Naomi Preizler: de sufrir bullying en el colegio por su físico a ser modelo de las mejores marcas

Empezó a los 15 años, con la oposición de todos. Pero creyó en sí misma y llegó a triunfar en Europa. Asqueada de las crueles reglas del mundo de la moda, se volcó a la música. De todo eso habló con Teleshow

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Su nombre en hebreo significa belleza. Naomi Preizler (25) es considerada un ícono de esplendor tanto en la Argentina como en el exterior. Caminó por las pasarelas más prestigiosas del mundo: Chanel, Givenchy, Alexander Wang, Jean-Paul Gaultier, Marc Jacobs  y Jeremy Scott. Posó para las páginas de Vogue y ha sido tapa de numerosas revistas como Harper's Bazaar, Vogue, Interview, Love, Dazed & Confused, Grit.

De familia judía de clase media de Belgrano, fue al colegio ORT. Con el paso del tiempo dejó de ser el patito feo del grupo de amigas para convertirse en la chica del momento con sus cejas renegridas y el pelo color plata. Naomi es también conocida en el mundo del espectáculo argentino por haber sido novia del actor Joaquín Furriel (42).

Pero no todo es lo que parece: hace rato que a Preizler no le atrae el mundo frívolo del modelaje. Dejar de comer, bajar de peso, cambiar el look, "que te digan qué pensar": esas son algunas de las exigencias que recibió en su carrera como modelo. Hoy se presenta como cantante, a punto de sacar un disco y con mucho para expresar. Ya comenzó a dar de qué hablar luego de haber estrenado el video de su canción Eva y Eva: la letra es fuerte, y sus imágenes junto a la bailarina salteña Fifi Poulakidas redoblan la apuesta.

Espontánea, decidida y con liderazgo en esta lucha por dejar un mensaje para todos los jóvenes, tras haber padecido la discriminación, Preizler no descarta volver a participar en una campaña publicitaria: le otorga un muy buen ingreso. Su gran revancha fue dejarle en claro a todos los que no confiaban en ella, que podía llegar aún más lejos de lo que soñaba…

—¿Cuál es el lema del disco?

—Es bastante feminista pero desde un lado actual. Apunta a chicas jóvenes, pero chicos también, que quieren que la sociedad cambie, se abra, se adapte a lo que está sucediendo hoy. Es bastante social y al mismo tiempo es refemenino, como esa idea de que por ser feminista no tenés que renunciar a los tacos, a la tanga y a estar sexy. A mí me pasa que hay mucha gente que "bardea" pero que está remaquillada y con tacos, o también está eso de las chicas que salen a la noche en pollerita, en top y la gente dice: '¡Ah, cómo salen y después se quejan de que las quieren tocar!'. El disco habla de muchas problemáticas femeninas.

Todas las modelos pasamos por problemas alimenticios. Es mucha exigencia. Mirás todo el tiempo a las otras y entrás en ese contagio de ver quién es más flaca

—¿Qué te llevó a plantearte todos estos temas?

—Situaciones personales de mis amigas. Cuando empecé a hacer música venía de ser modelo afuera, entonces la música era en inglés y con letras que tenían que ver con la moda. Después de eso me saqué la figura de modelo y empecé a enterarme más de lo que me estaba pasando a mí como mujer en Argentina. Entonces, al tratar esos temas abrís mucho tu arte a que mucha gente se sienta identificada. También tengo la idea de crear esta cosa de comunidad entre mujeres, de unión, de que todas estamos en la misma. Y que no haya competencia porque el lugar que tenemos es muy poco, es chico, y si nos empezamos a pelear y a "bardear" es muy difícil.

—¿Cómo era el ambiente del modelaje?

—Siempre es un casting donde están buscando un cuerpo y una cara perfecta. No te evalúan según lo que vos hacés o tenés sino lo que vos proponés. Ahí sí es competitivo porque ya no tiene que ver con lo que vos sos, sino que tiene que ver con tu cuerpo, con tu imagen.

Nadie creía en mí. Mis amigas tampoco. Todos se reían de mí, esa es la verdad. Nadie pensó que me iba a ir bien

¿Qué recordás de esos momentos?

—Una competencia de quién es más flaca y quién tiene más desfiles. No hay un intercambio de profundidad. Sentía que tenía para dar otra cosa además de mi imagen, pero todo lo que tenía adentro, no lo podía sacar. ¿Cómo lo decís en una foto? ¿Cómo lo decís en un desfile, donde tenés que caminar seria con la ropa de otra persona?

—¿Sufriste algún tipo de problema alimenticio?

—Sí. Creo que todas pasan por eso. Es mucha exigencia. Los casting o las marcas ven la flacura como un elogio, como estar hermosa. Entonces se genera estar mirando todo el tiempo a las otras y entrás en ese contagio de ver quién es más flaca. También hay mucho estrés de los viajes o en las épocas de desfiles, donde no dormís, no comés, no nada.

—¿Alguien te aviso que se trabajaba de esa forma?

