 kilómetros de longitud, hasta 29 kilómetros de ancho y más de 1.800 metros de profundidad, formada por la erosión del río Colorado en el estado de Arizona, Estados Unidos.

Las capas superpuestas de roca revelan procesos geológicos que abarcan dos mil millones de años, y la zona se encuentra bajo protección del Parque Nacional Gran Cañón, según el Servicio de Parques Nacionales.

Las dimensiones y la presencia de vestigios de vida prehistórica otorgan relevancia científica y cultural a este enclave, que se considera una referencia obligada para el estudio de la geología terrestre.
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