
Ducharse suele percibirse como un hábito simple e inofensivo, sin embargo, prácticas habituales como la frecuencia, el orden del lavado o el uso de accesorios específicos pueden dañar la barrera cutánea, debilitar el cabello o favorecer la aparición de irritaciones y acné.
De acuerdo con The Times, especialistas en dermatología y tricología identificaron comportamientos comunes que comprometen la salud corporal sin que muchos lo detecten.
Desde una frecuencia excesiva hasta la falta de hidratación o el uso inadecuado de ciertos utensilios, estos errores suelen pasar inadvertidos, pero su corrección puede generar una gran diferencia en el bienestar de la piel y el cabello.
1. Ducharse con demasiada frecuencia reseca la piel
El dermatólogo Dr. Jonathan Kentley, de la clínica Montrose London, advirtió a The Times que la piel posee una barrera formada por grasas y proteínas responsables de mantener la hidratación y evitar irritantes.

Al ducharse varias veces al día, esta protección natural se debilita, aumentando el riesgo de sequedad, picor, eccema o dermatitis. Según Kentley, ducharse una vez al día es suficiente en la mayoría de los casos.
Solo actividades muy puntuales, como finalizar una clase de alta intensidad, justifican una ducha extra. La limpieza excesiva elimina los aceites naturales, dejando la piel más vulnerable.
2. El momento del día también influye
Aunque muchas personas asocian la ducha matutina con sensación de activación, Kentley señaló al medio británico que la franja nocturna puede ser más beneficiosa. Una ducha en la noche elimina contaminación, alérgenos, sudor y restos de productos acumulados a lo largo del día.

Dormir con la piel limpia contribuye a reducir la obstrucción de los poros y favorece la salud cutánea, especialmente en quienes están expuestos a la polución o son propensos a brotes.
3. El orden de lavado importa
Entre los errores habituales se destaca lavar el cuerpo o la cara antes que el cabello. El dermatólogo explicó que los champús y acondicionadores contienen ingredientes que pueden ser irritantes y obstruir los poros.
Si estos residuos caen sobre una piel recién limpia, pueden provocar acné o irritación. Por ello, recomienda lavar el cabello primero, enjuagarlo bien y recién después higienizar el rostro y el cuerpo para evitar residuos en la piel limpia.
4. Riesgos de las esponjas vegetales
Las esponjas vegetales, usadas para exfoliar, pueden transformarse en un foco de bacterias y levaduras. El experto las describe como “mallas húmedas, tibias y jabonosas que se comportan como una enorme placa de Petri”, donde los microorganismos proliferan con facilidad y se depositan en la piel.

Esta práctica puede provocar foliculitis, lo que genera picazón e inflamación en los folículos pilosos. El especialista aconsejó enjuagar bien las esponjas, dejarlas secar completamente y cambiarlas cada pocas semanas.
Las toallitas deben lavarse tras cada uso. Como medida más segura, sugiere prescindir de ambos y realizar la limpieza manualmente.
5. Peinar el cabello mojado puede dañarlo
El pelo mojado se vuelve más frágil y elástico, lo que facilita su rotura. Kentley recomendó evitar el peine de cerdas en ese momento y optar por uno de dientes anchos, que desenreda con menor tracción.

Una vez ligeramente seco, se puede usar un cepillo de cerdas para alisar las puntas, lo que contribuye a preservar la estructura y previene quiebres.
6. Hidratar la piel a tiempo es fundamental
El agua no hidrata la piel por sí sola. De acuerdo con los especialistas consultados por The Times, si no se retiene la humedad después de la ducha, la piel puede volverse aún más seca.
La recomendación es aplicar una loción corporal dentro de los dos o tres minutos posteriores a salir de la ducha. Sellar la hidratación rápidamente ayuda a conservar el agua en la barrera cutánea.

Si se retrasa, el agua se evapora y la piel termina aún más seca. Este paso sencillo tiene impacto especialmente en personas con piel sensible, dermatitis o eccema.
7. Los beneficios de un filtro en la ducha
El uso de un cabezal de ducha con filtro resulta eficaz para proteger la piel y el cuero cabelludo. La tricóloga Samantha Trace explicó a The Times que estos dispositivos reducen el cloro, los metales pesados y otras sustancias químicas nocivas, contribuyendo así a prevenir resequedad e irritación.
El agua dura puede dejar depósitos minerales sobre el cabello, impidiendo que retenga la humedad. Incluso, quienes padecen caspa, eccema o dermatitis pueden experimentar mejoras relevantes al utilizar filtros en la ducha.
Cuidar la piel y el cabello va más allá de elegir productos: los hábitos y el modo en el que se realiza algo tan cotidiano como ducharse tienen un papel decisivo.
Los consejos de los expertos demuestra que modificaciones pequeñas en la rutina pueden evitar daños acumulativos y promover una piel equilibrada, un cabello fortalecido y una higiene más efectiva.
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