En la noche del 17 de junio de 2019, el argentino Mariano Daniel Vásquez, de 49 años en ese entonces, grabó con su celular 15 videos a su pareja, la catalana Susana Cortés, mientras ella sufría un cuadro severo de hiperglucemia a causa de su diabetes en su casa de la localidad de Vilecans. El cuadro le provocaría la muerte horas después. Vásquez jamás la ayudó, jamás llamó a una ambulancia. Básicamente, la filmó en su sufrimiento y la dejó morir. Así, Vásquez fue acusado y encarcelado. La semana pasada, casi tres años después, le llegó su hora.
El martes 29, Vásquez fue condenado por un jurado popular a cadena perpetua, acusado de asesinato con ensañamiento. Durante el juicio, celebrado en el Juzgado de Violencia contra la Mujer Nº 1 de Gavá, Barcelona, presidido por el magistrado Joan Francesc Uría Martínez, declararon al menos 25 testigos. Allí, se reveló que durante sus cuatro meses de noviazgo con su victimario, Susana había sido víctima de violencia de género y sufrió golpes por parte del argentino. Vásquez, en una jugada clásica de los machistas violentos, había aislado a Susana de su mundo. Ni la propia familia de la mujer asesinada sabía de la situación.
Según se resolvió en el juicio, los 15 videos filmados por el argentino habían sido registrados para intentar armar una coartada que lo eximiera de culpabilidad ante una inminente denuncia por violencia de género: pocos días antes del hecho, el argentino había atacado a golpes a su pareja y, al momento de su crisis hiperglucémica, ella tenía hematomas en el rostro y diferentes partes del cuerpo producto de esa agresión previa.
En los videos, incluso, se puede ver cómo se agrava el cuadro de salud de la mujer catalana y cómo Vásquez simulaba que la asistía, cuando en realidad se trataba de una tortura psicológica para literalmente dejarla morir.
Cuatro meses de horror
La historia de amor entre Susana y Mariano comenzó en febrero de 2019, en una noche en la que ella había cerrado las puertas de su bar, El Recodo de Gavá, y se había marchado con una amiga a otro bar cercano. Allí se cruzó con un hombre robusto, de acento argentino muy marcado, quien le aseguró que era dentista y que vivía en España desde hacía más de diez años.
Durante el juicio, Vásquez reveló que conoció a Susana durante la mañana del 4 de febrero, pero que nunca llegaron a entablar una relación de amor, sino que eran simplemente “amigos con derecho a roce”.
Sin embargo, amigos y familiares de la víctima aseguraron haber mantenido cenas y encuentros con ambos en los que Susana presentó a Mariano como su pareja. Incluso los policías que recibieron a Vásquez en la comisaría de Gavá al día siguiente de la muerte de Cortés, revelaron que el argentino llegó nervioso al destacamento y afirmó que se había levantado “en casa de su pareja” y que la había encontrado a ella muerta.
“Durante los meses entre que empezaron a salir y hasta la muerte de mi hermana, nosotros nunca sospechamos de que él le pegaba a mi hermana. Susana nunca nos dijo nada y en los pocos encuentros que tuvimos, se los veía bien”, aseguró Daniel Cortés, el hermano de Susana, a Infobae en una conversación telefónica tras el veredicto.
También fueron incorporados como prueba mensajes de audio enviados por Susana, testimonios de compañeros de la mujer en el bar El Recodo y hasta informes médicos que comprobaron los repetidos casos de golpes. El 19 de abril de 2019, Susana acudió junto a Mariano a un hospital de Gavá. Al ser atendida por los médicos, la mujer refirió sentir un dolor muy fuerte. La radiografía reveló luego que tenía dos costillas fracturadas.
“Él la acompañó para controlar que no dijera nada. Mi hermana aseguró que se había caído de la cama, pero en el informe que redactó el médico que la atendió se pudo ver que escribió la palabra ‘Alarma’. Sospechaban de que se podía tratar de un caso de violencia doméstica”, afirmó Daniel Cortés.
