En el ciclo Después te explico, del canal de streaming Bondi, Iván Noble habló sobre su vida, su música y cómo el tiempo moldea las prioridades. Marcela Klooterboer, una de las conductoras del ciclo, no tardó en llevarlo hacia un tema profundo: el paso de ser un rockstar a un padre de familia. Iván, no esquivó la cuestión.
“Fue lo mejor que me pudo pasar en la vida”, respondió, sin titubear. “A mí el concepto rockstar siempre me pareció una tontería. Y sobre todo me pareció algo extremo. Bueno, si sos Axl Rose, ok, sos un rockstar. Si sos Mick Jagger, ni hablar. ¿Pero en Argentina, rockstar? -hizo una pausa significativa y sonrió-. Salvo Charly García, que la vivió, fue y es su espíritu, y tiene con qué. Los demás somos tipos que cantamos y que hacemos canciones”.
Las palabras del intérprete resonaron con una claridad brutal. El mito del rockstar, en su opinión, era solo un cliché juvenil. Un disfraz que, si bien es tentador entre los 20 y 30 años, pierde todo brillo con el paso de las décadas. “Está buenísimo, es muy divertido -continuó-. Nunca te lo vas a olvidar. Pero ya después, con 40, 50 años, estás pensando más en pedir turno para el urólogo”.
El líder de Los Caballeros de la Quema dejó entrever, una vez más, su mirada crítica sobre el mundo del espectáculo, matizada siempre por un tono burlón que le permite hablar con soltura de temas que, en otros labios, sonarían a confesión incómoda.
Pero el diálogo con Kloosterboer, acompañada por Ima Rodríguez y Rodrigo Noya, no quedó solo en anécdotas del pasado. Noble sorprendió a todos cuando declaró que, en un futuro no tan lejano, podría alejarse de la música. “Dentro de dos años”, respondió, al dejar la bomba flotando en el aire. La sala quedó sorprendida unos segundos antes de que él mismo se encargara de matizar la declaración: “Bueno, retirándome... Haciéndolo muy de vez en cuando, cuando realmente tenga ganas. Pero no sé. Viste que la vida después se caga de risa de tus planes”.
Sin embargo, en sus palabras no había hastío ni reniego, sino un deseo genuino de vivir con otra cadencia. Iván habló de la música con un cariño distante, como si fuese una vieja amiga a la que aún quiere, pero de la que necesita espacio: “Yo disfruto mucho de la música, pero no se me va la vida en eso todo el tiempo. No es que me levanto pensando ‘¡Uy!’, cuando tengo que tocar la semana que viene, toco. Como soy un tipo muy perezoso, tampoco me gusta esa presión de ‘hay que hacer un disco, hay que salir a tocar’. Cada vez me gusta más estar puertas adentro”.
Lo que vendrá para Iván Noble parece tener menos ruido y más silencio. Seis shows por año, la playa como escenario, la escritura como refugio y la vida sencilla como utopía personal. “Me gustaría estar viviendo en la playa, engordar sin ningún tipo de problema, beber rico mirando atardeceres, escribiendo. Eso sí, por ahí me imagino más escribiendo y cada tanto iré a cantar”, aventuró.
Sus palabras, aunque llenas de humor, dejaban entrever la fragilidad de un oficio que obliga a envejecer en público. Y, como él mismo explicó, no todos logran hacerlo con elegancia: “Es delicado porque el tema del rock, el pop o aledaños también es saber envejecer en público. No es fácil, podés terminar siendo una caricatura de vos mismo. Hay tipos que envejecen con una dignidad y con una elegancia absoluta, como Mick Jagger, qué sé yo.
En su horizonte no parece haber lugar para ese destino. A los 70, prefiere imaginarse lejos de las tablas: “No se me va la vida en pensarme a los 70 años en el escenario. Tiendo a pensar que no. Después de los 60, me gustaría estar muy de vez en cuando arriba”.
Iván, el que alguna vez cantó sobre la desazón del amor y la euforia de la juventud, ahora prefiere hablar de calma, de pausas y de tiempo bien gastado. ¿Un retiro próximo? Quizás. Pero conociendo su humor, bien podría estar riéndose de esta idea en unos años. Porque, como él mismo dijo, la vida “se caga de risa de tus planes”.