—No. Nadie te avisa. Eso es algo increíble. Cometí muchos errores al principio, y cuando cometés errores, te cierran una puerta. Siento que en la música me peleo con gente porque lucho por mis ideas y eso está bien: la gente te respeta, toma como válido que un artista está defendiendo lo que quiere. En la moda, no: llegás a decir eso y te tachan de la lista. Y me ha pasado… Me han tachado fotógrafos, gente importante, ¿y por qué, si dije lo que pensaba?

—¿Qué es la moda para vos?

—La moda es una fantasía. Las campañas, las revistas, todo es una gran fantasía, y eso es lo que venden.

Tenía cero levante en el colegio porque era como ‘la uniceja Frida Kahlo’. Pero cuando empecé a ser modelo… sí, los hombres se ponen reboludos

—¿No volverías al modelaje?

—No, porque en mis letras y en todo lo que hago estoy como bastante opuesta a la frivolidad, a estar flaca, al cuerpo perfecto. Entonces me parece que sería como ir en contra de mis principios, por más que no descarto hacer una campaña publicitaria si necesito buena plata. Esto de la música no es nada barato.

—¿Qué te hizo salir del mundo del modelaje y dedicarte a la música?

—Venía haciendo muchos dibujos afuera y me los empezaron a publicar en revistas y me contrataron como ilustradora en medios de moda, como la revista Vogue, entre otras. En mis dibujos mostraba a las modelos tristes, con muchas ojeras; eran todos retratos de las modelos que yo veía.

—¿En algún momento sentiste que tu cara estaba de moda y que te eligieron porque tenías ciertos rasgos?  

—Cuando empecé estaban muy de moda las rusas, que eran muy lánguidas y de cara lavada sin cejas. Estaban de moda las cejas tranquilas. Y yo era rubia con cejas renegras y no estaban de moda. Costó mucho poner de moda a las cejas grandes con el pelo rubio. Me tocó esperar un año. Les molestaban mi cejas y era ir todo el tiempo a la peluquería a que me las aclaren o me cambien el pelo.

—¿Las agencias decidían cómo debía verse tu cara?

—Sí, te van tuneando según lo que los clientes piensan que está de moda. Después, en el 2010, ya vivía en Nueva York y me puse de moda, se pusieron de moda todas las modelos que eran más freaks o tenían un estilo particular en cómo se vestían, en su personalidad o hacían algún tipo de actividad artística: danza, fotografía, actuación, dibujo, pintura o andar en skate.

En minutos voy a estar tocando en vivo por streaming en el Facebook de @infobae con @julian_aznar !!!

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—¿Tu familia te apoyaba en este camino?

—Al principio no, pero fueron meses de mucho patalear, llorar y revelarme.

—¿Qué buscabas en las pasarelas?

—Quería ser independiente y que emancipen a los 14 años. Quería ser libre. Mi mamá, más que mi papá, lo entendió. Después se sumaron cuando empezaron a ver plata y me empezó a ir bien. Nadie creía en mí. Mis amigas tampoco. Todos se reían de mí, esa es la verdad. Nadie pensó que iba a viajar o que me iba a ir bien.

A los 15 años hice mi primera campaña. Todos en el colegio me señalaban, me decían puta

—¿Cómo empezaste?

—Mi primera campaña fue para Wanama a los 15 años, y no era la protagonista. Estaba al fondo tipo chiquitita con un casco y todos se burlaron de mí: "Ahora vas a estar en bolas en la revista Gente y vas a desfilar para Pancho Dotto'". Todos en el colegio me señalaban, me decían puta.

—¿Lo sufriste?

—Sí, obvio. Lo re sufrí. También me decían jirafa. Me decían de todo, pero cuando empecé a trabajar para marcas buenas y en desfiles, y me empezaron a ver realmente, ahí todas mis amigas me decían que nunca imaginaron que iba a desfilar para Channel.

—¿Y qué te hacía seguir adelante?

—Estaba segura de que no iba a frenar hasta que no me vaya bien. La primera vez que me fui afuera, a Londres, les dije a mis papás que no volvía a la Argentina hasta no pegarla. Me voy a quedar ahí a sacrificar todo porque ya estoy en esta y voy a ir a fondo.

—¿Por qué creés que te costó que al principio te aceptaran?

—Porque no era la típica modelo, no era comercial, ni lo suficientemente flaca, más mis cejas, mi pelo… No les cerraba mucho.

—¿Los hombres se te acercaban más porque eras modelo?

—Sí. Yo tenía cero levante en el colegio porque era muy alta y era como "la uniceja Frida Kahlo". Cuando empecé a ser modelo… sí, obvio, los hombres se ponen reboludos. Como que tienen esa fantasía.

—¿Hoy con este videoclip "Eva y Eva", sentís que es una Naomi más real?

—Sí. Siento que desde hace unos años ya era real, pero todavía tenía un montón de capas y capas de las que no me daba cuenta. Y creo que en un par de años voy a ser más real, todavía más. Todos tenemos capas, imposibilidades y limitaciones, y no las sabemos hasta que vamos al choque, al límite. Con mis amigos estamos todo el tiempo cuestionando qué estamos haciendo mal ahora, qué concepto tenemos metido en la cabeza, ya sea desde el colegio, de nuestros padres, de nuestra sociedad, que todavía podemos sacárnoslo para ser más nosotros y ser más felices.