Como si fuera poco, la confirmación de la agresión de ese día se pudo corroborar gracias a un mensaje de audio de WhatsApp que Susana le envió a Mariano el 27 de abril, 8 días después y que fue recuperado por peritos durante la investigación: “Vamos a ver, ni me dices puta guarra de mierda, ni me dices imbécil, ni me dices todo lo que me estás diciendo. Ni me ‘guanteas’ todo lo que me has ‘guanteao’. Ni me pones las costillas como me las has puesto y me cago ya en todo, me cago ya en todo”, decía Susana en el audio, que fue utilizado como prueba durante el juicio.
“En total hubo siete ataques a golpes de esta persona a mi hermana en los cuatro meses de relación. Se ve que la situación era tan grave, que en un momento ella le pidió a su ex marido que cuidara al hijo que tenían entre ambos durante un tiempo. O no quería que el niño viera los golpes y lo que pasaba en la casa o puede que hasta haya temido por la propia vida de su hijo”, relató Daniel Cortés.
Y agregó: “La última ‘golpiza’ que le ha dado fue en la noche del viernes 14 de junio (de 2019), tres días antes de la muerte de mi hermana. Ellos salieron al disco bar que estaba al lado del bar de mi hermana a tomar algo. En un momento, entran dos clientes habituales de mi hermana y la saludan. Él le pidió que salieran afuera y allí la empujó contra los autos, la insultó, le dijo que era una puta y que no podía hablar con nadie”.
Durante el juicio, un testigo de iniciales R.R.D., que se encontraba en la puerta del bar al momento de la discusión, confirmó esa situación. Declaró ante el jurado popular que “Mariano zarandeó a Susana y la empujó contra el coche. Aquello fue el fin de semana anterior al fallecimiento de Susana”.
El hermano de la víctima completó: “Esa noche, mi hermana se fue para su casa y al llegar se dio cuenta de que no tenía las llaves. Él se las había sacado. Este señor llegó a la casa unos minutos después y esa noche la golpeó mucho”.
Susana tenía en su teléfono una app que grababa las llamadas telefónicas. Así, en un llamado que la misma Cortés le hizo a Vásquez en la mañana del sábado siguiente, cuando ella acudió a su bar para trabajar, se constató la agresión que había sufrido y las secuelas visibles que le habían quedado en el rostro a raíz de los golpes.
Durante la conversación, Susana le dijo a su pareja: “Estoy en el bar y tengo que salir de aquí. Tengo que salir de aquí por cómo tengo la cara (entre llanto). Ya no puedo decir otra vez que me he caído ni nada. Tengo el ojo hinchado, negro (...) Le he dicho a T. si se puede quedar. Le he dicho que nada, que me pegué una hostia, que me puse de Jager (la bebida alcohólica Jägermeister) hasta el culo. Me ha dicho el T. ‘No me digas que te has caído, ¿Qué quieres que diga yo?’ (...) Esto ya no se lo traga nadie. No se lo traga nadie, ya”.
En otro momento de la charla, Susana le dijo al argentino “Si quieres verme… yo ya no sé lo que quieres de mí, pero me estás machacando, y yo no me lo merezco. Estuve un montón soltera y encuentro una persona que me machaca, me humilla y me hace lo que me haces (...) Vale, ¿No te arrepientes de nada, no? Por lo que veo…”.
El pedido de ayuda
Durante dos días, Susana y Mariano no se vieron. Recién el lunes por la noche, Cortés le realizó una llamada a Vásquez para que acuda a su casa a asistirla porque ella estaba sufriendo una crisis con su enfermedad de diabetes tipo 1.
El análisis de los teléfonos registró que entre las 20.37 y las 21.33 de la noche del 17 de junio, Susana realizó cuatro llamadas al teléfono de Mariano para pedir ayuda, ninguna de ellas fue atendida. Luego de la última llamada, ella le envió un mensaje de audio vía Whatsapp.
