
Reich Alvarado Longno no solo estaba lejos de su casa: estaba en el limbo.
Longno, de 30 años de edad, había pasado casi cinco años lejos de su Filipinas natal cuando la Prefectura Naval lo detuvo el miércoles 16 en una pensión sobre la avenida Pueyrredón, barrio de Once, un arresto ordenado por el Juzgado Federal N°11 de Claudio Bonadio, para ser trasladado a la alcaldía de los tribunales de Comodoro Py.
Marinero de oficio, ex trabajador de la firma naviera Maersk, una de las más reconocidas en el transporte marítimo de containers a nivel global, el filipino había dejado una mujer e hijo de vuelta en su país. En Argentina, donde obtuvo la residencia legal con un DNI número 62 millones, se había acostumbrado a vivir anclado en tierra, en cierta incertidumbre. Volver a casa no era una opción; Longno tenía un crimen brutal sobre su cabeza.
El 17 de febrero de 2012, cerca de las 2:30 AM, Leodegario Labores y Marlon Tingson, dos marineros también filipinos, aparecieron muertos en el buque Luz de la flota Maersk, un portacontenedores de 300 metros de eslora bajo bandera de Hong Kong. Longno fue el único acusado del doble crimen. La escena era un tanto grotesca, los cadáveres estaban severamente mutilados: Longno habría usado varios cuchillos para matar a sus compañeros, luego una sierra y un serrucho. El hecho, estima la Justicia argentina, ocurrió a treinta millas náuticas de la costa de Brasil.
El marino filipino apareció en suelo porteño por un motivo simple: el puerto de Buenos Aires era el destino final del navío contratado por la agencia local Safmarine, que se encargó de comunicar los homicidios a la Prefectura. Matar en alta mar es un delito federal: Longno fue remitido a la alcaidía de Comodoro Py bajo la firma del juez Bonadio. Las autoridades locales enviaron un memo urgente a los tribunales de Hong Kong para que se anoticien del hecho.
Sin embargo, no era todo tan simple. La llegada de Longno al país disparó una controversia judicial que llegó hasta la Corte Suprema.

La pregunta era una sola: ¿qué país debía investigar el doble crimen del buque Maersk? Si el hecho ocurrió en aguas brasileñas, ¿por qué Longno debía ser juzgado por las autoridades porteñas? ¿El caso no correspondería a Brasil? ¿O a Hong Kong, dada la bandera del navío? ¿Qué ocurre con Filipinas, dadas las nacionalidades de víctimas y presunto victimario?
A comienzos de este mes, la Sala III de la Cámara Federal de Casación integrada por los jueces Juan Carlos Geminagni, Eduardo Riggi y Angela Ledesma zanjó la cuestión. Para la Sala, las muertes de los marineros son un problema argentino. Infobae accedió a su fallo: en sus páginas hay más de cinco años de marchas, contramarchas y los intrincados reveses del derecho penal en el mar.
Longno fue arrestado en Once por Prefectura inmediatamente después del fallo. Sin embargo, el filipino no pasó el último lustro libre y dando vueltas por Once; estuvo preso en el penal de Ezeiza hasta comienzos del año pasado, cuando la Sala I de la Cámara federal le dio la libertad a pesar de la oposición de un fiscal general.
El gobierno de Filipinas, ante repetidas notas remitidas por el Estado argentino, jamás se interesó en su ciudadano. Sorprendentemente, según refleja el fallo de la Sala III, hubo un pedido de extradición: la región administrativa de Hong Kong, a través de la República Popular China, pidió que Longno les sea enviado con un oficio remitido el 11 de abril de 2012.

La Corte Suprema rechazó el pedido, considerándolo "improcedente" en su fallo ya que no reunía el carácter de "resolución judicial", pero al hacerlo le dejó un pequeño problema jurídico a todos los tribunales debajo suyo y al resto del mundo: no marcó a quién le correspondía la jurisdicción de las muertes en el Maersk Luz.
La jueza Ledesma, en un extenso voto al que adhirieron Gemignani y Riggi, hizo hincapié en por qué la Sala I liberó a Longno: la aplicación del artículo 97 de la Convención de las Naciones Unidas sobre Derecho del Mar. "No podrá ser ordenado el apresamiento ni la retención del buque, ni siquiera como medida de instrucción, por otras autoridades que las del Estado del pabellón", dice la norma adoptada por el Estado argentino.
Ledesma, por su parte, habla de una interpretación errónea de la Cámara con respecto a esta regla. Apuntó que "de tal modo las muertes de Leodegario Jr. Luna Labores y Marlon Guirjem Tingson quedan impunes, sin justicia, negándoseles el valor de personas, lo que afrenta al principio de dignidad humana y expone la responsabilidad del Estado por no juzgar y castigar los mismos cuando las condiciones legales lo habilitan", apunta el fallo firmado por la Sala III.

Claudio Bonadio fue el juez históricamente a cargo de la situación de Longno. Fue un largo derrotero: Bonadio primero mantuvo detenido a Longno con fines de extradición, luego lo procesó y lo mantuvo en Ezeiza hasta que recuperó su libertad. Ahora, el filipino vuelve al Juzgado Federal N°11.
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