Un equipo de investigación integrado por científicos del Conicet, de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), con el apoyo de la PyME textil Kovi S.R.L., desarrolló superbarbijos compuestos por telas tratadas con activos antivirales, bactericidas y fungicidas. Sus propiedades antimicrobianas fueron testeadas con éxito por el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) y su acción antiviral por el Instituto de Virología del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).
En los últimos días se firmó la licencia que permitirá comercializar los superbarbijos de uso común Atom-Protect. La mascarilla tiene triple capa de protección —antibacterial, antiviral y antihongos— y cuenta con una durabilidad equivalente a 15 barbijos descartables. La PyME tiene la capacidad para hacer 4 millones de barbijos por mes.
En tiempo récord, investigadores del Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental (3iA) de la UNSAM y del Instituto de Física de Buenos Aires (IFIBA -UBA) desarrollaron telas tratadas con activos antivirales para la confección de tapabocas y barbijos de uso común y social. La empresa Kovi, es la encargada de producir los barbijos y comercializarlos.
“La experiencia fue vertiginosa. Apenas comenzó la pandemia, nos reunimos de manera virtual con un grupo de investigadores del 3iA y el IFIBA —con quienes llevamos mucho años trabajando juntos— y nos pusimos a pensar cómo ayudar desde la ciencia de los materiales para mitigar o disminuir los efectos de la enfermedad”, expresó Lucas Guz, uno de los integrantes del equipo integrado por físicos, químicos y microbiólogos de la UBA y la UNSAM. “Pensando qué materiales generar para inactivar el virus o disminuir el riesgo de infección surgió la idea de armar barbijos con compuestos activos con efecto antibacterial y virucida”, detalló Guz.
En el contexto actual de la pandemia es muy difícil conseguir materiales, kits de diagnóstico o tratamientos para el virus en el exterior. Cada país acopia y reserva para su propia población. “En casos de emergencia extrema, es muy importante contar con recursos propios, tanto intelectuales como materiales. Poder generar ese tipo de desarrollos en el país es soberanía nacional”, reflexionó Guz, quien fue parte del proceso en todas sus etapas. “No solo tuvimos que pensar la parte científica y de innovación, sino también el escalado y la producción masiva. En solo un mes, pasamos de experimentar en retazos de tela de 10 x 10 centímetros a producir rollos de 1500 metros. Además, tuvimos que adaptar ensayos de laboratorio que solíamos usar para otros materiales”, añadió.
Belén Parodi, otra de las investigadoras de UNSAM que integra la iniciativa, señaló que la cuestión de la soberanía nacional es clave en tiempos de pandemia. “La Argentina incorpora muchos productos que vienen de China y otros países porque, en muchos casos, son más económicos que los que se fabrican acá. El tema es que así van destruyéndose nichos. Necesitamos que el Estado apueste a proteger líneas estratégicas. Por ejemplo: la producción de barbijos. Un país no puede quedarse sin barbijos o materiales de primera necesidad que, en cuanto el mundo se cierra, faltan”.
A partir del nuevo convenio, la compañía Kovi comercializará la nueva tela antiviral por un período de 10 años. Esto significa que podrá utilizarla para el desarrollo de otros productos, además de los barbijos. Durante ese período, la UNSAM y la UBA recibirán regalías por la transferencia de tecnología.
El grupo de científicos que lideró el desarrollo está integrado por Silvia Goyanes, Ana María Llois, Griselda Polla y Roberto Candal. Por el 3iA son parte los investigadores Patricio Carnelli, Lucas Guz, Belén Parodi y Alicia Vergara Rubio.
Propiedades del superbarbijo Atom-Protect
Las telas son de algodón y poliéster adicionadas con un polímero ambientalmente amigable que facilita la retención de agentes activos basados en plata y cobre (de reconocida eficiencia antimicrobiana). La combinación es muy atractiva porque reúne tecnología avanzada y materiales tradicionales y accesibles en el mercado local.
Sobre la caracterización del material producido, Roberto Candal explicó: “Hicimos un análisis morfológico de las telas fabricadas con componentes industriales por microscopía electrónica de barrido, lo que nos permitió comprobar la regularidad en la aplicación de los activos. Para determinar la actividad antimicrobiana de la tela activa realizamos ensayos basados en normas internacionales”.
Las propiedades antivirales y fungicidas del producto fueron testeadas en el INTA con resultados excelentes. “Nuestro grupo de trabajo asesoró y acompañó a las empresas destinatarias en la implementación de las buenas prácticas de fabricación, la confección del registro maestro del producto y la gestión del riesgo”, señaló la investigadora Griselda Polla, orgullosa con los resultados.
Por el momento, los barbijos pueden adquirirse en la fábrica al por mayor o a través de su tienda en línea. Se envían por correo o vía cargo a todo el país. El precio por unidad corresponde a $324, 40 unidades $10.740 y ofrecen al por mayor una caja máster de 320 unidades.
Un proyecto tecnológico con una función social
El acuerdo realizado entre el Conicet, la UBA, la UNSAM y Kovi S.R.L., que le otorga a la PYME de La Matanza la licencia exclusiva para fabricar estas telas, establece que durante los primeros seis meses de producción, la empresa va a donar el 10 por ciento de las telas que produzca a pequeños talleres del conurbano bonaerense, que confeccionarán barbijos para otorgar de forma gratuita a personas que no se encuentren en condiciones de comprarlos. “Que son justamente quienes más los necesitan”, señaló Silvia Goyanes.
De cara al futuro
Tras esta experiencia, el desafío que se plantea ahora el equipo de investigación es diseñar mascarillas para uso médico de alta tecnología. Este nuevo desafío es uno de los proyectos seleccionados y financiados por la Agencia I+D+i en el marco de la convocatoria IP COVID-19, lanzada como parte de las acciones de la Unidad Coronavirus.
“La principal diferencia que tienen las mascarillas médicas respecto de los barbijos de uso social es que tienen que estar hechos con telas no tejidas; por lo tanto, los procesos y los productos son diferentes”, puntualizó Goyanes.
“De todas formas, el ejercicio de desarrollar estos barbijos sociales fue más que útil para el trabajo que viene ahora. Hay que tener en cuenta, además, que las mascarillas son un producto médico de uso constante, y lo seguirán siendo aun cuando no haya pandemia”, adviritió Llois.
Con información de Conicet y UNSAM
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