Mariano se encontraba junto a un amigo llamado Marco. Este colega declaró en el juicio que Mariano le hizo escuchar el audio y lo puso en altavoz: “Mariano, estoy fatal. No sé a quién llamar, cariño. Me mareo, me duele todo, no quiero salir a la calle, no quiero que nadie me vea. Y tengo fiebre, me mareo en casa. No sé qué hacer cariño, no sé qué hacer, vida, ayúdame, por favor, tráeme medicamentos, tráeme algo por favor, me ahogo (...) No quiero ir a casa de mi madre, no quiero que nadie me vea. Haz lo que tú creas, cariño (...) No puedo ni hablar”.
Así, Marco declaró haberle recomendado a Mariano que acudiera a la casa de su pareja.
Los 15 videos
Durante el juicio, las únicas personas que tuvieron acceso al material fueron los nueve representantes del jurado popular, el juez, los fiscales y los abogados. Ningún amigo ni familiar de Susana vio jamás el registro del sufrimiento de Susana. Precisamente, esos videos filmados por Mariano con su teléfono celular, son los que permitieron a la Justicia determinar qué ocurrió en las horas previas a la muerte de Susana.
A las 22.50, Mariano realizó una filmación (que no está incluido entre los 15) en el que filmaba en la calle la matrícula de un auto. La Policía pudo corroborar tiempo después gracias a un estudio de geolocalización que ese video fue registrado en la misma cuadra de la casa de Susana, sobre la calle Palmer, en Viladecans.
El primero en el que aparece Susana fue grabado a las 23:42 del 17 de junio. En ese documento puede verse cómo la víctima ya tenía dificultades para valerse por sí misma. En un tramo de ese video, Mariano se filmó a sí mismo poniéndole un trapo con un hielo en el ojo morado de Susana, como si intentara ayudarla.
El condenado declaró durante el juicio que le ofreció en algunas oportunidades a Susana llamar a una ambulancia o llamar a su familia, aunque eso no pudo ser corroborado en los videos.
En los primeros videos, no había intercambio de palabras entre ellos. Durante el juicio, Vásquez declaró que no hablaban “porque se veía que estaba fatal, que estaba pasadísima”. Mariano aseguraba que Susana era adicta a la cocaína, pero en el juicio ningún especialista corroboró que eso fuera cierto. Los metabolitos encontrados en la sangre de la víctima correspondían a un consumo esporádico.
En los videos 6 y 7, grabados entre las 00.58 y 00.59 se observó a Mariano mostrándole un vaso de agua a Susana, pero sin ofrecérselo ni entregárselo. En ningún momento se ve a Susana beber de ese vaso.
El hermano de Susana reflexionó: “Esta persona estaba ante una situación en la que no sabía qué hacer. Si llamaba a una ambulancia, los médicos iban a ver cómo estaba la cara de mi hermana y lo iban a meter preso. Entonces, se puso a filmar videos para intentar tener una coartada. No sé de qué. En algunos videos, él le preguntaba a mi hermana ‘¿Pero qué te has hecho en la cara?, ¿Cómo te has hecho eso?’”.
En los videos 10 y 11, grabados a las 2.46 y 2:50 de la madrugada del 18 de junio, se dio una conversación que permitió comprobar que Vásquez hasta parecía regocijarse con la desesperación de su pareja y hasta burlarse de ella.
Susana: ¡¡Ábremela ya!!
Mariano: ¿Abre me ya?
S: ¿Me abres la botella?
M: ¿Abrimos el coche?
M: Susana, ¿Qué quieres que abra?
S: ¡¡La Coca Cola!!
M: ¿Una Coca Cola o una Fanta naranja? ¿Qué quieres?
S: Lo que tú quieras.
M: Pero no podés, mi amor. ¿Sabés por qué? Porque te hacés pis
S: ¿Me la abres o no?
M: Te caes, mi amor, te caes… estás helada.
S: Pero, ábremela ya
M: Mojate el pelo con la mano, mojate el pelo
El video 12, grabado a las 2:54, se convirtió en una de las piezas más importantes del juicio. Ya en un estado muy grave y casi sin poder hablar, Susana susurró las palabras “Ambulancia”, y dos segundos después, “Me muero”. En la transcripción de la policía, esas frases aparecieron como “inteligibles”, aunque el jurado popular llegó a identificarlas gracias al uso de audífonos sofisticados.
A diferencia de los primeros 12 videos, a partir del Video 13, Susana aparece en escena sin ropa. El último video fue grabado a 3.39 del día 18 de junio: Susana estaba en el suelo de la casa, desnuda y ya sin hablar; sólo tenía dificultad para respirar.
“Esta persona pasó toda la noche en la casa sin avisar nada a nadie. Es más, al otro día, antes de ir a la comisaría, ha ido a un taller mecánico a devolver un auto que le habían prestado. Recién después fue a la comisaría”, afirmó Daniel Cortés.
De acuerdo al testimonio de los policías que atendieron su caso, el hombre estaba nervioso y declaró que se había levantado de la cama y se había encontrado a su pareja muerta en su domicilio.
“Lo más increíble de todo fue que cuando me fui a la comisaría, después de que me llamaron, pedí ver a este hombre y lo abracé. No estábamos enterados de lo que estaba sucediendo entre ellos. Pude ver lo que le había hecho a mi hermana recién cuando la vi en el tanatorio”, describió Cortés.
La autopsia reveló que Susana Cortés murió debido a un shock de hiperglucemia que luego condujo a una falla multiorgánica. El médico forense también halló metabolitos de cocaína que respondían a un consumo reciente de esa sustancia y declaró que esa droga pudo favorecer el cuadro de hiperglucemia ya que aumenta el nivel de azúcar en sangre.
Asimismo, dos médicos consultados durante el juicio indicaron que, en caso de que Mariano Vásquez hubiera llamado a un servicio de emergencias, el cuadro de salud de Susana Cortés se habría revertido de manera inmediata y no habría habido ningún riesgo para su vida.
Daniel Cortés indicó que durante el juicio, Vásquez se mostró sin la más mínima empatía hacia la familia de Susana, que nunca pidió perdón y que hasta se mostró provocador: “En su declaración de la penúltima jornada, afirmó que, al encontrarse conmigo en la comisaría, yo le dije ‘¿Qué ocurrió, se puso hasta el c… de cocaína?’. Él estaba buscando que lo agredan en el juicio y ponerse en un lugar de víctima. En ese momento, yo lo tenía a dos metros y casi exploto. Me tuvieron que retirar del lugar”.
El jurado popular encontró a Mariano Vásquez como culpable de cuatro de los cinco delitos que se lo acusaba. Luego, el juez Uría Martínez aplicó las condenas correspondientes ante cada uno de ellos.
El magistrado condenó al argentino que hoy tiene 52 años a cadena perpetua, 25 años de cárcel hasta que pueda revisarse su fallo También se le prohibió el acercamiento a menos de 1.000 metros de tres familiares directos de Susana. Esa inhibición perdurará al menos 10 años después de que Vásquez cumpla su condena en prisión.
También se lo condenó a 18 meses de prisión por tres delitos de maltrato en el ámbito de violencia de género, otros seis meses de cárcel por el delito de maltrato habitual y un año de prisión y una multa de 3.650 euros por el delito contra la intimidad, por haber filmado a Susana Cortés sin el consentimiento de ella.
Además, deberá indemnizar a tres familiares directos de Susana Cortés con una suma cercana a los 230.000 euros.
“Fueron casi tres años de lucha y de angustia para nosotros. Pero ahora tenemos algo de alivio. Este juicio sirvió para que se sepa lo que es este hombre y lo que hizo con mi hermana. Ninguna mujer va a volver a sufrir a esta persona”, se consoló el hermano de la víctima.
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